seventh

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Lidiar por comprender y manejar las emociones siempre había sido una tortura para él, difíciles de entender, difíciles de manejar, difíciles de sentir, por ello siempre las evitaba, quizás por esa razón se había ganado la reputación de ser un inse...

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Lidiar por comprender y manejar las emociones siempre había sido una tortura para él, difíciles de entender, difíciles de manejar, difíciles de sentir, por ello siempre las evitaba, quizás por esa razón se había ganado la reputación de ser un insensible.

En realidad, sentía mucho más de lo que los demás creían, incluso más de lo que el mismo quisiera, pero al no saber manejar sus sentimientos, huía de los mismos.

Tal y cómo lo había hecho en la reciente situación, huyó hasta aquel bosque dónde estaba ahora reposado, pensando en lo que había ocurrido con el castaño de lentes. Al momento de hablar se había referido a su personalidad, le gustaba su personalidad y a pesar de ser tan opuestos se había adaptado a él, no era la primera vez que se encontraba con alguien tan carismático con él, pero si el primero con el que sentía una conexión tan.. única.

Suspiró profundamente, echando su cabeza hacia atrás para golpear esta con la madera del árbol, lleno de frustración, apretando el tallo de la flor en su mano, cerrando sus ojos.

Por su mente se pasaban múltiples momentos junto al arácnido incluso antes de llegar allí, pero sobretodo los acercamientos que habían tenido últimamente, pensar en la calidez que le brindaban sus abrazos lo hacía querer anhelar esta misma.

Le gustaba su contacto, muy probablemente por esa razón con el tiempo había dejado de negarlo y se separarlo, era agradable, reconfortante, parecía que sabía cuando dárselos y cuándo no, pues siempre que estaba cansado, aquellos brazos cubiertos por su clásico suéter rojo rodeaban su cuerpo, pero cuando era suficiente, se apartaba y seguía siendo él.

Realmente no había nada de raro en ello, era tan solo un abrazo, normal entre amigos e incluso entre conocidos, pero para el osezno podía llegar a ser más íntimo de lo que parecía.

— Maldito Roier.. —murmuró para sí mismo, frunciendo el ceño aún con sus ojos cerrados, llevando la mano en la que estaba la flor a su pecho, más específicamente a su corazón.

Lograba percibir en aquella zona un ritmo cardíaco más acelerado de lo habitual, acompañado de una extraña sensación que revolvía todo su ser.

¿Qué era eso?

¿Y por qué aparecía siempre que había algo en relación con Roier?

Se maldijo a sí mismo, subiendo los lentes de sol a su cabeza para poder dejar su rostro libre, frotando este con sus manos, sintiendo cierta frustración al hacerlo, quería enojarse u odiarlo pero no podía.

Odiaba tener que pasar por esas situaciones y odiaba que Roier fuera el causante, pero no podía odiarlo a él.

Era realmente extraño.

Cansado dejó salir todo el aire de sus pulmones, permitiendo que su cuerpo se relajara un poco reposado contra el tronco del árbol en el que estaba, apoyando su cabeza también, ojos cerrados y su expresión intentando relajarse, tan solo necesitaba recomponerse para volver a la normalidad y fingir que no había pasado antes.

purple eyes | spiderbear ⭑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora