Mamá.
Podría preguntarte mil veces por qué jamás estuviste presente y jamás desarrollaste tu maternidad como deseaba...sin embargo, tus explicaciones no cambiarían lo anulada que me sentía viviendo contigo y con ese hombre, que según tú decías era tu marido.
Bueno, para mí era un pederasta, acosador de niñas y maltratador...y el violador de mi hermana.
Déjame decirte que sabes que tengo razón sobre esto que estoy diciendo, tú misma lo has vivido innumerables ocasiones. En tus carnes viviste lo que es que te pisoteen, no le den valor a tu palabra, jueguen contigo, y se aprovechen sexualmente de ti. Pero, mi pregunta es:
¿Por qué cojones permitiste que ese señor se aprovechara de mi hermana? De tu propia hija.
Y tú eras cómplice.Me hace gracia porque, cuando salí de esa pesadilla con tan solo dieciséis años, os creíais en el derecho de llegar al punto donde sabíais que estaría, amenazando a los que me cuidaban y me daban el hogar que siempre he merecido y que tú jamás me diste.
Porque antepusiste un hombre, antes que tus hijos.
Llorando te pedí miles de veces que te separaras de él.
Fuiste testigo de las veces que acabé en el hospital porque quería desaparecer y dejar de sufrir, estaba cansada de cargar con el pasado y ese amargo presente al que me enfrentaba.
Y a pesar de todo esto mencionado, jamás te importaron los sentimientos de tu propia hija, antepusiste tu situación económica antes que la salud mental de tus propios hijos.Actualmente, me causa escalofríos imaginar qué habría sido de mí si hubiera continuado una sola semana en ese infierno.
Te llevé ante la justicia muchas veces y jamás fui escuchada.
Tu manipulación y victimismo ante el juez siempre te salvaba del castigo que merecías.Hasta el día en el que cumplí la mayoría de edad y volví a denunciarte, pero esta vez no fui sola.
Con los siete testigos, mi abogado y los informes médicos, fue como jodí tus intentos de huida.
¿Y sabes qué? Te lo merecías, por perra.
Por eso fue que mirándote a los ojos, le dije al juez que iba a continuar con la denuncia y que quería que pagaras esos daños causados.Vergüenza ajena es lo que sentí al momento en que dictaron sentencia y te juzgaron, te volviste loca e incluso faltaste el respeto a las autoridades que tenías frente a ti.
Pero para ese entonces ya lo habías dejado todo más que claro.
Así que si, tu sola te hundiste al ver que tu propia hija te había destruido.
Bueno, eso sucedió a causa de subestimarme.
Recuerda ese día, antes de salir de casa con dieciséis años, te hice una promesa.
Y fue que un día pagarías con sangre y dolor, el sufrimiento que le habías causado a tus propios hijos.Y lo estás haciendo.
Pero no creas que esto ha acabado aquí.Aún queda que ese tipo que tocó a mi hermana, que me llevaba de palizas, y con el que me obligabas a exhibirme en ropa interior y bikini, y él me miraba con morbo...aún falta que él pague. Y tú volverás a pagar junto a él.
Disfruta del tiempo que tengas de seguir fingiendo ser la mejor madre del mundo, la que sus hijos trataron mal, mientras puedas.
Antes de que te lleve ante el juez de nuevo, pero si eso pasa, créeme que te pudriras en la cárcel y sabrás lo que es haberlo perdido todo. Así como yo sentía en aquel momento que empezasteis a maltratarme, haberlo perdido todo.
ESTÁS LEYENDO
MEMORIAS.
Non-FictionÉste es un libro autobiográfico, todo lo que leerás a continuación ha sido escrito desde lo mas profundo de mi mente. En cada capítulo hay plasmados sentimientos muy profundos, emociones que a su vez pueden resultar intensas, también son complicadas...