Draco Malfoy jamás esperó desarrollar sentimientos en Hogwarts, mucho menos por una hufflepuff un año mayor que él; pero ahí estaba, sintiéndose como un tonto vulnerable cada vez que ella se encontraba cerca.
Pero, ¿por qué todo debía ser tan difíci...
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Calaveritas de Chocolate.
Camille.
En cuanto comencé a despertar no pude evitar estirar mis brazos y piernas bajo las sábanas, ocupando prácticamente toda la cama por mí misma. Aún sin abrir los ojos me aferré a lo que tenía más cerca, notando que era la almohada de Cedric, pude diferenciarla gracias a la fragancia a miel y madera que desprendía la tela, su aroma característico; me aferré a la misma con fuerza atrayéndola hacia mi pecho, sabía que él ya no se encontraba en la habitación, no se oían pasos ni la lluvia de la regadera cayendo, probablemente ya serían pasadas las nueve y él tenía que asistir a sus reuniones de prefectos muy temprano por la mañana. Agradecía que mis clases de los lunes apenas comenzaran después del almuerzo, ya que realmente detestaba la idea de madrugar.
En cuanto abrí mis ojos los recuerdos de la noche anterior entre los brazos de Cedric me atacaron llenándome de vergüenza, el dolor punzante sobre la piel de mis párpados eran el constante recuerdo de las lágrimas que había dejado caer durante las horas consiguientes al toque de queda. Recordé a la perfección como había estado llorando y sollozando entre sus brazos mientras le pedía disculpas por entrometerme en sus decisiones, como él me consolaba paseando sus enormes y cálidas manos por mi espalda y mi cabello, como susurraba palabras cargadas con un cariño abrumador; también recordé su promesa, y la sinceridad que se reflejaba en sus ojos al momento de realizarla, eso era lo que me mantenía tranquila ahora y lo que logró disminuir el malestar que generaba aquél mal presentimiento en mí. Aunque la verdad era que el sentimiento amargo persistía, y ahora no tenía idea de cuál era la razón.
Cuando logré acostumbrarme a la claridad de la habitación comencé a estirarme nuevamente, deslice mis manos por encima de las sábanas, apretándolas ligeramente, sin ganas reales de abandonar la cama pero al final conté hasta tres y me senté de golpe, no tenía razones para seguir procrastinando. Pasee mi mirada por el acogedor lugar y sobre la mesa de noche pude divisar una pequeña nota junto al frasco de caramelos que le pertenecía a Ced; me acerqué al borde y antes de tomar el pedazo de pergamino abrí la tapa del frasco y saqué un chupetín y algún que otro caramelo que guardaría para comer en el transcurso de la tarde, luego me dispuse a leer el contenido de la nota.
Princesa.
Lamento dejarte sola en la mañana, sobre todo después de lo ocurrido anoche, pero sabes que no puedo ausentarme de las reuniones sin salir perjudicado. Durante las primeras horas debo impartir algunas clases de apoyo a los niños de primer año y también me toca clase con el profesor Flitwick por lo que no podremos vernos hasta el almuerzo. Me pasaré por la enfermería para verte en caso de que tenga algún momento de descanso. No olvides que te amo.