Capítulo 4: Hambre y sombras

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Abrí los ojos de golpe por la sorpresa, la escuché, no estoy loco, escuché mi voz, bueno, la voz de este chico, ¡entonces no era mudo!, ¿pero entonces porque no podía hablar antes?. No lo entendía, apreté mis puños cerrando los ojos y volví a soltar un grito.

-Ah...~- Tosí agarrandome la garganta, me la sentía carrasposa, quizás la forcé demasiado.

Suspiré y mire a mi alrededor, me sentía tan fuera de lugar en ese baño. Siempre fui una persona inquieta, que constantemente debía estar en movimiento, y el echo de estar ahí sin poder hacer nada hacia que la ansiedad poseyera hasta lo más profundo de mi ser. Decidí probar algo, abrí el grifo de la ducha y para sorpresa o no el agua empezó a caer de la misma, entonces la cerré.

-Bien...- Pensé mientras levantaba mi brazo derecho y olfatee bajo este- Ugh!- Pensé tras sentir mi mal olor, ya se veía que este chico no era de bañarse mucho

Me paré frente al espejo, observe por unos segundos mi rostro, esas ojeras, esos ojos vacíos, esos labios que parecían tener prohibido sonreír y mi cabello crespo por el largo tiempo sin lavar, me quité la camisa, observe mi ahora delgado cuerpo repleto de cicatrices, me bajé el pantalón y mire hacia abajo, mis piernas también eran delgadas e igual tenían alguna que otra cicatriz, todo era tan extraño y nublado, pero ahora venía lo más incómodo para mi, el boxer.

El echo de tener que mirar las intimidades de un cuerpo masculino que no sea el mío... podrá sonar como una estupidez pero si, me moría de la vergüenza y sentía que mi hombría se vería afectada por esto, ugh.

Me quedé estático por unos segundos hasta que cogí aire y lo bajé.

-. . .

Preferí ignorar esas partes de mi cuerpo y levanté la vista rápidamente, caminé hacia la ducha y me paré bajo ella mientras me rascaba el cabello, lo llevaba haciendo todo el día, seguramente debido al tiempo que no se ha lavado, mire mis manos, mis dedos tenían restos de caspa, por Dios...

Me di cuenta de que había un jabón completo y a su lado una estilla de jabón, pero no le di mucha importancia a eso, sin saber la condena que me traerian esos simples jabones. Abrí la ducha y deje que el agua callera sobre mi cuerpo, estaba tibia, solté un suspiro disipandose un poco la penetrante sensación de incomodidad que sentía.

Agarré el jabón completo y empecé a frotarlo por mi cuerpo, el simple echo de tocar con los dedos alguna parte de este cuerpo ya era una sensación rara e incomoda para mi. Seguí por un rato, pero evité lavarme las partes íntimas, no podía, también evitaba contacto físico con las mismas, me metí bajo la ducha dejando que el agua se llevara todo el jabón de mi cuerpo, ahora me sentía más relajado. Llegó el momento de lavar mi cabello, pero para nada sorpresa mía no había shampoo a la vista, así que tuve que lavarlo con jabón. Froté mis manos enjabonadas en mi cabello crespo y al terminar me lo lavé con el agua de la ducha, repetí este mismo proceso 3 veces hasta que lo sentí lacio, ya me sentía algo más cerca a lo que era una persona "normal".

Cerré la ducha y salí de la misma, agarré la única toalla que había y me sequé con esta, un error que pronto me pasaría. Claramente no tenía ropa, así que me vestí con lo mismo que llevé puesto todo el día, un sueter negro y unos pantalones también negros sólo que algo más claros, y el mismo boxer claramente. Me miré al espejo, mi cabello húmedo ahora brilloso caia por mi rostro casi llegando a mi cuello, realmente estaba largo, eso también me incomodaba, nunca aprobé mucho el cabello largo en chicos, parecía un puto emo así, pero en estas situaciones... ¿que elecciones tenía?

Suspiré y me acerqué a la misma pared de antes, pegué mi oreja y... no escuche nada, ¿habían terminado?.

-Y no me piensa sacar de aquí o que?- Pensé frunciendo levemente el seño

Unos segundos después me encontraba tocando la puerta con el puño y tratando de gritar pero cada vez que lo intentaba terminaba tosiendo, esa zorra no me escuchaba o se hacia la que no me escuchaba, seguí tocando cada vez más fuerte durante algunos minutos pero nada, estaba atrapado.

Tsk!- Bufé en mi mente y empecé a golpear la puerta buscando derribarla, pero con este cuerpo tan débil sentía que no podía levantar ni una caja

Terminé agachandome en cuclillas frente a la puerta respirando agitado mientras apretaba los puños de la impotencia y di un ultimo golpe en esa maldita puerta. El hambre no me daba tregua, podía sentir mi estómago rugir, pero no era un hambre de "no comi en el almuerzo" y ya está, no, sentía que era un hambre de días, me sentía débil, a cada rato me entraban leves mareos y no sabía bien donde me encontraba, trataba de ignorarlo pero el ruido de mi estómago se encargaba de recordarmelo.

Observé de reojo la única ventana que tenía el baño, casi pegada al techo, la luz del Sol que entraba por la misma poco a poco iba desapareciendo. Me levanté y pulse el interruptor para encender la luz, pero no, claramente no prendió, el baño no tenía foco o lámpara que me protegiera de las sombras de la noche. Apreté mis dientes, sentía mis ojos cristalizados, ¿en qué momento terminé así?, hace tan sólo unas horas me encontraba en la escuela con mi mejor amigo, charlando de nuestras cosas, y ahora me encontraba en un mundo aparte en el que era una presa vulnerable, un animal indefenso.

-AH~- Grité con impotencia sintiendo mi garganta ronca y empecé a golpear la puerta nuevamente mientras mi cuerpo me daba tumbos, seguí y seguí y seguí y seguí, me sentía como un pájaro al que le habían robado su libertad, un pájaro al que las alas le terminaron fallando y... caí al suelo.

-...

Mi débil cuerpo apenas respondía, me encontraba tirado en ese frío y sucio suelo, con la mirada de mi único ojo que no era aprisionado por mi cabello en el suelo, con un agujero invisible en el estomago que no paraba de rugir, y con la tenue luz de la luna asomando por la ventana terminando las sombras de consumirme, un silencio sepulcral adornaba mis alrededores, acompañados únicamente por los ruidos naturales de la noche, ¿qué hora era?, no lo sabía, quizás las 6, 7, o las 10 de la noche, no lo sabía. Cerré mis ojos, esperaba poder dormirme y que al despertar todo esto fuera una simple pesadilla, lo deseaba con todas mis fuerzas, pero no, la vida me tenía otros planes.

Hambre, miedo, debilidad, impotencia, tristeza, dudas, y muchos más elementos son los que colaboraban entre si para evitar que el sueño me acompañe. Abrí los ojos, me quedé mirando el suelo por unos segundos y moví lentamente la cabeza hasta mirar al frente, observe una cucaracha salir del tragante debajo de la ducha, dio unas cuantas vueltas en la superficie del suelo, entonces se empezó a acercar a mi, se acercó más, más y más hasta que...
Aplasté su crujiente cuerpo de un puñetazo ante mi propia mirada de rabia.

-No voy a ser el juguete de estos insectos...- Pensé

- Pensé

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𝐄𝐥 𝐌𝐢𝐬𝐭𝐞𝐫𝐢𝐨 𝐝𝐞𝐥 𝐀𝐮𝐥𝐚 𝟕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora