NUEVA VERSIÓN
Louis, un exitoso cantante en el apogeo de su carrera, recorre el mundo con su gira, deslumbrando en cada ciudad y dominando los escenarios. Entre canciones y aplausos, su vida parece perfecta y, técnicamente, lo es, hasta que en medio...
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—Hola, amor.
Las palabras caen en el aire como una suave melodía, pero para Harry su significado se siente como un golpe. Se queda inmóvil, completamente paralizado. Su boca se abre en un intento de respuesta, pero ningún sonido logra escapar de su garganta. Sus ojos, grandes y desorbitados, siguen cada movimiento de la figura que acaba de entrar en el cuarto.
La puerta se cierra detrás de él con un suave clic, como si fuera lo más natural del mundo, mientras la figura avanza hacia él, completamente ajena a la tormenta interna que está desatándose en el pecho del rizado.
Louis se detiene justo frente a él, su presencia imponente pero tranquila, como si estuviera acostumbrado a provocar este tipo de reacciones. La sonrisa que suele acompañarlo en todo momento se mantiene en su rostro, pero hay algo en su mirada que parece escudriñar al joven fan que tiene frente a él, esperando una reacción. Harry, aún sin poder emitir palabra alguna, siente cómo el aire a su alrededor se vuelve pesado, su respiración agitada y el latido de su corazón retumbando en sus oídos.
—¿No tienes nada que decir? —Louis pregunta suavemente, su voz profunda, casi un susurro, como si estuviera disfrutando del control que tiene sobre la situación.
Harry, a pesar de estar en completo estado de shock, se esfuerza por intentar articular algo, cualquier cosa que lo saque de este abismo de confusión y sorpresa. Pero las palabras simplemente no llegan. Lo único que puede hacer es mantener la mirada fija en el cantante, su mente luchando por entender qué está pasando.
Louis, al ver su torpeza, da un pequeño paso hacia él, acortando la distancia. La atmósfera se vuelve más densa, pero también algo más intensa. Harry puede oler su perfume, percibir el leve aroma a tabaco y café que lo rodea.
—Hola. Soy Harry... —Harry balbucea, sintiéndose como un idiota, su voz temblorosa y su respiración irregular. La vergüenza lo consume, pero no puede detenerse.
Sabe que está actuando como un completo tonto, pero la realidad de tener a Louis tan cerca lo supera. Su rostro arde, y su corazón late tan rápido que teme que Louis pueda escucharlo.
Louis, sin embargo, no parece incomodarse. En lugar de alejarse o reírse, lo mira con una sonrisa suave, cálida, que de alguna manera hace que el rizado se sienta un poco más tranquilo. La intensidad de su propio nerviosismo no desaparece, pero por un momento, se siente un poco menos solo en su caos emocional.
Harry lo mira fijamente, incapaz de contenerse más. Sus ojos se llenan de lágrimas que, finalmente, se desbordan, recorriendo sus mejillas como un río incontenible. La emoción lo consume, y las palabras que había intentado suprimir salen con fuerza, quebrándose en su garganta.
Louis, al verlo, no se aparta ni un centímetro. En lugar de eso, lo rodea con los brazos en un abrazo cálido, envolviéndolo en una cercanía que lo deja sin aliento, pero también extraño y reconfortante, como si estuviera en casa. El gesto es natural, como si ya estuviera acostumbrado a este tipo de reacciones.