Ganar

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Era como salido de un sueño. La situación y él. En mi vida le hubiera dicho a un desconocido que se podía quedar conmigo, menos a un hombre.

Estaba demasiado nerviosa, pero por alguna razón, sabía perfectamente lo que estaba haciendo y de lo que estaba hablando.

- ¿De dónde eres? -me preguntó Lucas. No sabía si decirle que era "una de las más grandes pintoras de esta época", aunque no me había preguntado eso, sentía que no debía ocultárselo.

-España, ¿tú?

- ¡Igual! ¿De dónde exactamente?

-Madrid.

-Genial, yo soy de Albacete.

-No muy lejos -pensé que, dada la cercanía, quizá alguna vez había escuchado de mi o algo por el estilo, no sabía cómo preguntarle al respecto- te me haces un poco conocido, ¿seguro que no nos hemos conocido antes?

Se me ocurrió que, si me decía que sí era porque definitivamente me conocía, si no, aleluya.

-No lo creo, estuve en Francia desde hace 2 años. Hice el bachillerato ahí.

- ¡Qué genial! Siempre he querido ir.

-Deberías de ir algún día. Solo he salido del país para ir allí, pero no necesito ir a más para saber que es una de las ciudades más hermosas del mundo.

¿Dónde estuviste?

-En París.

-Cuéntame todo. Necesito información por si algún día llego a ir.

-Bueno, pues... hay cafeterías casi en cada esquina. La arquitectura es digna de admirarse, tienen unos edificios demasiado bien construidos con unos detalles preciosos... -casi que podía sentir mi mirada perdida. Solo podía verlo a él. No veía o escuchaba nada más. Me tenía hipnotizada -lo que más me gustó fue... creo que no puedo decidirlo, pero diría que ir al museo Louvre y ver la torre Eiffel en la noche.

- ¿Fuiste al Louvre? Es uno de mis más grandes sueños.

- ¡Sí! Debes de ir, ¿te gusta pintar?

-Me fascina...

-La torre Eiffel se veía... -en lo que buscaba las palabras adecuadas se volteó para mirarme. Se detuvo, me detuve. Se giró para estar de frente hacia mí y tocó mi mano. Venía haciéndolo todo el rato, yo igual, pero nunca nos tomamos de la mano, solo eran pequeños roces. En cuanto me vio sentí que me ponía toda roja, de pies a cabeza. Solté un suspiro y él siguió hablando -... romántica, he de decir.

-Es muy escuchado que es una de las ciudades más románticas del mundo.

-Hasta ahora.

- ¿Cómo que hasta ahora?

-Se siente. La energía de esta ciudad es romántica, al menos asi la percibo yo. ¿Tú no?

-Algo, ahora que lo mencionas... -hay veces en la vida en las que apuntas para ganar -quizás es por el momento.

- ¿Cuál momento?

-Este -dije y bajé la mirada para darle a entender que me refería a nosotros.

-Quizás -lo miré pensando en si lo decía en serio, y pareció leerme la mente -. Definitivamente es por eso. En menos de 20 minutos he cambiado de opinión.

- ¿Acerca de qué?

-De Francia. Ya no es la ciudad más bella o romántica del mundo.

Traté de hacerme la tonta y pregunté:

- ¿Y eso por qué? -jugueteaba con su mano mirándolo de repente con cara de inocente. Parecía nervioso, pero yo sentía que mi corazón se había quedado en la habitación del hotel.

-En ninguna de ellas estabas tu.

Y me besó. Y ahí fue cuando gané.

Puso una de sus manos cerca de mi clavícula y la otra en mi cintura. Yo estaba estática, no sabía qué hacer, digo, había tenido besos antes, pero ninguno así, tan de repente y... pasional. Le seguí el beso sin saber muy bien dónde colocar mis manos, Lucas pareció entender y me las tomó para ponerlas alrededor de su cuello. 

Dos mitadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora