"AÚN SOMOS LAS MISMAS"

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Para mis mejores amigas que lo fueron todo y que lo siguen siendo a pesar de las adversidades. Pronto estaremos en un parque todas juntas riéndonos de esto. No olviden que les quiero...

Peino mi cabello y me miro en el espejo. Contemplo mi imagen, repasando con la mirada cada detalle; mi vestido azul cielo por encima de mis rodillas, mi peinado, mis sandalias. En el bolso a juego con mi vestido meto las llaves, el monedero, mi teléfono y un brillo labial. Cierro la puerta del departamento y me dirijo hacia el ascensor. Ya en la calle me coloco las gafas que traje conmigo cuando me mudé de ciudad. Me recuerdan tantas cosas. Decido ir caminando a mi destino porque tan solo son unas cuadras.

Al llegar al parque doy una vuelta para ver si logro encontrar a quienes busco. Diviso a la distancia las tres personas que me están esperando sentadas sobre una manta en el césped. Cerca de mi se encuentra un carro de helados y decido comprar cuatro. Estoy muy nerviosa no sé si me reconocerán. Le doy las gracias y el dinero al heladero y emprendo mi rumbo, los minutos más difíciles de mi vida están pasando justo ahora mismo.

Luego de tantos años la espera ha valido la pena. Por fin nos hemos reencontrado. A pesar de las distancias y de las miles de dificultades que hemos pasado a lo largo de estos siete años, hoy estamos aquí juntas como si fuera el primer día que nos hicimos amigas.

-Hello bitches I´m coming- grité con fuerza para que se voltearan. Se acercaron entre risas y grititos quitando los helados de sus sabores favoritos de mis manos.- Claro, como siempre tan cariñosas.- dije entre risas.

- ¿Sabes que tu inglés sigue siendo una mierda, verdad?- Dijo Alicia

- I know and I don´t care, además te recuerdo que el tuyo es peor.- respondo con mi mejor sonrisa.- Oigan pero que hermosas que están.

Las miro a cada una. Ali lleva un bonito conjunto de jean y blusa con su pelo castaño suelto, Zara con su pelo rubio con dos mechones rosas; lleva un short y una camiseta que dice ´´yo soy la puta ama´´, Jenna lleva su pelo negro en un moño y trae una saya y blusa ajustadas.  Zara sigue siendo la más alta de las cuatro. Ali le sigue, Jenna y yo seguimos siendo unas patatas. Unas hemos bajado de peso, otras subido. Somos tan diferentes físicamente a las que eramos antes. Pero sé que en nuestro interior no ha cambiado nada. En sus miradas hay un brillo que me dice que aún somos las mismas.

Por dentro seguimos siendo esas chicas de dieciocho años que soñaban en grande y reían alto, decían lo que pensaban sin miedo de que las tildaran de arrogantes, locas o creídas; las que se reunían y contaban sus desgracias tomando vino a escondidas y a veces hasta comiendo dulces; las que salían de vez en cuando;  las que hablaban siempre o no hablaban casi nunca, pero sabían que estaban las unas para las otras cuando más lo necesitaran. Seguíamos siendo esas adolescentes locas por comerse el mundo y ver más allá de las palmas de sus manos. Me alegraba saberlo porque nunca cambié por miedo a que no me reconocieran cuando nos volviésemos a ver.

Esa tarde hablamos de todo lo que nos había pasado esos siete años. Recordamos las veces que nos metimos en aprietos, los buenos momentos. Nos preguntamos que había sido de la vida de los demás de la escuela. Reímos mucho y gritamos, porque no seríamos nosotras sin esas dos características esenciales. La gente al pasar se nos quedaban viendo seguramente pensando que estabamos locas. Bueno, puede que si lo estuvieramos un poco.

Cuando llegó la despedida nos dimos un gran abrazo. Estuvimos así unos cuantos minutos. Al separarnos nos miramos. No hizo falta decir que nos extrañamos, eso ya se notaba en la lágrima que se asomaba a nuestros ojos. Prometimos encontrarnos con más regularidad.

En mi vida he cambiado de país, de trabajo, de sentimientos; pero puedo decir que nunca cambié a mis mejores amigas. Nunca se fue eso que teníamos y nos conectaba a las cuatro como un hilo invisible.

  Me alegra poder afirmar que fuimos unidas desde el principio hasta el final. No dejamos de ser aquellas adolescentes que se conocieron y compartieron lo mejor y lo peor de sus vidas y que después de tantos años sin verse seguirían compartiendo el resto de ellas.
 
  Por y para siempre seguimos siendo las mismas...

Aún somos las mismas y otros relatos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora