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Pov Mina:

¿Cuál era la razón?

¿Por qué la agradable, dulce y bonita señorita Son había desaparecido de pronto?

Me lo cuestioné durante todo el recorrido hasta mi habitación. Tal vez no debí invitarla a pasar pero hubiera sido descortés no hacerlo.

Ella entró y en el segundo en el que se cerró la puerta, mis nervios se hicieron presentes, aunque era cuestión de tomar el libro que tal vez cambió una parte de mi ser y que estaba reposando en mi escritorio, caminar hacia ella y dárselo. Justamente eso hice, pero estar cerca de ella producía gran efecto en mí.

Nuestras manos se rozaron y sentí escalofríos ante la suavidad de su piel, la ví bajar el rostro, mordió su labio inferior y no se movió más, quise decir algo pero se adelantó, volvió a subir la cabeza y esta vez me miró con intensidad provocando un gran huracán en mi estómago.

"Has puesto mi corazón en alboroto con una sola de tus miradas" , "Hazme oír tu voz; porque dulce es tu voz, y hermoso tu semblante"

Me paralice, no entendía la razón del por qué ella había citado esos versículos del cantar de los cantares... Bueno, tal vez si lo entendía, el sentimiento y la belleza en aquellas palabras eran un regalo lleno de amor, pero me rehusaba a aceptarlo aún cuando la velocidad en la que latía mi corazón era demencia y el calor en mis mejillas desconcierto para mi mente.

—Chaeyoung...

Otra vez se me escapó su nombre, no pude detenerlo porque ni siquiera estaba pensando con claridad. No podía hacer más que seguir inmóvil.

—Mina

Menos podría cuando ella hizo lo mismo...

Era la primera vez que sus labios pronunciaban mi nombre, convirtiéndose rápidamente en una maravilla y en mi fascinación.

No quería que me llamara nunca más de otra manera, al menos no tan impersonal. Y quería que lo dijera tantas veces que perdiera la cuenta, que yo llegara a sentir celos de las cuatro letras que lo conformaban porque ellas tuvieron tal privilegio de estar en su voz, tocar su lengua, chocar contra sus dientes e impregnarse por unos segundos en sus labios.

Sus labios... ¿Estaba mal desearlos? No sabía qué era un beso, no pretendía llegar a saberlo porque me mantenía "pura" pero mi mente ya no lo estaba. De pronto parecía corrompida pero en ese momento no me importó ni un poco, sin embargo, solo fué necesario un segundo para cambiar de idea, tuve un atisbo de lucidez, desvíe la mirada, me aclaré la garganta e inventé una excusa que la alejara.

—Disculpe señorita Son pero... Debo-debo seguir con mis labores — Pasé por su lado, abrí la puerta y me despedí, arrepintiendome con intensidad — Tenga buena tarde

Prácticamente salí corriendo pensando en cuánto debía rezar para dejar de sentirme culpable o liberarme o sentir que podía ganar la salvación otra vez.

Pov Chaeyoung:

Me quedé en una especie de shock, pues me sentía lastimada, a ella ni siquiera le importó mi acción, no notó lo difícil e importante que fué para mí decir esas palabras y memorizadas un tiempo atrás especialmente para ella. Fuí contra mi misma, intenté adentrarme en ese mundo espiritual una vez más y tal vez contemplar sus puntos de vista, conectar con el "Señor" o algo así, no obstante, me sentía aún peor porque en realidad no lo hice por mí, mi fe estaba perdida, muerta, era por completo inexistente.

¿Pero qué esperaba de esa situación? ella estaba en proceso de profesar su fe y ser una verdadera monja, las cosas del mundo ya no importarían en lo absoluto, el amor sería única y exclusivamente dirigido a Dios y tal vez a los pobres desamparados. Pero ¿Por qué estaba pensando en amor? Lo que yo sentía no se podía definir de esa manera, no lo aceptaría menos ahora que me iría en 2 horas de ese deprimente lugar a quién sabe dónde.

Después de llegar a la habitación que se me había asignado aproximadamente hace un mes y medio o más, me quité ese horrible uniforme y me alisté con la ropa que había preparado desde que supe que escaparía de ahí. Una blusa sin mangas de color celeste, una chaqueta de cuero café oscuro para combatir el frío, pantalones altos negros que dejaban al descubierto mis tobillos y finalmente unos mocasines también de color café.

Luego arreglé mi mochila, me aseguré unas 10 veces de llevar mi libro y pronto me sobresalté al escuchar golpes suaves en la puerta. Al abrir pude volver a tranquilizarme y soltar un suspiro de alivio.

—¿Lista?

Dahyun estaba en pijama, una camisola blanca de mangas largas que le llegaba hasta los tobillos, tenía un estampado de flores y sobre el, un suéter de color rosa pálido. Se veía adorable dándome una sonrisa reconfortante a la cual correspondí sin dudar.

Apagué la luz de la habitación, tomé mi mochila, ví el lugar que me acogió por ese tiempo una última vez y cerré la puerta con la máxima delicadeza posible.

Caminamos con precaución por el pasillo. Ya había evaluado la situación, el patio pequeño cerca del gimnasio probablemente sería mi escape más seguro, solo había una reja alta sin terminaciones que pudieran ser peligrosas, lo único que tenía que hacer era escalar y sería todo.

Fué fácil evadir al cuidador, estaba durmiendo con la boca abierta y sus ronquidos se escuchaban desde la distancia, nos reímos bajo junto a mi compañera Dahyun y finalmente llegamos al lugar.

Podía escuchar a las cigarras, las hojas de los árboles chocando entre si y también sentir la brisa fría en mi rostro. Era como un indicio de esperanza combinándose con la emoción de saber que al fin sería libre.

Dahyun fué la primera en hablar, parecía triste pero sabía que no sería capaz de detenerme.

—¿Así que esto es todo?

—Lamentablemente sí... Fué un gran placer conocerte Dahyun, gracias por acompañarme el tiempo que estuve aquí

—Lo mismo digo Chaeyoung. Ojalá algún día nos volvamos a encontrar

—Sí, y para entonces serás la mejor doctora del país. Ten la seguridad de que llegarás lejos y lo lograrás

Sus ojos se cristalizaron al mencionar aquello ya que fué un tema que me confío en una de las conversaciones que tuvimos.

—Y tú serás libre, encontrarás tu camino y la felicidad

Compartimos una sonrisa cómplice y sin más palabras nos abrazamos por lo que probablemente sería la última vez. Fué reconfortante pero debía seguir adelante.

Después de separarnos me ayudó a subir por el muro de cemento que tenía incrustado cada fierro de metal que conformaba la reja y comencé a trepar. Sentía que lo lograría, sentía la adrenalina corriendo por mis venas pero cuando iba por la mitad, todo se derrumbó.

—Señoritas ¿Qué se supone que hacen?

Debí saber que no sería tan fácil...




Libertad Divina - Michaeng Donde viven las historias. Descúbrelo ahora