(pasado)
Una adolescente tiene derecho a sentirse niña.
A pesar de tener diecisiete años, Alma seguirá viendo las mismas películas que vio con su madre de pequeña. Se sienta en el sofá a su lado, ambas tienen dos bolsas de palomitas en sus manos, se ríen al ver a la protagonista hacerse pasar por chico y obviamente del pequeño dragón que la acompaña. Las dos felices, hasta que en la mitad de la televisión aparece su padre justo en el momento que comienza una de las mejores canciones del largometraje. Los tres se saben la letra de pie a pa sin ningún error de por medio. En cuanto aparecen los créditos en pantalla, comienzan a recogen las bolsas y las tiran a la basura.
Alma tiene sed, debido a que las palomitas eran saladas, sus favoritas. Después de recoger su botella de la nevera, sus padres la abrazan y le desean buenas noches.
No tiene mucho sueño y decide leer una revista que tenía en su habitación desde hace años. Esta contiene tendencias pasadas — obviamente. — pero, aún así, para Alma algo muere cuando decide que lo haga. Por eso, hay prendas que, aunque sean de los sesenta, se siguen llevando por todas esas personas que no han decidido soltarlas y dejar que desaparezcan.
Al día siguiente, Alma baja a desayunar y de pronto, le llega el olor de las tortitas recién hechas igual que otro aroma a un chocolate muy dulce como a ella le gusta. Le dedica una sonrisa a su madre y cuando termina de comer vuelve a su habitación para asearse y vestirse para ir al instituto.
Una vez lista, coge el coche y de camino al instituto se encuentra con unos gatitos en medio de la carretera, baja del vehículo y los mira. "Pero ¿qué hacéis aquí?" pregunta en tono agudo y dulce, los gatitos se acercan hacia ella y esta decide llamar a su madre, ya que es veterinaria. Le responde que estará allí seguida así que deja a los gatos en una caja de zapatos que tenía en el coche y los coloca en un parque muy cercano de allí, pero lejos de la carretera. Vuelve a subirse al coche y va camino al instituto.
Después de unas largas seis horas, llega a casa reventada y se echa una siesta de dos horas, puesto que mañana no tienen ningún trabajo ni examen que hacer.
Al pasar los días, su madre cayó enferma y comenzó a encontrarse cada vez peor. Los médicos no sabían que le estaba ocurriendo.
Ha llegado a un punto en el que se encuentra en reposo absoluto y con pastillas permanentes.
Alma de vez en cuando le hace compañía, pero su madre le dice que no quiere que la estrese.
¡Faltan dos días para que comience la Navidad! — Le exclama Alma a su madre.
Se alegran, Alma deja a su madre reposando en la cama y se dirige al salón.
Allí se encuentra con su padre y este le dice que vaya a comprar unos pastelitos de la tienda favorita de mamá. Alma se pone las zapatillas para salir y se dirige hasta allí.
Cuando vuelve, se fija en la chimenea, su padre le había dicho que cuando ella se fuera iba a colocar los adornos navideños sobre ella, pero no ha ocurrido. Alma se percata de eso y sale del salón en busca de su padre.
No consigue encontrarlo, por ende, va a buscar a su madre.
Nada.
Se sorprende, ya que su madre está enferma y debería estar descansando en la cama. Además, hacía menos de dos horas que la había visto.
"Coge el teléfono" piensa.
Ninguna respuesta.
La aguja del reloj marca las tres y sigue sola en casa.
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No puedo verte
FantasyUn reino. Una ley rota. Caos hasta que él la encuentre. Alma se siente desolada por la desaparición de sus padres, pero acaba metiéndose en una misión de vida o muerte. ¿él la encontrará? ¿su don celestial acabará matándola?