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               𝐀ntes de que los Eones fueran creados, en un universo sin límites, una mujer con un manto divino vagaba por los rincones del cosmos, siendo la única gobernante en la vasta expansión del espacio y el tiempo

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               𝐀ntes de que los Eones fueran creados, en un universo sin límites, una mujer con un manto divino vagaba por los rincones del cosmos, siendo la única gobernante en la vasta expansión del espacio y el tiempo. Se creía que era la única entidad con poder absoluto, pero su verdadera naturaleza era aún más profunda. Desde su nacimiento, la Diosa irradiaba una luz intensa y omnipenetrante que iluminaba todo el universo, disipando la oscuridad y llenando cada rincón con su presencia. Su poder era ilimitado, y su sabiduría abarcaba los secretos más recónditos del cosmos.

Su inteligencia era inigualable, y conocía casi todo sobre la creación y el destino del universo. Sin embargo, su existencia no pasó desapercibida. Seres perversos y malevolos, fastidiados por la luz divina que emanaba de ella, comenzaron a conspirar contra su reinado. A pesar de sus intentos, no pudieron deshacerse de la Diosa. Su poder era demasiado grande, y su conexión con el universo era demasiado profunda. Pero en las profundidades de la oscuridad, algo comenzó a gestarse.

De la nada, surgieron seres aún más poderosos, criaturas que habían absorbido la esencia de la oscuridad y se habían vuelto casi invencibles. Estos seres, conocidos como los Devoradores de Luz, tenían un solo objetivo: destruir a la Diosa y sumir al universo en la oscuridad eterna.

La mujer, a pesar de su fuerza y poder divino, comenzó a sentir el peso de la batalla contra los seres de la oscuridad. Su energía, que una vez había iluminado todo el universo, ahora comenzaba a disminuir. La oscuridad se extendía, dando brecha a los seres para que se triplicaran y la atacaran con renovada ferocidad. Por primera vez en su existencia, la Diosa se sintió fatigada. Su invencibilidad, que había sido una certeza durante eones, ahora se veía amenazada. La carga de defender el universo sola había sido demasiado grande, y su poder comenzaba a declinar.

En un momento de desesperación, la Diosa tomó una decisión desesperada. Con su poder más divino y puro, creó a dos seres humanos: Taicy y Hyro, infundiéndolos con una parte de su esencia. En sus cuerpos, la Diosa depositó una chispa de su poder, esperando que ellos podrían continuar su legado y defender el universo cuando ella ya no pudiera.

Hyro y Taicy, inocentes y sin conocimiento de su destino, fueron creados con un propósito claro. La Diosa sabía que debía esconderlos en un lugar seguro, lejos de la oscuridad que los buscaba. Con un suspiro, la Diosa los envío a un lugar bastante amigable, donde podrían crecer y prepararse para la batalla que se avecinaba. La Diosa sabía que su tiempo era limitado, y pronto sería consumida por la oscuridad.

───Buena suerte. ───deseó la mujer con una sonrisa plasmada en su rostro, al final de cuentas podría decirse que eran sus hijos.

 ───deseó la mujer con una sonrisa plasmada en su rostro, al final de cuentas podría decirse que eran sus hijos

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⏰ Última actualización: Sep 29 ⏰

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𝐉𝐔𝐍𝐓𝐎𝐒 𝐈𝐍𝐂𝐋𝐔𝐒𝐎 𝐃𝐄𝐒𝐏𝐔𝐄𝐒 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐌𝐔𝐄𝐑𝐓𝐄 ❙ HsrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora