El Damphir y su esposa. Parte dos

634 58 5
                                    

Decidí hacerle una segunda parte, espero que les guste mucho.

Resumen: Pasaron tres meses desde que el lector y Alucard comenzaron a vivir juntos y ahora parecía que sus vidas cambiarán aún más ante el descubrimiento de que podrían volverse en una pequeña familia. Pero ¿Qué piensa Alucard?

Habían pasado tres meses desde que Alucard te había tomado como esposa, recordabas el día que sucedió todo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Habían pasado tres meses desde que Alucard te había tomado como esposa, recordabas el día que sucedió todo. Solo habías ido al castillo de Alucard, por consuelo y ser escuchada, no llegaste a imaginar que ambos llegarían a estar muy unidos.

La vida había cambiado desde ese momento, aún no podías creerlo. 

Alucard se había disculpado después de haberla tomado de esa manera, él quería estar íntimamente con ella y cuando sucedió, fue lo mejor, había superado sus sueños más lujuriosos, pero después de eso, su moral y educación le habían dicho que te había tratado como un hombre libertino trataría a una mujer de burdel. Debió darte el respeto y trato que te merecías, por un momento imaginó la mirada de desaprobación de su padre. Drácula no lo había educado así, los Tepes saben que una dama se debe tratar con respeto.

Al otro día y una disculpa de él, pidió formalmente que te volvieras en su novia y prometida. 

La idea de hacer una nueva vida contigo lo hacía volverse un poco tonto e idealizar cómo sería vivir en el castillo juntos. Quizás leerían en las bibliotecas del castillo y de lo que quedaba de los Belmont, o saldrían a dar paseos por el bosque. Podrían hacer lo que quisieras. Por ahora tenía que preparar un buen desayuno para los dos, estaba iniciando un nuevo día y necesitaban energías para realizar sus actividades.

“El desayuno está listo, amor.” Habló Adrián en cuanto supo que habías llegado a la cocina, sus instintos vampíricos le habían hecho saber el momento justo en qué despertaste,habías estado durmiendo un poco más y Alucard te había dejado descansar cómodamente.

“Buenos días…” Murmuraste, aún tenías sueño, últimamente tenías más sueño de lo normal.

Alucard se acercó y se inclinó hacia tí para besarte, era un beso suave, inocente y, sin embargo, se sentía lleno de amor.

“Diablos, te ves muy cansada, ¿Será que el vampiro te roba más, que gemidos?” Dijo burlón y con sus ojos comenzó a mirar todo tu cuerpo.

“C-Cállate, tonto.” Miraste a otro lado de la cocina, había un leve sonrojo en ti.

Alucard se rió y quisiste borrar su sonrisa, había veces en las que era insoportable con su sarcasmo y bromas.

“Tome asiento, mi señora.” Cómo un caballero, acomodó tu silla frente a la mesa.

Frente a ti había la comida más deliciosa que habías visto y olfateado, unos panes caseros untados con un poco de miel, fruta fresca, carne cocida a su perfección con un jugo que parecía atraer la mirada hambrienta, avena y té y un poco de café. Se te hizo agua la boca, el estómago gruñó exigente en cuanto viste la comida así que no dudaste en comenzar a degustar lo que se te ofrecía.

Alucard te vio saborear feliz, le parecía gracioso y encantador cuando cerrabas lo ojos y las mejillas infladas por saborear. Una parte de él se sentía orgulloso de sus cualidades de cocina. Comenzó a comer también, feliz.

Todo parecía ir bien, la carne muy bien hecha estaba siendo degustar por ti, pero el repentino sabor amargo te hizo levantar y  correr al fregadero y expulsar la comida, las arcadas y los ruidos de asco eran vergonzosos. 

“¿Qué sucede? Cariño…” Adrián llegó hacia ti, verla levantarse así de la nada lo sorprendió. La preocupación estaba clara en él.

No podías hablar, la necesidad de controlar tu repentino asco era mucha.

“No… No lo sé.” La voz salía como si trataras de aprender a hablar. “Quizás había algo en la carne que no toleré” 

Tu explicación hizo que él te viera, con el ceño fruncido de preocupación llevó una de sus manos a tu cabeza, como si tratara de consolar y miró a la mesa, había usado los condimentos necesarios, las esencias indicadas y sin nada extra. Quizás no se dió cuenta que usó algún ingrediente incorrecto, pero era imposible, pudo darse cuenta antes de usar algo.

Tenía miedo de que te enfermaras, tenía miedo de que pudieras dejarlo por una enfermedad, los humanos eran propensos a caer enfermos y llegar a perder la vida por alguna infección o algo peor. Él no quería perder al ser más amado de su vida.

“¿O quizás…?” Dejaste de hablar al recordar algo importante. 

Alucard te miró, esperando a que continuaras. ¿Sería posible que tú estuvieras esperando? Una bofetada mental te hizo entender, era muy posible, ambos habían estado juntos después de aquella primera vez, Adrian era insaciable y lo habías dejado tomarte cada que estaban a solas.

“Alucard… Creo que estoy embarazada.” No era suposición, estabas tan segura, ahora entendías tu cansancio y también habías notado tu periodo tardío.

Su rostro quedó sorprendido, su boca entreabierta y su cerebro parecía procesar aquella información. 

“Ah…” Fue primero que pudo decir.

“¿Estás enojado?” 

Él te miró, miró tus ojos de angustia y parecía que comenzarías a dejar salir lágrimas, se golpeó mentalmente, ¿”Ah” era su brillante respuesta? ¿No pudo decir algo mejor? Pero el saber que estás esperando a un bebé de él, lo tomó por sorpresa y temor, alguna vez llegó a pensar en tener hijos, pero lo que había sucedido con su familia, le dio cierto temor, ¿Y si no hacía las cosas bien? Pero también saber que tú, su amor preciado llevaras en tu vientre a su hijo lo llenó de orgullo y felicidad, dejando a un lado sus miedos habló:

“No, no lo estoy, solo me tomó por sorpresa.” Tomó sus mejillas, limpiando las lágrimas que habías dejado escapar. “Perdoname, amor, no llores.”

“¿Qué haremos? Yo quiero tenerlo, pero no sé lo que piensas.” Murmuraste, siempre quisiste ser madre, pero sabías lo que Alucard había pasado que preferiste no hablar de ese tema en especial con él. No querías obligarlo a hacer algo que no quisiera o le provocara incomodidad.

“¿Qué haremos? Vamos a tener ese bebé, vamos a ser los padre de ese niño y lo amaremos.” La determinación y seguridad lo hizo hablar. “Yo voy a cuidarte, a ambos, no voy a permitir que suceda lo mismo, porque te amo a ti y a nuestro futuro hijo”

Te besó, sellando su promesa, él lo iba a cumplir, lo sabías y por eso el amor que tenías por él era como el infinito.

Tenían miedo de la nueva etapa en sus vidas, pero juntos y con su amor podrían ser felices.

Ambos se lo merecían.

Y esto es lo que salió de repente, espero que les guste c:

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Y esto es lo que salió de repente, espero que les guste c:

Gracias por leer, comentar y votar, se los agradezco mucho, estaré publicando cada idea que se me ocurra.

Alucard Tepes x Fem Lector One-Shots Donde viven las historias. Descúbrelo ahora