-¿Falta mucho?- Pregunté a mi madre.
-No hijo, vuelve a la cama.- Me dijo dulcemente. Era la tercera vez que se lo preguntaba, nos mudábamos a Ink City en busca de un buen colegio. Poco después una ciudad gigante se alzaba sobre nuestro coche. Llegamos al edificio donde vamos a vivir.
-¿Éste és?- Pregunté a mi madre.
-Sí, éste es, ¿te gusta?- Me dijo.
-Sí, estoy seguro de que nos lo vamos a pasar bien.- Le contesté.
Subimos las maletas hasta el décimo piso, que es en el que vamos a vivir. Lo vimos y era bastante grande. Tiene 2 habitaciones, 2 baños, un salón y un comedor.
-¿Por qué no vas a dar una vuelta por el barrio?-. Me dijo mi madre
-Ok- le contesté.
Salí a dar una vuelta y de repente, me vi envuelto en una nube de tinta.
-¿Qué haces aquí, eres rosa?- Me dijo una chica.
-¡¡¿¿Pero qué haces??!!- Le dije.
-¡¡Abajo!!- Me gritó.
Me agarró y nos hundimos en el suelo. Ella salió del suelo y yo me salí de un salto.
-¿Así que tú también puedes eh?-. Me dijo.
-¿Poder el qué?- Le pregunté.
-¡Pues convertirte en calamar, hombre!- Me contestó. -Será mejor que vuelvas a tu casa chico, ¿cuál es tu edificio?-
-Aquel de allí- le señalé el más alto que había y disparó un chorro de tinta hacia el edificio.
-Vete en forma calamar hasta tu edificio, por cierto, ¿cómo te llamas?-
-Inku-
-Yo soy Momo, encantada de conocerte.-
-Bueno, hasta luego.- Le dije.
Volví a casa lleno de tinta.
-¿¿¿¡¡¡Pero qué te ha pasado!!!???- Me gritó mi madre.
-Un combate territorial.-
-Ah, vale, me avisaron de que en esta ciudad había muchos combates de ese estilo. Bueno, ve a cenar y a acostarte pronto, que mañana tienes que ir al colegio.
Y me fui a la cama pensando en lo que había pasado.