𝖿𝗂𝗇𝖺𝗅.

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cuatro años después.

felix se apretó contra el cuerpo de minho.

cuatro largos años habían pasado desde aquella noche en la que decidió dar la oportunidad a lee minho. y lo amaba.

felix descubrió su pasión por el arte muy rápido. le encanta coleccionar arte. le apasionan las hermosas pinturas sobre óleo, la forma en la que capturaban su atención y esencia.

tenía la retorcida idea de pintar a minho desnudo.

sonrió ladinamente. tal vez, muy pronto.

minho es hermoso, desde los dedos de sus pies hasta la raíz de su cabello oscuro. un hombre realmente hermoso.

ahora residían en parís, se mudaron luego de que felix decidiera estudiar historia del arte en francia.

donde el arte se apreciaba y explayaba gratamente. su vida dio un giro impresionante, ahora estaba allí al lado de aquel hombre que amaba y adoraba. no importa cuántos años pasaran, parecía que nunca dejaría de amarlo. sí, pelean, se hieren, se aman, se necesitan. es parte de la relación.

felix observó a minho con amor, él dormía pacíficamente. podía escuchar su respiración calmada. besó el pecho de minho y acarició su rostro. amplió su sonrisa cuando los brazos del mayor le apretaron más fuerte.

-buenos días-susurró.

-buenos días, pequeño-minho besó su coronilla, parpadeó repetidas veces adaptándose al sol que se asomaba por el ventanal de aquel departamento en el onceavo piso que decidieron adquirir-¿cómo amaneciste?-preguntó en voz baja.

-con ganas...-felix dijo levantando el rostro hacia él sin romper su abrazo.

minho arqueó una ceja.

en su mente tejiendo la indirecta de felix. felix se mordió los labios y minho echó la cabeza hacia atrás riendo.

minho miró a felix y extendió su mano para acariciar debajo de sus ojos. él ama los ojos cafés de felix.

-¿ganas de..?-dijo.

su risa llenó la habitación cuando un chico desnudo de veinticuatro años subió a horcajadas en sus caderas. la cintura de felix fue envuelta por las manos de minho, acariciaba la tibia piel pálida con su pulgar, sintiendo la suavidad.

-ganas de que me jodas-contestó enterrando su rostro en el hueco entre la unión de su hombro y cuello.

minho torció los labios.

-felix-se quejó. sintió al menor sonreír.

-ganas de faire l'amour.

besó la mandíbula de felix y rió.

minho es completa y jodidamente feliz, tenía todo lo que siempre quiso. eunhyuk apoyaba la relación al cien por ciento. él y jaewook vivían en corea, se casaron ya hace dos años, estaban felices tanto como él lo estaba en ese momento. es decir, felix en sus brazos y viviendo en parís, el amor, pensó.

el amor te vuelve jodidamente idiota.

a minho le gustaba ser un idiota.

tanta era su felicidad que quizás su corazón explotaría en cualquier momento, suspirando apartó a felix de su regazo.

felix le miró interrogante y casi indignado de que haya matado su decidida estrategia de animarlo. sonrió y se paró dejando ver su desnudo cuerpo.

felix se pasó la lengua por los labios, deseaba ese cuerpo arriba suyo, preferentemente entrando y saliendo de su culo. negó con la cabeza cuando minho desapareció por el pasillo de la habitación.

mata pasiones.

tirándose de vuelta en la cama, su cabeza se enterró en la almohada. cerró los ojos, disfrutando de la fragancia de minho impregnada en su almohada, tomándola, la abrazó.

¿una persona podía morir de felicidad?

su respuesta llegó rápida y conclusa cuando minho estaba al final de la cama arrodillado, mirándole con timidez. felix tuvo que aceptar que estaba un poco asustado, minho se veía más pálido de lo normal.

-¿qué sucede?-preguntó.

minho seguía serio sin decir nada, eso le puso nervioso. sentándose sobre sus rodillas miro a minho, antes de siquiera seguir hablando lee le enseñó la palma, pidiendo que cerrara la boca. torció los labios.

-nunca pensé que este día llegaría-él respiró hondo.-tampoco sabía que terminaría aquí contigo, en parís. joder felix, estoy tan nervioso-dijo riendo un poco.

-¿minho?

él le volvió a enseñar la palma y felix solo quería doblar su maldita mano. ¿por qué minho se pondría tan nervioso? eso no tenía sentido.

-nunca hice esto, entiende si no lo estoy haciendo correctamente, felix. te amo. te amo tanto que...-pasó una mano temblorosa por el rostro.

-¡sólo dilo!-gritó felix, impaciente.

minho rió y extendió una mano agarrando sus dedos. a felix se le formó un nudo en la garganta al observar como una pequeña caja de terciopelo relucía en la mano que él extendía. los ojos negros de minho le observaban con recelo.

es un idiota, un hermoso idiota. pensó emocionado.

-lee felix, niño mimado y egocéntrico-bromeó. tal vez, tratando de aligerar el ambiente tenso que creó.

felix miró emocionado como abría la pequeña caja, su labio siendo encerrado por sus dientes estaba ansioso y excitado-¿aceptas ser mi esposo?

-¡sí!-gritó felix. llegó hasta minho y estranguló su cuello en un abrazo necesitado. por fin sus pulmones se llenaron de aire cuando escuchó el ansiado "sí" que tanto anhelaba. noches de tortura y ansiedad para poder decirlo sin sonar como un total idiota.

felix apenas tenía veinticinco, él casi por los treinta y cinco. la diferencia era mucha y había días que se preguntaba por qué alguien tan lindo y hermoso como felix se quedaba a su lado. cada vez que las dudas emergían en su fea cabeza, felix se encargaba de hacerle comprender que lo amaba.

las inseguridades eran parte del ser humano. minho odiaba sentirlas cuando felix le demostraba su lealtad y amor siempre. entonces, pensó que era hora de dar este paso. minho quedó hipnotizado por el brillo que adquirió felix mientras veía su alianza alrededor de su dedo.

-¿cuándo será la boda?-cuestionó rebotando en la cama. minho estiró sus comisuras.

-cuando quieras...-respondió. tomó el rostro de felix y lo besó lentamente.

-entonces, serás mi esposo en una semana-minho asintió, su mente colapsando de tanta felicidad.

minho se prometió a sí mismo en silencio que enamoraría a felix cada día del resto de su vida. ambos cayeron sobre la cama. felix rodó sus cuerpos encerrando su boca en un hambriento beso, ahora tendría muchos planes que hacer. en una semana la boda del año se realizaría.

y sí, tanto felix como minho morían de felicidad.

-¿mío?

felix sonrió ampliamente.

-tuyo. siempre.

‍      

fin.

el amigo de papiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora