Ser todo o nada

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Ya casi se acababa el verano y ninguno de los 2 habíamos discutido cómo era que seguiríamos una vez que estuviéramos en España. Suponía que seguiríamos juntos, pero no tenía ni idea cómo. Vivamos lejos el uno del otro, y, aunque amaba despertar todos los días con ella a mi lado, vivir juntos no sería lo ideal, dado que tendría ensayos todos los días y ella... bueno, aun no sabía muy bien qué hacia todos los días. Nunca me lo dijo claramente, cuando le preguntaba desviaba el tema después de decirme que trabajaba en algo que le fascinaba.

Estábamos en casa, ella estaba desnuda, afuera, pintando, yo me entretenía mirándola hacerlo mientras de un pequeño tocadiscos que compramos salían canciones, no sorpresivamente, de Taylor Swift, que era la única música que habíamos escuchado durante tres meses seguidos.

De pronto sonó una de sus canciones favoritas y me puse a pensar que, en realidad, no éramos nada. Nada oficial, sin nombre. Ella era mía, yo era suyo. Pero no pensaba que eso fuera suficiente para los demás, no sabía si ella me llegaría a presentar como su novio y yo como mi novia. Ambos dejamos que la relación que manteníamos fluyera de alguna manera, el amor que sentíamos el uno por el otro era lo único que nos bastaba.

Pensé en planteárselo de alguna manera, pero no sabía cómo. Asi que salí para darme alguna idea.

Compré flores de todo tipo para hacer un gran ramo y poner algunos pétalos como camino, compré dos collares con la inicial del otro, no porque nos perteneciéramos, sino porque verdaderamente nos conocíamos; en el camino de flores también puse velas y seguí comprando pequeñas cosas que sabía que le encantaban.

Cuando estábamos en el parque "dónde todo comenzó" empecé por decirle que había cambiado mi vida por completo y que había hecho de este verano el mejor de todos.

Dos mitadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora