"Las sombras de Norialti" Libro 1: "Despertar en el Tiempo"

Capítulo 4: El Velo de las Sombras

La biblioteca abandonada susurraba secretos mientras el grupo se sumergía en su investigación. Los estantes crujían bajo el peso del conocimiento antiguo, y la tenue luz de las velas revelaba polvo danzante en el aire. Cada paso resonaba en la vastedad del lugar, como si las paredes mismas guardaran susurros olvidados.
Maya, con la página del libro en la mano, guió al grupo hacia una sección oculta. Allí, entre tomos olvidados, encontraron un rincón donde el polvo y el tiempo parecían haberse aliado para esconder algo. Liv, con su mirada aguda, descubrió un grabado en la madera del suelo. Era el mismo símbolo que Alex había visto en su pesadilla.
Eli, con su voz llena de curiosidad, dijo:
—Este símbolo está aquí por una razón. No es una simple decoración. ¿Podría ser una entrada a algo más profundo?
   Decidieron seguir la pista del símbolo y, con cautela, movieron una pesada estantería que reveló una escalera descendente. Una oscuridad insondable los recibió, pero la necesidad de respuestas superó cualquier temor. Descendieron hacia lo desconocido.
  A medida que avanzaban por túneles subterráneos, la atmósfera se volvía más densa, como si estuvieran adentrándose en la misma oscuridad de sus pesadillas. Finalmente, llegaron a una caverna iluminada por un resplandor tenue. En el centro, un altar antiguo sostenía un extraño artefacto.
   Maya, con voz temblorosa, dijo:
—Este artefacto... creo que es una clave. Una clave para entender el ritual de las sombras.
Las sombras de la caverna parecían cobrar vida propia mientras la intensidad del resplandor aumentaba. Alex sintió que algo ancestral estaba despertando ante su presencia. El artefacto, tallado con inscripciones, emanaba un poder antiguo.
  En ese momento, sus mentes fueron invadidas por una visión compartida. Vieron a los habitantes de Noralti, siguiendo el mismo ritual de las sombras que Alex había soñado. Pero esta vez, las capuchas caían, revelando rostros conocidos. Gente que creían de confianza estaba sumida en la oscuridad del ritual.
 
La visión desapareció, dejando al grupo en un silencio pesado. Se miraron entre sí, sintiendo que habían cruzado un umbral peligroso. La revelación de que personas cercanas estaban involucradas en el misterio desató una tormenta de preguntas sin respuesta.
  Lejos de respuestas, los chicos quedaron  sintiendo que habían descubierto apenas la punta del iceberg y que, tras las sombras de Noralti, se escondía un secreto más oscuro de lo que podrían haber imaginado.