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ADVERTENCIA: Antes de leer el próximo relato debo advertir que hay sucesos que pueden resultar traumáticos, violencia, contenido +18, lenguaje adulto. Por lo que si eres una persona sensible para estos temas te sugiero que no lo leas. Muchas gracias por su atención.
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Hola. Mi nombre es Clara y esta es mi historia.
De vez en cuando pienso que la gran marca de la desgracia me persigue desde mi nacimiento. Una bebé desdichada, sola, recién nacida abandonada a las puertas de un orfanato. Mi niñez transcurrió en aquellas cuatro paredes de aquel sitio al que tanto odiaba por las constantes burlas de los niños de allí.
Mi suerte cambió en mi cumpleaños número cinco cuando me adoptaron una buena familia que vivía en un campo a las afueras de la ciudad. Mis nuevos padres eran muy cariñosos. Violeta mi madre adoptiva era muy dulce y tenía una mirada tierna que a veces se tornaba un poco triste cuando nadie la miraba. Mi padre Guzmán era un gran empresario que trabajaba en la ciudad. Ellos se casaron muy jóvenes, pero bajo la condición de Victor, el papá de Violeta, que seguirían viviendo bajo su techo pues él la quería mucho y no estaba preparado para dejar ir tan rápido a su niña pequeña.
Papá Guzmán iba conduciendo concentrado en la carretera, no habíamos cruzado muchas palabras, pero se veía que era un buen hombre y me tomó mucho cariño. Yo miraba por la ventanilla como iban pasando los árboles, unos tras de otros. De repente nos estacionamos frente a una gran verja, tan alta que parecía tocar el cielo. La casa me deslumbró, era como un castillo de los cuentos de princesas. En las enormes escaleras de la misma se encontraban tres personas; un señor muy mayor pero bastante saludable, una señora muy elegante con aspecto afable y una mujer un poco mayor que poseía facciones parecidas a las de Violeta pero más seria.
Todos me dieron la bienvenida con un cálido abrazo. Conocí a Victor; quien me dijo que le llamara abuelo, a la hermana de mamá que se llamaba Rosa. Ella parecía estar enojada con el mundo. Me dedicó una media sonrisa y despeinó mi cabello castaño. La abuela Flor era muy simpática y me prometió darme una gran porción de pastel de chocolate.
Fueron los mejores meses de mi vida. Todo era como en un cuento de adas. Me sentía muy amada que era todo lo que una niña de mi edad podría desear. Dos años después ya sabía leer y escribir gracias a Rosa. No era tan refunfuñona como pensaba. Los sábados por las tardes ayudaba al abuelo en el jardín. Era mi momento favorito de la semana, con él hablaba de todo. Papá me enseñó a montar en bici y mamá me leía libros las tardes de los domingos sentadas bajo el gran árbol de mango del patio.
Una noche cuando fui a la cocina por agua sentí que mamá y papá discutían en su cuarto. La curiosidad me ganó y pegué mi oreja a la puerta para escuchar mejor.
- Violeta te digo lo que vi, eso no es nada normal y menos a esa hora.- alcancé a oír que decía papá casi en un susurro.
-No entiendo que tiene de malo. Además no es para tanto, eso también lo puedo hacer yo y en ese caso no estarías haciendo todo un drama de esto. Solo exageras y ya. - Después de eso decidí ir a la cocina a por mi vaso de agua. Días más tardes volví a escuchar la misma discusión y a la mañana siguiente papá se había ido, según todos, para más nunca regresar. Me puse muy triste.
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Aún somos las mismas y otros relatos.
Historia CortaEn este libro no encontrarás más que cuatro cortas historias sin nada que las una. Cada una es una vida diferente. Cada una lleva un sentimiento diferente. Espero que disfrutes de ellas tanto como yo disfruté y sufrí al escribirlas...