No habrá papas con chile

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DATOS:
1) —Diálogo —

2) "pensamiento del prota"

3) "Algún anunciante, noticiero o diálogos de personas exterior como:
opiniones públicas, FLASBACK, ETC".



¡¿Blukic y Driba, pero que les pasa?! —exclamó por la repentina salida de los galvan's del laboratorio, quienes salieron corriendo, ocasionando que casi se tropiece, sin embargo, antes de que pudiera decir algo más un estallido luminoso envolvió toda la sala quedando vacía.



En el corazón de la ciudad que nunca duerme, la luminosidad del sol de la mañana acaricia los altos rascacielos de Nueva York, pintando de tonalidades doradas las fachadas de cristal y acero

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En el corazón de la ciudad que nunca duerme, la luminosidad del sol de la mañana acaricia los altos rascacielos de Nueva York, pintando de tonalidades doradas las fachadas de cristal y acero. Bajo el manto azul del cielo, las calles bulliciosas de la Gran Manzana dan vida a una sinfonía de sonidos urbanos. El constante zumbido de conversaciones se entremezcla con el suave murmullo del tráfico, creando una melodía única que acompaña a cada paso de aquellos que se aventuran por las aceras.

Las aceras, impolutas bajo la luz del día, son testigos del ir y venir de los neoyorquinos en su rutina diaria. Hombres y mujeres de todas las edades, ataviados con un variopinto espectro de trajes y estilos, se mezclan en una danza cosmopolita de caminatas decididas y pausadas, todos con destinos diversos en mente. Los rayos del sol danzan entre los rascacielos, proyectando sombras que se deslizan sobre las aceras como dibujos fugaces.

Los imponentes edificios se alzan majestuosos hacia el cielo, sus fachadas reflejando destellos de luz que resaltan la arquitectura única de la ciudad. Algunos de ellos, auténticos colosos de acero y vidrio, sirven como oficinas para los ambiciosos emprendedores, mientras que otros albergan restaurantes y cafeterías que despiertan los sentidos con aromas tentadores. Esos lugares, enclavados en la vibrante urbe, invitan a los transeúntes a tomarse un respiro, a disfrutar de un café o a saborear un almuerzo con vistas al inconfundible horizonte neoyorquino.

En esta mañana tranquila, los parques y plazas ofrecen refugio a aquellos que buscan un momento de serenidad en medio del bullicio urbano. Bancos y zonas verdes se convierten en oasis de calma, donde los ciudadanos se relajan entre risas y charlas, creando un contraste armonioso con la energía frenética que caracteriza a Nueva York.

La ciudad, en este momento efímero de quietud diurna, parece estar en pausa, como si contuviera la respiración antes de sumergirse nuevamente en el ritmo acelerado de la vida citadina.

Sin embargo, de todos los lugares mencionados donde daba una vista majestuosa o tranquilidad, nuestro héroe apareció repentinamente en el tejado de un edificio no tan nuevo que digamos.

—¿Pero qué?.. —observó la vista del panorama que tenía al frente, dándose cuenta de que ya no estaba en la base de los plomeros, si no en Nueva York y sin indagar un poco más decidió salir del lugar y dirigirse al lugar donde fue sacado por una especie de teletransportador.

Un héroe en su NO Nueva YorkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora