Las estrellas brillan más en Diciembre.
Siempre que intento escribir vuelvo al mismo punto, a los mismos sentimientos y a los mismos recuerdos. Siempre que intento cambiar de aires regresan los vientos helados de Diciembre y termino escribiendo sobre ellos. Me jode, me jode que aunque estoy segura de haberlo superado no pueda parar de pensar en ese maldito mes.
Que fácil era todo antes, antes de enamorarme de su invierno. Aunque creo que siempre viví enamorada de él. Yo una chica de agua que luego de Diciembre; específicamente desde el nueve de diciembre; se le congeló el cuerpo el alma y el corazón. Hubiera querido ser de fuego para derretir su hielo, pero lo único que hice fue fundirme en él.
Cierro los ojos y puedo recordar ese día de mayo cuando el invierno de diciembre me encontró en la calle. Me estremecí toda cuando sentí su mirada de hielo azul quemándome la piel como si fueran mil brazas. Me sentí expuesta, desnuda frente aquellos ojos. - Hola - dije con total nerviosismo. No entiendo el por qué de los nervios , si ya antes había visto ese invierno. Era tan distante. Ahora lo sentía como si fuese la navidad tocando a mi puerta.
Sentía el calor de estar en casa junto a la chimenea tomando una taza de chocolate caliente. Sentí la emoción de cuando tienes un regalo en las manos y rasgas el papel para luego encontrarte con eso que tanto habías deseado tener. Todo eso sentí cuando Diciembre llegó en plena primavera, con su frío característico y su bonita nieve. Llegó a mi vida pareciendo un niño triste que solo quería ser amado.Estar a su lado fue lo máximo. No diré que fue la mejor cosa que me ha pasado en la vida porque aún estoy viva (gracias señor Fisher por enseñarme eso en la terapia). Pero fue lo más parecido a sentirme en casa. Podría ir a donde fuera, si estaba con él sentía como ese lugar se volvía mi hogar. Su aura y su seguridad me hacía sentirme reconfortada. Junto a él estaba segura de tantas cosas. Podría haber saltado al vacío sin pensar.
Diciembre, tuvimos que haber sido solo amigos. Teníamos que haber cumplido con esa promesa que hicimos. Cada día de junio me enamoraba más de ti. Se fue la primavera y llegó el verano con su calor intenso. Ese julio y agosto me hicieron quererte más aunque me sentía la mano congelada de tanto aferrarme cuando me empujabas al barranco de tu indiferencia.No hay nada mejor que ir a la playa. Era mi lugar favorito en el mundo, pero las pocas veces que fui contigo hicieron del mar un amuleto para recordarte. Ahora, cuando miro sus olas recuerdo tus cabellos rizados. El cielo tiene el azul de tus ojos. La arena me trae a la memoria tu piel cálida y un poco bronceada. ¿Oh Diciembre que me has hecho? Ya no puedo ir a la playa sin recordarte. Tu nombre está escrito en cada paso que doy caminando por la orilla.
Septiembre continuó con esta aventura. Tu hielo me estaba consumiendo mientras tú me hacías sentir peor. Octubre creí que era la paz después de la tormenta, pero dicen que siempre puede caer un rayo después de esta y ese rayo cayó sobre mí abriendo mis ojos. Tus vientos se habían vuelto más hostiles. Tus inviernos más densos y fríos. Siempre había un nuevo nubarrón gris en tu paisaje. Ya no se sentía como si estuviera tomando chocolate caliente mirando la chimenea, ni como si abriera un regalo; algo que siempre quise. Ese regalo para mi eras tú, Diciembre, pero nunca te abriste conmigo. Nunca logré derretirte. El nueve de diciembre estaba tirada en medio de la nada cubierta por tu nieve, congelándome hasta los huesos. Yo que era una chica de agua me convertí en hielo.
Si juegas con hielo no lograrás derretirlo, te convertirás en él. Me convertí en ti, Diciembre. Ahora soy fría, gris, monótona, no sé que es reírme, ni mirar las estrellas que me parecían más bonitas cuando estabas tú. Ya no me paro a mirar la luna y más nunca he ido al mar. Tengo miedo que te extrañe demasiado para llamarte luego de estos dos años que no sabes quién soy, ni yo sé quien eres. Pensarás que sigo siendo esa chica de agua y yo pensaré que alguien ya pudo derretir ese trozo de hielo de tu alma. Hoy ya no eres mío y tampoco soy tuya. Sé que pronto podré olvidarte menos cuando llegue tu día. Ese nueve de diciembre me resultará imposible. Siempre te he querido diciembre desde que no sabía quién eras. Nunca olvidaré tu nombre aunque hoy te llames como un mes.
Prometo que esta va a ser la última vez que te escribo. No por ti, sino por mí que merezco salir adelante y ver otros horizontes. Sabes, me gustaría poder oler las flores de la primavera y derretirme de calor en el verano. Podría volver a enamorarme de otros meses. Podría convertirme de nuevo en esa chica de agua o el fuego que derrita el hielo de otros corazones. Me gustaría vivir más allá de las barreras que me crea tu recuerdo.
Espero que te reconozcas en estas letras y en las demás, porque ya sabes que en todo lo que escribo hay un poco del dolor, del frío de Diciembre y de tu manera de mirar...
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Aún somos las mismas y otros relatos.
Short StoryEn este libro no encontrarás más que cuatro cortas historias sin nada que las una. Cada una es una vida diferente. Cada una lleva un sentimiento diferente. Espero que disfrutes de ellas tanto como yo disfruté y sufrí al escribirlas...