Parasol - Zosan

Capítulo 9

Despertándose sobresaltado, Zoro se deslizó de la silla y aterrizó con un ruido sordo en el suelo de la cocina. Abrió un ojo entre gemidos. La luz de primera hora de la mañana bañaba la habitación con un resplandor dorado, y tardó un minuto en recordar que se había quedado dormido en la encimera y no en la cama. Después de eso, los acontecimientos de la noche anterior volvieron a su mente y también sus inquietantes sentimientos.

Su boca se torció hacia abajo con tristeza.

Todo seguía pareciéndole surrealista... y estaba tan falto de respuestas como la noche anterior. No había planeado nada de esto; no había planeado enamorarse de Sanji, o que sus sentimientos los metieran en este lío, o terminar pagando por Sanji. Y, desde luego, no había planeado que todo esto hiciera que Sanji se enamorara de él... Zoro empezaba a sospechar que su afición a improvisar no siempre era la mejor solución...

Pero Sanji lo quería.

Eso debería haber sido algo bueno; entonces, ¿por qué Zoro se sentía peor?

¿Por qué parecía que lo complicaba todo?

Levantándose y frotándose distraídamente la nuca, Zoro hizo una pausa en su enfurruñamiento cuando la manta que le cubría los hombros se deslizó. Cayó al suelo a su alrededor. Zoro no recordaba haber tenido una manta cuando se desmayó anoche, lo que significaba...

Zoro alargó una mano para tocar la tela con cariño, y sintió que se le dibujaba una suave sonrisa en los labios ante aquel movimiento reflexivo. Un momento después ya estaba de pie. Arrojó la manta sobre el respaldo del sofá y se encaminó por el pasillo hacia la habitación de Sanji.

Arma un plan---él necesitó hablar con Sanji.

Parandose en la puerta de Sanji, levanto una mano para llamar antes de pensarselo mejor. Su mano se detuvo sobre la madera. Alzar la mano era una cosa, pero necesitaba algo que decirle al hombre cuando abriera la puerta. Un "Hola" parecía lamentablemente anticlimático, pero un "Yo también te quiero" no tenía sentido, dado lo destrozado que estaba Sanji la noche anterior. Mientras Zoro se debatía entre disculparse directamente, ya llevaba varios minutos delante de la habitación de Sanji y seguía sin saber qué decir.

Un timbre alarmante sonó en su bolsillo.

Con los ojos desorbitados, Zoro casi se alejó corriendo de la puerta de Sanji mientras se sacaba el teléfono del bolsillo y contestaba a la llamada. Se metió en la seguridad de su habitación. Respiró hondo para no sufrir un ataque al corazón, al tiempo que trataba de escuchar en el pasillo cualquier señal de que hubiera despertado a Sanji... Sólo cuando estuvo seguro de que no oía ninguna señal de movimiento, Zoro levantó el teléfono y susurró en el auricular: "Sí, ¿qué?".

"Eh, hombre..." Hubo un segundo en el que Zoro tuvo que darse cuenta de que era Ace... Por suerte, Ace se detuvo al oír el tono de pánico de Zoro. Tarareó un momento. Y cuando habló, su voz se tiñó de una sonrisa: "Eh... ¿dónde estás?".

Frunciendo el ceño, Zoro murmuró: "En casa".

"¿Te quedaste hasta tarde?"

Zoro estaba confundido.

"...no."

"De acuerdo." Risitas causando un poco de estática a través de la línea. "Ven aquí ya."

Los segundos pasaban... Al cerebro adormecido de Zoro le costaba mucho entender de qué hablaba Ace. Considerando todo lo ocurrido con Sanji, Zoro tenía preocupaciones mayores. Justo cuando Zoro estaba a punto de preguntar qué quería Ace, se dio cuenta de que era por la mañana y llegaba muy tarde al trabajo.

"Oh, mierd..." No era el día de Zoro. "Estoy en camino."

Terminó la llamada antes de que Ace pudiera responder. Zoro empezó a correr por su habitación: se despojó rápidamente de la ropa de la noche anterior y se puso algo aceptable para ir a la oficina. Casi se tropieza al ponerse los pantalones. Dos veces. Además, estaba bastante seguro de que se había abrochado mal los botones de la camisa, pero no le importaba.