Capítulo 8

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Por fin había dejado de llover.

Tras semanas de aguaceros y días de cielos nubosos, por fin hacía un día espléndido, con cielos azules y un sol abrasador, y Zoro pensaba disfrutarlo. Ya tenía todo lo que iba a necesitar metido en una bolsa e incluso había dedicado tiempo a programar el viaje en su GPS: no había forma de perderse.

Calzándose un par de chanclas, Zoro terminó de ponerse una gorra de béisbol negra mientras salía de su habitación. Sanji tenía el día libre en el trabajo, y Zoro tenía la intención de arrastrarlo con él. Las cosas no habían cambiado mucho desde la noche en el bar, pero Zoro no esperaba que lo hicieran.

No le había comunicado a Sanji su decisión... y nunca lo haría.

Al encontrar al rubio en la cocina, Sanji estaba vestido modestamente con un par de pantalones cortos de color caqui claro y una camisa de vestir blanca, disfrutando de una taza de té mientras hojeaba el periódico de esa mañana. Levantó una mano cortés a modo de saludo, pero por lo demás permaneció imperturbable. Zoro se apresuró a coger la comida y las bebidas que había preparado la noche anterior y las metió en una nevera antes de dar la vuelta a la isla para importunar al rubio.

Dejando su té, Sanji se aseguro de colocarlo meticulosamente en el platillo antes de mirar a Zoro y asimilarlo. La mirada se detuvo por un largo momento. Luego la mano de Sanji se apartó como ofendida, y su nariz se levantó con disgusto: "Bonitos pantalones cortos".

Mirando hacia abajo, Zoro inspeccionó sus pantalones favoritos -aunque desgastados-, y luego volvió a mirar a Sanji y le preguntó: "¿Qué tienen de malo?".

"Bueno, para empezar, son pantalones cortos". Apoyando la barbilla en la mano, Sanji observó a Zoro con una mirada risueña: "Segundo, son de camuflaje. Y tercero, tienen más agujeros que un queso suizo".

Cruzándose de brazos, Zoro miró a Sanji con el ceño fruncido.

"Bien, gracias por tu opinión." Exhalando la respuesta con una risa sentenciosa, Sanji se burló y volvio a coger su té. Tomó un sorbo mientras echaba un vistazo a Zoro y observaba con un tono moderadamente mordaz: "De todas formas, ¿por qué vas vestido como un guía de safari?".

"Quería ir a hacer algo hoy".

"Vale". Volviendo al periódico que tenía delante, Sanji pasó una página con altanería y volvió a hojear los artículos con un murmurado: "Bueno, pásalo bien".

"Quiero que vengas conmigo".

Sanji dirigió una mirada suspicaz a Zoro.

Zoro se la devolvió con una obstinada.

"¿Con este calor?" Dejando el té, Sanji miró a Zoro con incredulidad, y cuando asintió, Sanji se burló. Extendiendo el brazo y retirándose dramáticamente la manga, Sanji dejó al descubierto su pálido antebrazo y preguntó: "¿No lo ves? Estoy ardiendo"

Frunciendo el ceño ante el comentario, Zoro se abstuvo de decir nada y en su lugar se dirigió al armario del pasillo cercano, rebuscando en él hasta encontrar lo que buscaba. Caminando de nuevo hacia Sanji -que le observaba con curiosidad mientras apoyaba de nuevo la barbilla con altanería en la mano-, Zoro levantó el objeto y anunció con orgullo: "Tengo un paraguas".

"Eso sería un parasol". noto Sanji entre sus dedos.

Al darle la vuelta y echarle un vistazo, Zoro frunció el ceño antes de volver a levantar la vista: "Bastante seguro de que es un paraguas".

"No, estaba siendo condescendiente..." Cortándose a sí mismo, la mano de Sanji se deslizó hacia arriba hasta que se tapó los ojos y soltó un pequeño suspiro. Al cabo de un momento, dejó caer la mano sobre la mesa y se dirigió a Zoro: "¿No se supone que eres culto y rico?".

Parasol - ZosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora