- Seungmin, un niño de tan solo 6 años, en primer año de primaria. Cree que si se casaba, no se separaría de una persona. Ahí es cuando se lo propone a Christopher Banhg, estudiante de último año en su escuela.
- Al crecer y llegar a la Universidad...
Seungmin aquel día, había llegado rápido a su casa, vió solo a Jisung sentado en el sillón y su madre y la de Jisung, cocinaban algo, que al parecer olía tan bien que espertó muy rápido el apetito de Seungmin. Estaba desordenado, su pelo con freeze y sudaba sin parar. Una facción levemente atractiva.
Aquella cena, había sido increíble. Nunca pensó que lloraría tanto por decirle a su madre que se mudaría. Necesitaba dejar su casa para ahorrarle problemas a su madre, de todos modos, no viviría solo. Jisung estaba con el y eso también lo ponía feliz. Quería privacidad, aunque quizás, no tendría tanta, pero no reclamaba; Jisung era su amigo desde la infancia, ambos compartían hasta sus más privados fetiches sexuales.
Seungmin se encontraba acostado en su cama, era de noche. Simplemente normal, o eso quería pensar, se puso a escuchar música, porque a su buen amigo Han Jisung, se le había ocurrido invitar a su novio. Al principio, ni siquiera había notado que estaban follando, hasta que los gemidos de Jisung se hicieron más notorios. Oh, claro que no iba a interrumpir eso.
Estaba demasiado aburrido, que quería quedarse dormido de una buena vez. Pero un mensaje de un desconocido llamó su atención. Abrió su bandeja de mensajes y entró al chat, al ver la foto, no dudo en contestar.
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Sonrió, solo se levantó y se puso sus zapatillas. Dejo sus audífonos allí, podía escuchar aún los gritos y gemidos ahogados de su amigo. Seungmin perfectamente reconocía que era jodidamente caliente, y claro que no lo negaría. Había invitado a un par de chicos mientras vivía con su madre, aprovechaba el tiempo que no estaba. Pero Jisung y Minho lo eran peor, prefería salir que seguir allí.
Estaba vestido con unos shorts deportivos y una camiseta negra larga. Se puso un abrigo y salió de su casa. Durante las últimas semanas que habían pasado, todo estaba jodidamente mal para Seungmin, y no por sus notas en la Universidad. Desde aquel último encuentro con Christopher en el salón, lo había dejado mal. Quería sentir sus manos grandes en su cuerpo, quería que lo azotara hasta no más poder.
Por eso había estado provocándolo y evitandolo. Y eso había colmado la paciencia de Christopher. Verlo conversando con otros chicos le hervía la sangre. Y claro que eso iba a ser un castigo para el pequeño Seungmin, su mensaje tenía un simple objetivo. Traerlo y castigarlo hasta pasar los límites.
No habían pasado más de 10 minutos, cuando Christopher había oído el timbre de su gran hogar. Abrió la puerta y se encontró con Seungmin, podía oír su respiración fuerte y acelerada.
—Te has demorado, Kim —reprochó Christopher, mientras lo miraba con un poco de desprecio.
—No dijiste cuanto debía tardar, tampoco es como si estuviesemos en una clase de Universidad, ¿verdad? —contestó el menor, ordenando su pelo.
