Los doctores le habían dicho que su cerebro aún estaba afectado por el accidente, pero que no era una lesión grave. Es más, le habían asegurado que tras unos días, la sensación de confusión se desvanecería.Tenían parte de razón, pues la amnesia que sufrió Minho tras despertar del coma duró apenas un día. Reconocía a sus padres, pero no era capaz de nombrar su instituto y estaba convencido de que aún vivían en la casa de su infancia. Tardó unas horas en darse cuenta de que había olvidado momentáneamente sus recuerdos a corto plazo, sólo necesitó descansar para que todo en su mente se amueblara de nuevo.
Aún así, Minho todavía sentía una extraña sensación de confusión constante. Incluso sabiendo de sobra su dirección, dudaba antes de introducir la llave en la puerta. O se quedaba un rato observando el pasillo, tratando de verificar con algún recuerdo que, efectivamente, el baño estaba a la derecha. Sus padres le habían dicho que no se preocupara, que se le pasaría. Pero no.
Habían pasado dos semanas desde el accidente. En teoría, Minho ya podía ir a clase sin problema, pero aún no había vuelto. Se vestía con su uniforme cada mañana, pero no iba. En su lugar, caminaba junto al río hasta una vieja tienda de comestibles, a un lado del camino. El dueño era un anciano que se pasaba el día viendo la televisión y que parecía odiar tener clientes, pues interrumpían sus programas. No le importaba que un estudiante malherido se sentara frente a la tienda, mientras no entrara a molestarlo.
A Minho le gustaba ese lugar: estaba apartado del ruido de la ciudad, aquel que tanto le irritaba. Allí podía sentarse tranquilo y observar a los que pasaban, o tumbarse en la hierba para echarse una siesta. Era un lugar tan cómodo que empezó a olvidar su responsabilidad de regresar a la escuela.
En una ocasión, estaba durmiendo. O eso intentaba: la luz del sol atravesaba sus párpados y la brisa le daba escalofríos. Pero, sobretodo, oía algo lejano, como unas voces. No era capaz de diferenciar si eran voces reales o parte de su imaginación, pero le impedía conciliar el sueño, así que abrió los ojos. Se encontró con las copas de los árboles moviéndose suavemente y con los rayos del sol acariciando sus heridas. Era una sensación reconfortante y sintió ganas de cerrar los ojos de nuevo.
Sin embargo, una voz lo despertó del todo:
—¿Por qué no viniste?
Minho supo de inmediato que esa voz sí era real. Se levantó del suelo y buscó la procedencia de esa voz. Frente a él, no había nadie.
—¿Quién…? —empezó, pero notó una presencia a su lado. Se giró y vio a un chico sentado junto a él, observándolo.
—No, que por qué no viniste a clase hoy —volvió a decir el chico—. Al profesor de arte le dio pena. Yo quería dibujar una cara bonita, pero como tú no viniste… ¿Quién era? —El chico hizo una breve pausa antes de volver a mirarlo—. Jin-young, dibujé su cara.
Se llevó un dulce a la boca y comenzó a comer como si nada. Minho lo miraba confuso, pero el chico no parecía notarlo. Extendió su mano para darle otro dulce, el mismo que él comía, y Minho lo aceptó sin decir nada.
El chico era alto, con el cabello rubio rozando sus hombros. Sus ojos estaban muy abiertos, observando a Minho de reojo cada poco, como si estuviera esperando una respuesta. En su uniforme llevaba una placa de identificación, justo como Minho, en la que ponía: Lee Yongbok.
¿Conocía a algún Lee Yongbok? No estaba seguro. El rostro del chico le resultaba vagamente familiar. Los efectos del accidente debían de continuar afectando su memoria y se sintió mal por estar olvidando a este compañero de clase, pues parecía interesado y preocupado en él… Algo que dudaba del resto de sus compañeros de escuela.
Minho se limitó a comer el dulce que le acababa de dar en silencio. Prestó atención a su alrededor, como siempre había hecho: en los sonidos de los pájaros, de los transeúntes y de las hojas al chocarse por la brisa. Aquellos sonidos lo relajaban, tanto que se olvidó de la presencia del chico, Yongbok, hasta que éste se levantó y comenzó a caminar hacia la salida. Minho pensó que se iría sin más, pero se volvió hacia él y le preguntó:
—¿Quieres dar un paseo?
Minho no respondió de inmediato, aunque Yongbok no parecía tener prisa por obtener sus respuestas. Tomó un bocado más al dulce y asintió, antes de levantarse y caminar junto a este chico desconocido que ya no parecía tan desconocido.
Debían de ser amigos cercanos, porque Yongbok no parecía incómodo ante el silencio que se formaba entre ellos. Debía de ser alguien que lo conocía bien, alguien que sabía que Minho no era hablador. Caminaban en silencio, pero con normalidad.
Tras un rato, Minho notó que Yongbok desviaba la mirada del frente y la dirigía hacia él. Pero no hacia su rostro, sino hacia sus manos. Minho no se atrevió a mirarlo, aún con la vergüenza de no poder recordar al que probablemente era su único amigo, así que esperó a que el otro dijera algo. Y así fue:
—Por cierto, ¿por qué quieres ser actor?
Minho se sorprendió, pero trató de no mostrarlo. Nunca le había contado a nadie sobre sus sueños de ser actor, ni siquiera a su familia. Era algo que se reservaba a sí mismo, ensayaba solo y nunca se presentaba frente a más gente porque no creía ser lo suficientemente bueno. No quería que lo ridiculizaran, así que su único espectador era su propio reflejo en el espejo de su cuarto.
Se preguntó por qué Yongbok había sacado eso a coalición, pero pronto se dio cuenta de que en su mano izquierda llevaba unos papeles.: la obra que se había estado aprendiendo hasta antes del accidente. Aún no había reunido las fuerzas para continuarla, pero aún así la llevaba a su nuevo escondite con la esperanza de volver a sentir ganas de actuar, pero los papeles siempre se quedaban sin tocar.
No era que Minho no quisiera actuar, porque eso era lo que más le gustaba en el mundo y estaba seguro de que en ese momento necesitaba el confort que la actuación le brindaba más que nunca. Pero ahora, por las heridas que aún tenía en el rostro por el accidente, no se atrevía ni a mirarse al espejo. Además, ya no sentía la misma ilusión por aquel guión. Tal vez esa obra ya no fuera la que necesitaba, después de todo lo que había pasado.
—Hm… —Minho trató de encontrar una respuesta que fuera más allá del "porque me gusta actuar". Tenía claro de que era más que eso, pero dudaba poder encontrar las palabras adecuadas.
Observó a las personas que pasaban por su lado, algunas corriendo, otras paseando en parejas, otras con sus perros. Todas parecían felices y despreocupadas. No necesariamente debían sonreír para que Minho llegara a esa conclusión, pero podía verlo en sus movimientos, en su forma de caminar y de hablar, incluso en la manera en la que miraban a su alrededor. Los árboles verdosos hacían que la escena se viera más natural, más tranquila. El río que pasaba por su lado iba lento, añadiendo otro elemento calmante más al ambiente. Por detalles como aquellos, a Minho le gustaba tanto el lugar. Podía olvidarse del recuerdo que lo atormentaba y de las miles de preguntas que le esperaban al llegar a casa, o incluso de las que le esperarían él día que decidiera volver a la escuela. En aquel paseo se sentía…
—Libre —dijo en voz alta, aún sin mirar a Yongbok—. Me hace sentir libre. La actuación, quiero decir —aclaró, aunque Yongbok estaba mirando al suelo ahora—. Puedes ser diferentes personajes. Y cuando veo a los actores es como que siento que veo un gran mundo a través de la ventana.
Por fin, se atrevió a mirar a Yongbok. Sus ojos se encontraron rápidamente con los de su amigo, lo cual lo hizo sonreír, sin saber muy bien por qué. Quizás era por recordar lo que la actuación le hacía sentir o por la conocidas que sentía al estar caminando junto a Yongbok. Ambos sentimientos eran reconfortantes y Minho sintió una calma que llevaba mucho tiempo ansiando, acompañado por una repentina confianza en sí mismo que impidió que su sonrisa se desvaneciera.
ESTÁS LEYENDO
I know the end | SKZFLIX
Fiksi Penggemar«Dreams come true to those who truly want them.» Minho quiere convertirse en actor. Su amigo Yongbok haría lo que sea para que su amigo consiga ese sueño... Lo que fuera necesario. Seungmin quiere que Jisung lo mire, pero Jisung sólo tiene ojos para...