Sombras en la ventana..

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La vida de la familia García, al borde de la indigencia, dio un giro inesperado cuando aceptaron un trabajo como servicio de vigilancia y limpieza en una enorme propiedad en las afueras del pueblo. La noticia de que se mudarían a una casa anexa al muro de la propiedad llenó de emoción a los padres, Juan y María, quienes veían en esta oportunidad una nueva esperanza para darle un mejor futuro a sus tres hijos: Sofía, Diego y el pequeño Luis de seis años.

El día de su llegada, una densa niebla envolvía la casa y el pequeño cementerio privado cercano a la propiedad. La humedad penetraba sus huesos mientras descargaban sus pertenencias en la pequeña morada. A pesar del frío y la humedad, los García estaban llenos de entusiasmo. La casa era modesta, pero para ellos era un lugar lleno de posibilidades.

La primera noche en su nueva morada fue especialmente inquietante. La neblina continuaba, y la casa estaba gélida. Los niños, acurrucados en sus camas, apenas podían conciliar el sueño. Luis, el más joven, se asomó a la ventana y, entre la bruma, juró haber visto una silueta que le saludaba con la mano. Los padres atribuyeron la aparición a la imaginación del niño, pero la mirada asustada de Luis persistió.

Los días del otoño avanzaban de manera rutinaria. La familia se acostumbraba a su nuevo hogar, aunque las circunstancias climáticas y la falta constante de electricidad en la casa los ponían a prueba. Una noche, durante uno de los apagones, la madre notó la ausencia de Luis. Angustiada, buscó por toda la casa y finalmente lo encontró en la puerta de entrada, mirando a la oscuridad y pareciendo invitar a algo invisible a entrar. María lo abrazó y lo llevó de vuelta a la cama, atribuyendo su extraño comportamiento al miedo y la soledad.

Sin embargo, la conducta de Luis se volvía cada vez más errática. Pasaba la mayoría del tiempo encerrado en su habitación, evitando a su familia y pareciendo hablar con alguien que nadie más podía ver. Los García estaban preocupados y decidieron hablar con él.

—Luis, ¿con quién hablas en tu habitación? —preguntó María con ternura.

El pequeño miró a su madre con ojos serios y contestó: —Hablo con mi amigo de la ventana. Es amable y quiere que juegue con él.

Juan y María intercambiaron miradas preocupadas. ¿Qué amigo invisible estaría influyendo en el comportamiento de su hijo?

Todo siguió más o menos igual durante unos días hasta que, una tarde tras volver del trabajo, encontraron a Luis en la cama y ardiendo de fiebre. El médico dictaminó que debía ser una gripe debido al horrible tiempo que habían tenido recientemente con una lluvia persistente que se negaba a abandonar la región, empapando los huesos de la casa y las almas de la gente. Una noche, mientras María velaba el sueño de Luis, cayó rendida de agotamiento y cuando despertó, la cama estaba vacía.

El pánico se apoderó de la pobre mujer, y desesperadamente buscó a su hijo en toda la casa sin encontrar rastro. Sofía, la hermana mayor, salió corriendo y lo encontró debajo del enorme cerezo que se alzaba junto a la casa. Luis, en pijama y completamente empapado, estaba cavando con las manos, sus ojos vidriosos y gritando:
¡Mamá, mamá! ¡Sal de ahí!

Los padres corrieron hacia él y lograron levantarlo del suelo, entre las raíces del árbol se podía ver una mano de esqueleto que emergía del suelo, como si alguien tratara de agarrar al pequeño. El horror se apoderó de la familia, y rápidamente avisaron a la policía.

Las autoridades llevaron a cabo una investigación minuciosa y descubrieron algo macabro. Bajo el cerezo, enterrados a pocos metros de la casa de los García, encontraron el cadáver de una madre y un niño de unos seis años. Las investigaciones previas apuntaron que los dos cadáveres podrían pertenecer a una antigua inquilina de la casa y a su hijo, de desaparecidos hacía más de 30 años.

La noche fue agitada para todos, pero lo más inquietante de todo fue lo que sucedió la mañana siguiente. Cuando el pequeño Luis despertó, en su habitación, vio a una madre y un niño que le sonreían y le decían adiós con la mano; las mismas figuras que yacían bajo el cerezo.

∞ FIN ∞

😘😘espero q les este gustando las historias

MISTERIO EN LO OSCURO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora