✠⛧ sanctus sanctorum⛧✠

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Dolor, es todo lo que siento, es lo único que he sentido toda mi vida, las palizas, el repudio por parte de todos, mis sueños... Nada en mí encaja como debería.

No puedo mover mi cuerpo, siento como cruje cada milímetro, mis ojos me arden...

- ¿Ya estás despierto?

Escuche una profunda voz.

- Ey, vamos despierta.

Abrí los ojos, mi cuerpo tembló ante la presencia.

- Eres... Eres el cuervo del Padre Tomás.

Lo miré sorprendido mientras un pequeño silencio se hizo entre los dos.

- ¿cuervo? ¿Así me llaman los aldeanos? Qué gracioso.

- Es por gentileza, normalmente todos te llaman la perra del dictador.

Escupí esas palabras con ironía, ya no me asusta nada, estoy cansado, si este maldito me mata será lo mejor que me podría pasar.

Pero contrario a lo que creí, él simplemente me mira profundamente, parece que sus ojos serán lo último que veré.

- Parece que ya no tienes miedo, Jimin-ha.

- ¿cómo es que sabes mi nombre?

- Soy la perra del dictador, ¿lo olvidas? Yo sé muchas cosas que tú no.

Sé que el pueblo me odia, pero no tengo opción, nadie la tiene, yo simplemente me encargue de asegurar mi vida y ya; no quería aguantar hambre ni ser humillado lavando los pies del padre Tomás.

Pero a cambio de esa comodidad tuve que arriesgar muchas cosas.

- ¿Tu arriesgarse algo? Por favor no nos hagas ver como imbéciles, tú eres el maldito que le consigue información.

POR TU CULPA YO...

Mis lágrimas caían con dolor, por culpa de este imbécil y los demás cobardes que le sirven a ese monstruo mi vida es un infierno.

No pude terminar de hablar, el dolor de mi cuerpo y alma reemplazada mis palabras con sollozos, ni siquiera me puedo mover, ¿qué será de mí ahora? Si este imbécil no tiene piedad para matarme, posiblemente me entregue, no quiero ver a ese monstruo de nuevo.

Mi cuerpo tiembla, me muestro débil ante mi enemigo, pero ya no lo puedo evitar, solo me desahogo mientras él me mira friamente, no dice nada y para mí eso es mejor; si es que muero pronto, solo deseo desahogarme, solo quiero llorar hasta que el peso en mi pecho se aleje.


-Bebe esto, te ayudará con el dolor.

Lo miré con desconfianza, ¿por qué un Servidor del padre ayudaría a alguien? Aún más importante, ¿por qué demonios me ayudaría a mí en especial? Esto no tiene sentido.

- ¿Lo harás así? ¿Con veneno? Pero que extrañamente piadoso eres.

Me miro con burla, ¿acaso este idiota estaba jugando conmigo?

- No es veneno, es medicina.

- No te creo.

- Si esperabas desde el inicio que te matara entonces bébelo, no tienes nada que perder, solo hay dos opciones, te quita el dolor y ayuda a cicatrizar tus heridas o te mueres.

Líbranos Del Mal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora