Fantasía en un mundo de pesadillas

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Con Eris

No sé cuanto tiempo estuve inconsciente, lo último que recuerdo era desmayarme frente la puerta de la habitación de Jack pero, en vez de estar tirada sobre una superficie dura y fría, por el contrario, estaba acostad sobre otra que era cálida y muy cómoda. Cuando conseguí abrir los ojos y sentarme me di cuenta al instante de que, ni estaba en el pasillo, ni en la habitación de Jack o siquiera la de Lyon; esta era mucho más grande que las dos anteriores juntas, estaba a dos alturas, una de las paredes era toda un ventanal con persianas de esterilla y balcón, en la pared contraria había un par de armarios que cubrían la mayor parte de la pared y una puerta que estaba entreabierta pero, por lo poco que se podía ver, podía deducir que era un baño. Por último, del techo caía una lámpara que se encendió de repente dejándome ciega por unos segundos y,al desviar la mirada hacia un lado me di cuenta de donde estaba exactamente, era una cama de tamaño king size por lo menos en la que cabrían cuatro personas por lo menos, a uno de sus lados había un escritorio y al otro otro armario pero de menos tamaño.

Si algo era seguro, era que, de quien fuera esa habitación, era una persona bastante dejada ya que había ropa tirada por todos lados y reinaba el desorden. En el momento en el que se me ocurrió mirar hacia abajo y, al ver que llevaba puesta otra ropa diferente al uniforme y... más revelador, se me escapó un pequeño grito que alguien respondió con una gruesa risa por lo que intenté taparme con un cojín. Genial, no estoy sola. Alcé la vista y me topé con leona sentado en un sillón con las piernas abiertas y fumándose un tipo porro sin dejar de mirarme fijamente con una sonrisa burlona en su rostro.

- Buenos días princesa~

- L..Leona?! D..Dónde estoy?! Por qué no llevo puesto mi uniforme?!

- Una a una gatita. Antes de nada, qué tal? Es cómoda mi cama?

- ... Tú cama? Esta es tu habitación?!

- Pues sí y deberías mostrarme más gratitud, sabes, hace un rato te he encontrao tirada en el suelo de uno de los pasillos y me ha parecido buena idea traerte aquí porque no dejo entrar a cualquiera por lo que deberías estar agradecida.

- Ja! Y yo voy y me lo creo.

Conforme iba respondiendo se levantó del sillón y lo arrastró hasta uno de los lados de la cama y yo, por miedo a saber qué haría después, me iba moviendo hacia la parte contraria.