Capítulo 6: En las Garras de la Oscuridad

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  La consulta médica para Alex en el hospital de Noralti era una pausa en la vorágine de misterios.
  Al terminar Alex decide esperar a su padre en el auto mientras este  se quedaba conversando con un amigo.   De camino a su destino su mente sumida en muchos pensamientos se había olvidado de la mayoría de los consejos y sugerencias del doctor.
  En el poco tiempo que llevaba viviendo en ese lugar todo su ser sentía que el peligro no se alejaba ni un solo instante. Tenía mucha información que procesar y su cabeza empesaba a temblar por un dolor muy fuerte. Haciendo honor a sus sentidos la tranquilidad del lugar se desvaneció cuando, de repente, todas las luces del lugar parpadearon y se apagaron.

En la oscuridad, Alex sacó su celular para iluminar el camino hacia su auto. Sin embargo, las sombras parecían cobrar vida, danzando en las esquinas del estacionamiento. Un escalofrío recorrió su espalda cuando escuchó susurros indistinguibles en la penumbra.

  Decidió apresurarse hacia su auto, pero el sonido de pasos resonaba a su alrededor. Las sombras se cerraron, creando un laberinto de oscuridad que lo envolvía. Cada paso aumentaba la sensación de que algo lo perseguía, algo que no pertenecía a este mundo.

  El aire se volvió denso, y Alex, con su celular en mano, intentó iluminar el camino hacia su auto. Pero las sombras danzantes se aferraban a cada rincón del estacionamiento, moviéndose como entidades vivas. Susurros ininteligibles llenaban el aire, creando una atmósfera cargada de malestar.

  Decidió apresurarse hacia su auto, pero cada paso resonaba en la oscuridad, como si desencadenara la atención de algo siniestro. Pasos invisibles seguían su ritmo, y la sensación de ser observado intensificaba su temor.

   El sonido de risas, frías y desgarradoras, se entremezclaba con el susurro de las sombras. Una figura oscura se materializó frente a él, moviéndose con una gracia aterradora. Sus ojos, dos puntos de luz maligna, perforaban la oscuridad.

  Alex, con el corazón latiendo descontroladamente, corrió hacia su auto. Cada paso parecía prolongar la persecución, como si las sombras mismas intentaran atraparlo en su abrazo gélido. La risa siniestra resonaba en su mente, convirtiendo la huida en una danza macabra.

  Finalmente, llegó a su auto y, con manos temblorosas, intentó encender el motor. Las sombras se cerraron a su alrededor, y la risa alcanzó un tono frenético. Desesperado, iluminó el entorno con la linterna de su celular, solo para revelar sombras que se retorcían como espectros de la oscuridad.

  Cuando las luces del estacionamiento parpadearon y se restauraron, las sombras se desvanecieron como humo. Alex, empapado en sudor y temblando, se encontró de nuevo en la realidad. La persecución había sido real? ¿era solo un sueño?

  Su padre estaba golpeando la ventanilla del automóvil para despertarlo.

Alex despertó sudando y agotado como si su pesadilla hubiese sido vívida y real. Su padre al instante subió al auto y sin hablar nada salieron del Hospital rumbo a su casa.

  El susurro del viento acariciaba las hojas de los árboles mientras Alex y su padre recorrían el camino de regreso en el oscuro pueblo de Noralti. El asiento del auto era reconfortante, y Alex se hundió en él, sin dejar de pensar en su supuesta  pesadilla. Sin embargo, el suave murmullo del motor no lograba disipar completamente la inquietud que se había apoderado de él.
 
De repente, una voz lejana, pero intensa, rompió la quietud.
 
  -¿Te sientes bien?

Alex, con la mente aún nublada, asintió.

-Sí, solo fue... fue una pesadilla.

-Algunas pesadillas pueden ser más reales de lo que pensamos....

Era broma hijo mío. Recuerda que estuviste mucho tiempo en cama y hay cosas que afectan por más tiempo.

  Alex, confundido, intentó ignorar la extraña intensidad en las palabras de su padre.

-¿Te acuerdas de algo específico de esa pesadilla?

-Solo sombras y risas... nada más.

- Las sombras a veces dejan marcas en la realidad.

La conversación tomó un giro inesperado, y Alex se sintió atrapado en un juego de enigmas aunque luego su padre intentara dejarlo ver como otra broma pesada.

La confusión de Alex aumentó, y mientras miraba por la ventana, intentando asimilar lo ocurrido, notó una extraña sensación en su espalda. Un cosquilleo incómodo que lo hizo mirar hacia atrás.

  Aunque estaba en su espalda y no era notable, Alex tenía un rasguño que dejaba claro que su pesadilla le había dejado huellas. ¿Serían huellas que su padre le dejo saber en un tono extraño?

 

"Las sombras de Norialti" Libro 1: "Despertar en el Tiempo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora