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La noche se cernía sobre las calles de Detroit. La lluvia parecía acompañar a la oscuridad, dejando ver casi que una penumbra continua en el horizonte. Parecía que el clima iba a acentuar en su totalidad lo acontecido esa misma noche y que, ella misma había pensado hacía unas horas atrás. No era nada nuevo que a cualquier hora del día, su teléfono comenzase a vibrar dejando en claro que alguien la llamaba. Hasta había cambiado la tonalidad de la melodía para poder cerciorarse de quién le llamaba. Pero desde hacía un par de semanas había decidido quitar el sonido. Pensaba que había sido más contraproducente el ponerle un tono de alerta que ni ella misma soportaba.

– ¿Sí? —preguntó al descolgar. No hacía falta nada más para que la información necesaria se le fuese asignada— En veinte minutos estaré allí.

Sin dudarlo mucho más, recogió su abrigo de donde lo había dejado colocado por la mañana. A pesar de que el frío no hacía mucho que se había instaurado en la ciudad, ella llevaba desde prácticamente principios de Octubre con los abrigos fuera. No tardó demasiado en recoger otras pertenencias como su teléfono junto a las llaves de su vehículo y de la casa, para salir de la misma y ponerse en rumbo al lugar que le habían indicado. Una casa casi que en ruinas, donde habían descubierto el cuerpo de un hombre fallecido.

El camino se hizo más ameno

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El camino se hizo más ameno. Le reconfortaba escuchar el sonido de la lluvia, aunque la mayoría de las veces se veía opacado por el ruido del motor de su moto. Al principio, cuando obtuvo su licencia de conducir, ese tipo de clima era el que más odiaba, o más bien, el que más miedo le daba. Un miedo infundido por la misma persona que le había animado a obtener la licencia, la misma persona que, al parecer, esa noche no se presentaría. Hank rara vez solía hacer acto de presencia en escenas del crimen. Incluso apagaba su teléfono después de cierta hora para no ser contactado hasta el día siguiente en la comisaría.

En realidad, ella ya se tomaba la libertad de ir a esas escenas del crimen incluso si él no llegaba. En la comisaría la conocían desde hacía bastante tiempo, así que no tenían problema en que acudiera, ya que siempre había otros oficiales acordonando la zona y manteniendo el lugar bajo control.

Aparcó el vehículo bajo el porche. La mejor idea habría sido ir en coche, pero había perdido la cuenta de los días que llevaba en el taller. Estaba completamente empapada. Su abrigo no había resistido, por más que hubiera intentado tardar menos, y su cabello se encontraba ligeramente húmedo. Soltó un suspiro sonoro, pues sabía que dentro de unos días esto podría resultar en un resfriado. Después de asegurarse de haber colocado todo correctamente, se dirigió hacia la puerta de la casa. No tuvo más que mostrar la licencia que el departamento le había ofrecido para casos como ese, cuando Hank no estaba disponible para informar al resto de los oficiales que ella iba con él.

— Buenas noches, Hanako —una voz conocida la llamó desde el porche de madera. Ella se acercó para no seguir mojándose—. Por Dios, estás empapada.

❛ El despertar del cazador • Detroit Become Human. ❜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora