Capitulo 8: Esto recién comienza

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Cuando su madre cortó la llamada desde el otro lado, Valeria se dejó caer en su sillón demasiado cansada. Allí, otra vez, Vasti la había obligado a asistir a otra de sus patéticas tarde de té con sus amigas mayores y con el único propósito de presentarle algún hijo de estas. Hacerlo su novio y luego su futuro marido. El padre de sus hijos si de paso pedía algo más.

Valeria estaba acostumbrada a esas clases de reuniones, nunca ponía oposición al asistir, de la misma manera en que solo cruzaba un cordial saludo con los muchachos y nada más.

No comprendía por qué aún su madre se empeñaba en molestarla en ese aspecto. Desde hace tiempo que toda su familia sabe su orientación sexual, nadie, a excepción de su madre, se interponía en ese aspecto de su vida.

Tomó el cojín de color piel y lo colocó sobre su pecho, hundiendo su boca en él y tratando de olvidar lo que le pasó a Yuri la mañana del día anterior.

Sí, la chica podía ser odiosa en su máximo esplendor, pero la caída que ella presenció fue demasiado violenta y podría haber tenido consecuencias de igual magnitud, ¿Asistiría a clases el viernes?

'Maldición'- pensó como pocas veces, aun quedaban tres días para averiguarlo.

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-Señorita Ramírez, que gusto volverla a ver, pase, por favor -Marta, la empleada de confianza que trabajaba para sus padres, la atendió con su típica sonrisa y calidez de madre que a su hijo le daba pero que él no quería recibir.

-Hola Marta, ¿Cómo has estado? - la saludó ella con felicidad.

-Muy bien, gracias hija, en la sala su madre.

-Déjame adivinar, ¿Al menos hay unos cuatro?

-Con precisión, mucha suerte, niña -contestó la mujer antes de cerrar la puerta y dejar a Valeria sola en el pasillo para que caminara hasta dónde estaba su madre.

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Con unos pasos más, ingresó en la sala llamando rápidamente la atención. Como había comentado con Marta, cuatro muchachos apuestos estaban parados al lado de los sillones. En ellos, lo que ella dedujo, estaban sentadas su respectiva madre.

-Buenas tardes -saludó con cordialidad quitándose su abrigo y acercándose a estrechar la mano de cada presente- Mamá, ¿Me presentas a tus amigas? Por favor.

-Claro, hija -dijo su madre con su típico tono soberbio creyéndose la dueña del mundo. Valeria asentía casi perdida ante los apellidos y los nombres de los chicos -Él es Enzo, el mayor de los Cooper, tiene tu edad, hija, en dos años terminará su doctorado y comenzará a ejercer, enséñale la casa, por favor. —Claro -respondió la chica entre dientes. Al parecer, ese día, su madre se había decidido por un chico atlético, de tez clara y con una sonrisa casi invisible. Valeria rió, cuando les hablaba con sinceridad al llegar a la planta alta de su casa, sus pretendientes no volvían nunca más- Ese cuadro lo pintó papá, con ayuda de mi tío, ambos aman el arte al igual que yo -dijo Valeria al llegar al final de las escaleras. Cuando volteó, el chico observaba sin disimulo su espalda. Y más abajo.Mucho más abajo.

-Vaya, señorita Ramírez su madre me comentó de su belleza, pero he quedado impresionado, es una chica muy guapa -aseguró él acercándose con las manos en los bolsillos de su pantalón de traje y arrinconándola contra una de las paredes-Además, sus ojos son preciosos.

-Si, lo sé, los veo a diario en el espejo -dijo ella alejándolo por el pecho. Cuando la distancia era considerable, volvió a hablar- Pero tengo novia.

-¿Perdón?

-Lo que escuchó, llevó casi tres años en una relación con una chica, a la cual amo y respeto -Valeria apretó sus labios al ver la cara del chico, recordó a Ramirito, aquel alumno que solía poner cara de confusión todo el tiempo.

Lenguaje del amor-YuleriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora