- Así que, este es el chico.
Elyan asintió, hinchando el pecho de aire a pesar de estar prácticamente temblando. Desde el día de la boda de su hermana y su reencuentro con Bianca, su relación había ido avanzando poco a poco. Se habían estado escribiendo cartas desde entonces y había podido verse en varias ocasiones.
Y en ese mismo instante Elyan se encontraba en la pequeña casa de Bianca, en una sala-comedor más pequeña que la suya y frente al padre de Bianca, un hombre alto y fornido que jamás habría sabido que estaba emparentado con la joven si no se lo hubiesen dicho.
- Elyan Aberdeen, señor. Es... un placer conocerle.
- Ojalá pudiese decir lo mismo.
- Papá. - Bianca reprendió a su padre con dulzura y una simple mirada bastó para conseguir que el hombre dejase escapar un suspiro y relajase los hombros. - Pasa, nuestra casa no es muy grande, pero para los que somos es suficiente. Y la comida tampoco es que esté deliciosa, mi esposa era la que realmente sabía cocinar.
Elyan asintió, relajándose en el acto. Aquel hombre no parecía ser tan aterrador y estricto, por la forma en la que su voz se había suavizado cuando había mencionado a su esposa... Además, había tenido a una hija como Bianca.
- Mi padre teme que me case con un hombre que no me ame de verdad. - Explicó la joven con una sonrisa distante. Su padre siempre le había protegido, mucho más desde que su madre murió.
- Le puedo asegurar, señor, que realmente amo a su hija.
- Eso no es lo único que importa, no sabes la responsabilidad que es casarse, ni la de llegar a tener hijos.
- Tengo dos hermanos pequeños. Sé que no será algo que pueda compararse pero... Los he cuidado desde que recuerdo y los he protegido. Estoy más que dispuesto a hacer lo mismo, incluso más, por Bianca.
El hombre dejó tres cuencos en la pequeña mesa que había en la sala y acto seguido llevó una pequeña olla, que también apoyó en la mesa.
- Bianca habla muy bien de ti y supongo que no puedo evitar que estéis juntos. Solo espero que no se equivoque contigo, muchacho.
- No lo hago, papá. - Respondió la joven con una sonrisa y tono melodioso.
- No le daré... razones para pensar eso, señor.
- Eso espero.
FIN
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La Selección: Historias secundarias
RomanceAquí se recogen diversas historias secundarias de la Selección, la Élite y la Corona. Si aún no has leído esas tres historias, corre a mi perfil y léelas o no podrás disfrutar de estos pequeños y mágicos fragmentos. Si ya has leído las tres histori...