Cada día intentaba llevar la misma rutina que tenía en Wyland, eso me ayudaba a no dejar que mi mente diera riendas sueltas a pensamientos indebidos.
Ver a Heather, trabajar con ella y tener que enseñarle como en algún momento lo deseó, ahora era real, pero muy difícil fingir como si nada hubiera pasado.
Cuando me comunicó que no quería trabajar conmigo porque le dolía estar a mi lado, era exactamente lo que yo sentía, ¿cómo podría no afectarme? Fue entonces cuando estaba dispuesto a verla marchar solo para que se tranquilizara y pensara bien la situación, que esto no tenía que ver con nosotros sino con el caso que debíamos resolver. Justo ahí me llamaron para informar que Aurora Collins una de las sospechosas que compró el esmalte rojo la hallaron muerta en una bodega abandonada en la ciudad.
Llegué al lugar con Heather sin formular ninguna palabra. La bodega estaba llena de forenses analizando huellas y marcando el lugar para que nadie entrara, al medio yacía el cuerpo.
Heather se acercó primero, yo fui detrás de ella y al mismo tiempo nos dimos cuenta de que los mismos patrones se repetían con Fabiola Leiva, «ex compañera de curso de Zephyr», y Mariela Sallow «la chica adolescente que había sido desaparecida de niña y nunca la pudieron encontrar hasta hace poco».
Miré a Heather y parecía confusa, para mí era obvio el por qué se sentía así.
—Todos los patrones se repiten —dije esperando a que dijera algo.
—Menos dos —dijo colocándose los guantes.
Arrugué las cejas cuando menciono dos y no uno, le tomó el brazo y lo levantó un poco para que lo viera ya que desde mi lado no se notaba, pero al inclinarme me di cuenta e hice lo mismo con el otro brazo de la mujer.
—Le cortaron los pulgares y no es adolescente como Fabiola —dije y Heather asintió.
Uñas y labios rojos.
Una flor de loto en su parte intima.
Pezones mutilados.
Dos adolescentes y una mujer mayor.
¿Pulgares mutilados?
Dejamos con cuidado sus brazos en el suelo, Heather la cubrió hasta el rostro y como ya le tomaron las fotografías y los análisis correspondientes, lo siguiente era enviarla con el médico forense para una autopsia, asi que la levantaron para llevársela.
Gael estaba a un par de metros, al caminar hacia nosotros nos dijo:
—Esta bodega llevaba un año sin usar, y encontraron rastros de madera, era una empresa que vendía madera para construcción.
—¿Y por qué dejaron de vender? —pregunté.
—Porque quebró.
—A quién se le ocurre vender eso en este lugar —murmuró Heather—. Al no ser que fuera una fachada.