El que llega con la oscuridad

1 0 0
                                    

Yo dormía con la puerta de mi habitación abierta, más que nada por que era muy nervioso  y pensaba que con la puerta abierta podía correr más fácil a la habitación de mis padres si veía algo extraño, mis padres por su parte dormían con la puerta de ellos entre abierta porque sabían de mis temores, aquella noche caía un torrencial aguacero, veníamos ya de varios días de invierno, el fluido eléctrico fallaba constantemente, esa noche no era la excepción, estábamos a oscuras, yo estaba completamente cubierto, no quería saber nada del mundo, estaba aterrado, pero sabía que mis padres no me iban a dejar dormir con ellos, ya tenía quince años, los truenos retumbaban en las ventanas, los rayos iluminaban la habitación, creí escuchar un grito en medio de la noche, destapé mi cabeza para intentar escuchar mejor, pero no oí más nada, me quede dormido con la cabeza destapada, algo que no hacía casi nunca, es aquí donde todo comenzó, despierto con un trueno y su respectivo relámpago, estoy de frente a la habitación de mis padres y veo salir una pequeña sombra, casi como una pelota de fútbol, sale y avanza hacia mi habitación, yo quiero gritar y correr a donde mis padres, pero estoy sin poderme mover de mi cama como si estuviera atado, esa sombra viene hacia mi, pero al avanzar se hace más grande, cuando traspasa mi puerta es tan grande como un niño de unos cinco años, pero al estar junto a mi es más  grande que una persona promedio, ¿que tengo frente a mi?, no lo sé, solo lo puedo definir como una sombra muy negra , lo que si tiene es olor, un olor fuerte como al de una charca de agua detenida, yo siento que mi respiración se hace pesada, creo que voy a morir ahogado, más que todo porque en un momento siento eso sobre mi, puedo verlo sobre mi pecho, con un peso que no creo pueda soportar, no sólo es eso, sino el olor que este expele.

Pasan segundos, lo que para mi es un tiempo eterno, un relámpago lo ilumina y veo la sombra con nitidez, sigue siendo esa sombra, pero con boca, con una llena de dientes afilados, son muy pequeños, parecen agujas, ojos no se le ven, ni mucho menos nariz, solo esa boca en esa sombra tan negra como el peor pecado, pero ese relámpago que la ilumina la molesta y da un gemido, como de rabia y desaparece, simplemente se esfuma en el aire, acá debo confesar que todo esto pareció un sueño, más que nada porque después de esto desaparecer yo pareciera que desperté, me quedé mirando al techo pensativo, que era lo que había vivido, una pesadilla o era una realidad, seguí ahí, podrían ser las tres de la madrugada o algo así, me estaba quedando dormido de nuevo cuando sentí que jalaron mi cobija, y una mano muy fría me tomo del pie derecho y me sacó de la cama, di un grito desesperado, mi padre desde su habitación gritó,¿ que pasa? , lo escuché correr a donde mi, la puerta de mi habitación se cerró de golpe, lo que me hubiera descobijado y me hubiera jalado del pie estaba allí con migo, no lo podía ver, todo estaba muy oscuro, pero el olor seguía impregnando todo el lugar, a agua detenida, a podredumbre, mi padre tiro la puerta y entró, detrás venía también mi madre, les conté lo ocurrido, ellos sabían que yo era bastante nervioso, aunque en su cara vi la incredulidad, sabían que yo no iba a cerrar la puerta, además en mi pie tenía las marcas de esa mano que me jaló con tanta fuerza.

Dos noches más dormí con mis padres después de ese suceso, toda la noche permanecía con la luz de mi habitación encendida, una noche de nuevo se fue la luz, yo dormía como siempre con todo el cuerpo cubierto, pero en una de esas mi mano salió de la cama y quedó colgada, me despertó ese olor y pude notar que se había ido de nuevo el fluido eléctrico, la habitación estaba llena de ese olor, eso estaba allí, la oscuridad lo atraía, al percatarme que mi mano estaba fuera de las cobijas y colgando al borde de la cama, la fui a jalar con prisa, cuando esa mano fría y fuerte me la retuvo, grité mientras eso me jalaba con tanta fuerza que me hacía daño, no solo la presión que ejercía, sentía unas garras clavadas en mi piel, como la noche anterior mi padre llegó presuroso, las marcas en mi mano era la mejor señal que algo me había atacado, fui llevado al médico, este me atendió y me remitió al psicólogo, este último dijo que yo buscaba llamar la atención y que me infringía daño, mis padres escucharon atentos, pero sabían que eso no podía ser, me dieron otras citas para volver donde el especialista, mis padres nunca más me llevaron.

a partir de esa última noche y la cita con aquel psicólogo , mis padres me compraron una lámpara de baterías que permanece encendida toda la noche, a lo mejor esto lo ahuyenta o al menos me da seguridad a mi.

MORALEX

MISTERIO EN LO OSCURO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora