Horas después, conduciendo a través de París, luego de haber pagado una voluminosa factura médica, Argos, el nuevo pequeño gatito de Emma Fathom ronroneaba sobre el regazo de su dueña.
En el coche de Louis, en el maletero, llevaban todo el equipaje que Emma tenía en el Hotel.
- No puedo creer que nos echaran. - murmuró Louis, prácticamente masticando los dientes.
Emma tampoco lo podía creer. Tuvieron suerte de hallar un veterinario que atendía urgencias. En un par de horas, el pequeño Argos había recibido un tratamiento inicial para ambas dolencias, la pérdida de media oreja y un ojo infectado. Lo habían bañado y despulgado, dejando ver el precioso pelaje negro del animal. El problema realmente surgió cuando Emma se presentó en el hotel, con el gatito en brazos.
- No aceptamos mascotas. - le dijo la recepcionista. - Lo dice claramente en nuestra pagina web. -
Emma abrió la boca, intentando explicarse, pero fue Louis quien intercedió, alegando que sería por poco tiempo, que podían pagar un suplemento, que era una excepción.
- Usted no se hospeda con nosotros. - le contestó la recepcionista.
Ambos hervían de indignación. Louis se planteó quedarse con el gatito, pero Emma se negó. Al no poder hablar, le escribió rápidamente una nota en su cuaderno, diciendo que ella era la más capacitada para atender gatitos bebés con tratamiento médico. Toda su larga lista de felinos griegos la avalaba. Además Louis no sabía alimentarlo ni darle las medicinas.
Al insistir ambos con la estancia del animal, los encargados del Hotel les pidieron amablemente que se marcharan, porque en definitiva, el gato no entraba. Así que ambos, mortificados, se dirigían hacia el piso de soltero de Louis Agreste, a pasar la noche.
De un momento a otro, la indignación de Louis se trasformó en felicidad, por cobijar a Emma y a su gato, para pasar directamente a la angustia. El piso donde vivía no estaba nada ordenado. De hecho, él recordaba perfectamente que no tiró de la cadena del baño, por la mañana. Ni que limpió la mesa donde ayer había cenado comida hindú. Tenía que quitar aquel chicle que dejó pegado sobre la encimera de la cocina, porque quería masticarlo de nuevo.
Por suerte, Emma no le prestaba ninguna atención a él durante todo el viaje. Estaba concentrada en acariciar al dulce Argos, pasándole el pulpejo del dedo entre los ojos del gato, haciendo ronronear de puro gusto. Susurrándole palabras de amor.
Louis deseó ser Argos, por un largo tiempo.
Y deseó también que Emma no se diera cuenta de lo desordenado que era. Sin embargo, Emma rio levemente, cuando entró en su hogar y contempló aquel espantoso desastre. Louis , al borde de una crisis nerviosa, la obligó a quedarse de pie, en el recibidor, mientras él literalmente volaba por todo el apartamento, tirando basura, limpiando el baño y arreglando la habitación. Emma aprovechó el caos para contemplar las fotos que Louis tenía encima de la mesilla del recibidor.
En una de ellas, una mujer rubia y sonriente bastante guapa, abrazaba a un joven Louis recibiendo una diploma. De fondo, se veía la fachada de la Facultad de Matemáticas de la Universidad de La Sorbona.
- Es mi tía Zoe. - le contó Louis, en tanto daba vueltas metiendo cosas en una enorme bolsa de plástico negra. - Es la hermana de mi madre, siempre viene a verme. Vive en Italia, regentando un Hotel. Le comentaré lo que nos hicieron hoy. Estoy casi convencido que ha sido ilegal. -
Emma se sorprendió.
Habitualmente ella siempre salía en las fotos con sus padres. El día de su graduación, Emma Fathom, primera de su promoción, posó con absolutamente toda la familia de su padre. Su abuela paterna, Amelie Graham de Vanily, su madre, Marinette Dupain-Cheng, sus niñeras, todas ellas, el jardinero de su mansión, el chofer de sus padres, las amigas británicas de su madre y por último, sus amigos, ya bastante mayores, de la escuela pública nocturna donde ella terminó el bachillerato.
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Siempre fuiste tú - MLB. Felinette
Romance¿Nunca te preguntaste cómo empiezan las verdaderas historias de amor? Emma Fathom es alguien extraordinario y único, con una vida placentera y tranquila, hasta que un día, un viaje y una maleta le revelarán todo lo que nunca preguntó. - Felinette no...