Gojo Satoru

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No conseguía dormirse, estaba totalmente agotada aún así cada vez que intentaba dormir su mente volvía al mismo sitio, para ella ahora era un costumbre, Gojo llevaba meses dejándola sola en las noches, no respondía sus llamadas, ni mensajes. Sabía perfectamente donde se encontraba, como no saberlo cuando llegaba de madrugada oliendo an alcohol o algún perfume barato, aun así no lograba encárale, no se imaginaba la vida sin él.

Miro el despertador de la mesita de noche, las tres de la mañana y no había señales suyas, debía lograr dormirse mañana debía madrugar para ir a trabajar y no podía permitirse tener más ojeras.

El colchón hundiéndose a su lado y un olor fuerte a tabaco la despertó, con los ojos entre cerrados miro de nuevo el reloj, tan solo había pasado poco más de media hora. Un aroma a perfume femenino no tardó en llegar a sus fosas nasales una vez que el olor a cigarrillo disminuyó, con todas sus fuerzas aguantó las ganas de sollozar.

Cerró los ojos con más fuerza dispuesta a dejarlo pasar otra vez, no quería confrontarle, tal vez lo hubiese conseguido si el olor no se hubiera intensificado bajo su cercanía.

—¿Cómo se llama?—Las palabras salieron solas, se mantuvo en la misma posición con los ojos todavía cerrados.

—¿Qué?—No necesitaba verle la cara para saber que estaba sorprendido puede que incluso un poco asustado.—¿De qué estás hablando?

—La chica, a la que te tiras todos los días mientras yo te espero en nuestra cama.

Intento tocarla pero instantáneamente la fémina se movió, saliendo de la cama deseando mantener las distancias, esperando no romperse con las siguientes palabras que podrían destrozarla.

—No hay nadie más, bebé.—De nuevo su mano viajó sin mucho éxito hacia su novia que solo pudo poner una mueca de asco ante el ligero roce.

—No me mientas, Gojo, puedo olerla.—Su voz se había vuelto frágil, temblorosa camino hasta la puerta con la intención de irse pero unos brazos se lo impidieron.

—Déjame explicártelo.

Se rio, una risa amarga y triste salió de sus labios, deseo no haber preguntado, prefería vivir ciega de amor que sin él a su lado. Le empujó con todas las fuerzas que le quedaban bajo sus manos temblorosas, sintiendo por primera vez asco ante su roce. Ansiaba gritarle pero el nudo en su garganta le impedía emitir cualquier tipo de sonido.

—Naoko, hablemos, nena.—Cada palabra que salía de la boca del chico la rompía en pedazos, pensó en correr pero su cuerpo estaba congelado apenas conseguia pestañear.

—¿Por qué?

Es lo último que recuerda de esa conversación, los gritos y portazos que siguieron habían desaparecido totalmente de sus recuerdos y se encontraban como un folio en blanco. Ya casi no pensaba en él sin embargo hoy era diferente la imagen de su ex novio había estado rondando su mente durante todo el día.

—Podemos no ir, Shoko no se molestara.—Utahime la saca de sus pensamientos, la mira de reojo esta perfectamente arreglada.

Pensó en sus amigos, en Shoko en como casi le había rogado para que fuera a su fiesta de cumpleaños y todas las ganas que tuvo en algún punto de cancelar se esfumaron.

—Creo que podré sobrevivir.—Sonrie un poco intentando tranquilizar a su amiga que no le quita los ojos de encima mientras se maquillan.—Ha pasado casi un año, estaré bien.

Mentira, no estaría bien y ahora que se encontraba delante de la puerta de Shoko los nervios se habían intensificado de manera casi preocupante, su único apoyo era Iori. Al adentrarse en la casa agradeció mentalmente la popularidad de su amiga, entre tantas personas seguramente lograría dar esquinazo al enemigo.

—Me alegro mucho de que hayas venido.—Las tres se envolvieron en un amistoso y caluroso abrazo antes de felicitarse a la protagonista del día.—¿Queréis beber algo?

Estaba apunto de negarse cuando sus ojos se posaron en un peliblanco que se encontraba rodeado de chicas, sus ojos chocaron con los de él que acaba de mirar en su dirección y de repente todo a su alrededor se había detenido, no existía nadie más, maldijo para sus adentros antes de romper el contacto visual.

—Puedo patearle la cara si me lo pides.—Utahime se encontraba mirado en la misma dirección que ella, sin embargo su cara era totalmente diferente realmente iría a pegarle si ella se lo decía.—Maldito idiota, debería matarle.

—Dame un vaso de lo más fuerte que tengas.—Sus amigas se miraron entre sí con sorpresa, Naoko no bebía, solía ser la que cuidaba de ellas cuando salían y siempre conducía de vuelta para dejarlas sanas y salvas en sus casas pero hoy todo era diferente.—Mejor dame la botella.

Sus ojos habían vuelto a viajar sin querer hacia Gojo que todavía tenía la mirada sobre ella, casi no parecía notar que la rubia que le bailaba tenía pensado comérselo ahí mismo.

Shoko extendió una botella de lo que parecía ser Whisky, le dio un largo trago antes de meterse entre la gente ignorando como su garganta ardía por la falta de hábito, esperando estar los más alejada posible del que alguna vez fue su novio, se fue hasta uno de los pasillos y una vez lejos se permitió soltar el aire que había estado reteniendo inconscientemente.

—Siempre me han matado tus piernas.—Levantó la vista del suelo para encontrarse con unos ojos azules que la miraban fijamente, se le cortó el aire.—Te has cortado el pelo, te queda bien.

No podía hablar, como iba a hacerlo si toda su cabeza era un remolino de pensamientos, aunque supiera que decir las palabras no saldrían de forma ordenada. Intento alejarse lo máximo posible, la única opción que le quedaba era esconderse en la habitación de la anfitriona y desear con todas sus fuerzas que sus amigas viniesen a buscarla.

—No sabes lo mucho que pienso en ti.—La agarró del brazo con delicadeza impidiendo que la fémina se alejara de él, ella levantó de nuevo la mirada para encontrase con unos ojos tristes, melancólicos.—Todos los días.

—No me toques.—Su voz se había quebrado, era muy difícil mirarle pero que le tocase parecía una tortura, odiaba tu tacto y él parecía haberlo entendido porque al instante deslizó el agarre.—Sigue con lo que estabas haciendo, no te quiero cerca.

Su voz sonó tajante sin embargo toda ella temblaba, sentía como las lágrimas amenazaban por salir pero no lo haría, al menos no delante suya.

—Solo quería escuchar tu voz.

Realmente no notaba como escuchar la suya era una tortura para la de cabellos marrones, sus ojos pasaron del suelo al chico que se encontraban enfrente suya, la distancia era mínima podía oler perfectamente el aroma de su perfume, sentir su respiración sobre ella, era sofocante.

—Ni si quiera puedo mirarte a la cara.—Le empujó antes de internar huir de nuevo de él.

—De verdad lo siento, Naoko.—Su voz le hizo parar en seco, no tuvo ni la oportunidad de cruzar el pasillo, simplemente se quedó ahí dándole la espalda deseando desde lo más profundo de su corazón escuchar sus palabras, oír su voz.—Fui...

—Un mal novio, uno horrible.—Cerró los ojos reteniendo las lágrimas antes de seguir su camino.—No me importa tu culpa, adiós.

Salió de ahí, buscó a sus amigas para avisar que se volvía a casa.

jujutsu kaisen || one shootsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora