Ha pasado tanto tiempo desde la última vez que nos vimos que a veces temo haber olvidado su voz. No sé porque no le he llamado luego de todos estos años. Supongo que una parte de mi no estaba segura de que pasaría si las cosas hubieran cambiado en la relación que teníamos. Por eso estoy aquí, ahora, sentado frente una máquina escribiendo acerca de lo que pudo ser y lo que no. Debatiendo entre la razón y lo que realmente quiero, entre lo que no hice y lo que pude haber hecho, entre la decisión de luchar o huir como la última vez.
Si hubiera llamado aquel 7 de mayo del 2022 a la única persona que he amado de verás, no estuviera lamentándome de mi desgracia escribiendo mientras tomo el peor vino que pude encontrar. Mientras desde el otro costado de la mesa me mira, como un espectador más del desastre de vida que tengo, una carta de invitación para una boda. No cualquier boda sino la boda de la que yo desearía ser el novio. Mi alma gemela se va a casar con su alma gemela. Es muy cruel el destino.
Le hecho un vistazo a la invitación. En primer lugar no sé ni porque la recibí. No creía que Lucy se acordaría de mi existencia. ¿Lo habría hecho para que viera como pudo haber sido nuestro futuro o fue cosa de la suerte que se acordó de mí? En cualquiera de los casos, no me gustaría ir para ver como la mujer que tanto he querido y no he podido olvidar diez años después de su partida contrae nupcias con un total desconocido.
La cuarta copa de vino sonríe entre mis dedos y en sus blancos dientes manchados de labial carmín veo las imágenes que he estado repasando por años. Lucy a mi lado sonriendo mientras le contaba un mal chiste. Lucy durmiendo, roncando como si fuera camionero. Nuestro primer beso. Lucy en el balcón fumando después de hacer el amor. En fin todo era ella. Recordé el día que nos conocimos sentados en aquel banco cerca de la plaza de la ciudad después de que ella sin querer me abofeteó insultándome en francés. Yo ni idea tenía de que había ocurrido y menos de francés. Según me dijo tiempo después, era porque pensaba que le estaba mirando partes que no debía(o séa las tetas) y que pensaba que era una especie de acosador sexual. En realidad solo había tratado de mirar en su teléfono que canción tenía puesta ya que por sus auriculares se filtraba la melodía y creí que la conocía. Una cosa llevó a la otra y terminamos disculpandonos mutuamente.
-Es un placer me llamo Lucy-dijo luego de plantarme dos besos en la cara al gran estilo español. Aún no entiendo porque me insultó en francés si habla más español que yo mísmo, que solo sabía balbucear algunas palabras.
-Yo soy Jhon.De alguna forma un día llegamos a encontrarnos de nuevo en el mismo banco a la misma hora. Esta vez observé desde la distancia su figura, pelo color rubio, la nariz de puerquito pero un poco respingada, como se mordía una uña pintada con detalles navideños. ¿Quién demonios se pintaba las uñas con aquello en pleno septiembre? Me acerqué y me senté lentamente tratando de que no se diera cuenta de mi presencia. Ella estaba muy concentrada auriculares puestos con la música a todo volumen leyendo un libro. Este era en cuestión el libro que más aborrecía en aquel momento EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL CÓLERA de Gabriel García Marquéz. Si me hubieran dicho que luego de aquel día tomaría ese mismo libro en mis manos, que se volvería uno de mis favoritos y que sería lo más preciado que tendría de ella, probablemente hubiera mandado a esa persona a freír espárragos o a medicarse.
-Hola -saludé con mi mejor sonrisa cuando ella se quitó los audífonos y me sonrió con sus dientes blancos manchados un poco de labial carmín.
-Hola, que tal todo- sonrió de oreja a oreja - que coincidencia volver a verte por aquí.
-Ah sí, es que vengo mucho a este parque, ya sabes solo a pasar el tiempo. Es el parque más tranquilo de por aquí.
- Oh, si- calló por unos instantes mientras me miraba con sus enormes ojos verdes casi azules.
-Bueno de vez en cuando te abofetean y maldicen en francés, pero solo son pocas veces.- bromeé para relajar un poco el ambiente- Te aconsejo que si ves a una persona que haga cosas así huyas.
- Trataré de recordarlo la próxima vez que me mire en el espejo gracias.- se rió abiertamente y yo la seguí. No parece el mejor diálogo del mundo, porque no lo es. Es solo lo que hablan esos dos extraños que no tienen nada en común, con total timidez en un banco en el centro de un parque cualquiera.
De camino a casa iba con una gran sonrisa y con un número de teléfono apuntado a la carrera con marcador en la palma de mi mano. Para mi fue unos de los mejores días, como todos los demás que le siguieron después en el mismo parque de la plaza central, a la misma hora, luego en una cafetería cerca de allí, en mi casa, la suya. A donde quiera que fuera, cuando fuera y como fuera todo se volvía mejor por Lucy, hasta yo. Junto a ella me volví organizado, hice el intento de aprender a cocinar, pero después de varios platos fallidos, un dolor estomacal y una diarrea dejamos las clases de cocina, ya lo teníamos claro que si seguía cocinando con mi gran arte culinario, nótese el sarcasmo, acabaríamos en urgencias. Los mejores días, el mejor año de mis cuarenta y dos los pasé con ella, era el rayo de juventud que me hacía falta. Hubieron momentos de tristeza, de peleas y de todo lo que puede existir en una pareja, pero todo siempre lo sabíamos resolver y no solamente en la cama. Ella fue para mí un respiro de aire puro, mi escape de la tensión social, mi gurú de la buena literatura no de la basura de libros que solía leer, según sus palabras. Esa jovencita de veinte años me enseñó a mirar la vida con otros ojos. Lucy fue todo y nunca llegará a ser nada.
Termino de tomar la sexta copa de vino de la noche. Me enciendo un cigarrillo de los favoritos de Lucy. Con la primera calada siguen llegando a mi mente tantos momentos vividos. Expulso el humo. Con él se marchan en el aire mis últimas esperanzas de recuperarla aunque nunca hice nada en estos diez años para lograrlo, excusándome por mi falta de valentía.
Lucy querida, apasionada, sexy, inigualable sabes que mi amor por ti ha sido inmarcesible y seguirá así incluso si pasan otros diez, veinte o cuarenta años. Ya hoy eres de otro. Otros brazos que no son los míos te abrazan, otras manos te tocan, otro sexo te vuelve loca por yo nunca haberte llamado, por mi cobardía.Expulso todo el humo y con él sale como en un suspiro mi amor por ella.
Tres semanas más tarde echo en la basura la invitación de la boda a la que nunca fui...
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Aún somos las mismas y otros relatos.
Short StoryEn este libro no encontrarás más que cuatro cortas historias sin nada que las una. Cada una es una vida diferente. Cada una lleva un sentimiento diferente. Espero que disfrutes de ellas tanto como yo disfruté y sufrí al escribirlas...