Capitulo 17: Límite

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Podía ser imaginario, literal, confuso o tal vez todo lo contrario, tal vez estaba allí pero ella estaba intentando no pisarlo, no mirarlo y, si podía, olvidarlo. Pero no. El límite se paseaba bajo sus piernas, dentro de su cabeza y contra su pecho como un fuerte golpe.

En dos días la habían visitado todo tipo de sentimientos, inclusive algunos todavía la acompañaban y parecía fundidos en su cuerpo sin deseos de alejarse; todo lo contrario, se distribuían en exceso y se estancaban en su inconsciente, el único lugar no permitido para hacerlo y, aunque quería deshacerse de ellos, allí estaban, solo para burlarse de ella cuantas veces se le diera la gana.

Yurielkys Ojeda había vivido en carne propia aquello que llamaban los locos, su locura de amar, los celos. No podia negarse a sí misma y era hora de que en su intimidad lo acepta de una vez, Néstor Cabrera le genera fastidio solo porque lo veia como su peor competencia, Sana y Sami lu estaban de acuerdo en que el era el chico más guapo de la escuela y, aunque a ella no le interesaba de esa manera, otras sí lo hacian. Y demasiado.

Y Valeria Ramírez no era la excepción.

El lunes, después de ver la partida de Valeria en otro auto acompañada supo una sola cosa, si la pelinegra la rechazaba solo por una mala actitud algo en su interior se removía y la ponía de mal humor, la lanzaba al ataque y terminaba respondiendo de manera puramente defensiva. Valeria parecía una pared que la arrastraba a un límite con ganas de tirarla al otro lado pero ella se sostenía de dónde podía. Y no sabía hasta cuando iba poder evitar ser arrojada.

Era la primera vez que le afectaba el trato distante de una profesora y su castigo, porque Valeria la castigó a ella y Néstor terminó ileso de su propia broma.
Eso la molestó, las cosas entre ellas estaban cambiando y no quería que eso pasara. Valeria la hacía sentir bien; con una sonrisa le encogía el corazón y cuando decía su nombre le erizaba la piel.

Estaba llegando otra vez al límite de otra cosa y estaba comprendiendo cual pero no quería aceptarlo.
No si eso no implicaba que Valeria pensara exactamente lo mismo.

Por eso, después de darle vueltas a sus pensamientos, ese miércoles se levantó dispuesta a hablar con ella.
No compartiría hora en su salón con la profesora pero Valeria asistiría al Instituto para otra clase.

Se colgó la mochila al hombro y, después de decirle a Freyder que la esperara adentro, ella se recargó contra la alta tapia que sostenía el escudo del
McKinley, sobre la vereda y a pasos de la calle. Valeria no podía fingir no verla.

Se mordió los labios quitando los nervios, luego los movió de arriba a abajo y terminó por pasar miles de veces su lengua por su labio inferior; solo para apaciguar el momento y esperar a que una mini Cooper apareciera. Suspiró aliviada cuando la vio doblar la esquina. Llevó las dos manos a la tira de su mochila y se irguió para que la espera llegara a su fin.
Valeria la vio y terminó por estacionar contra la vereda de en frente. Tragó fuertemente varias veces y permaneció de pie al verla bajar, tomar sus cosas y luego caminar hacia ella.

Su estómago le dio un fuerte golpe cuando vio a Valeria sonreír. La mayor volvía a sonreírle y para ella era más importante que cualquier medicina que pudiera inventar. Apenas dio un paso a ella cuando tuvo que mover la cabeza al ver el auto nuevamente en marcha y alejándose. Descubrió, en apenas una milésima de segundo, a un hombre manejarlo y luego escuchar la bocina ser tocada dos veces.

Valeria le acarició el hombro sacándole otra vez de aquel mar de sentimientos; los celos.

-Buenos días Yuri ... ¿Cómo estás hoy? -ella alzó la vista, estúpida sonrisa que quería borrar si aquel desconocido era el autor de la misma. Se quitó de su vista con un movimiento brusco y dio media vuelta.
Los impulsos eran lo único que podían combatir contra aquel interés extremo que tenía sobre Valeria.

Lenguaje del amor-YuleriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora