Gojo Satoru

638 35 2
                                    

Detestaba la lluvia más cuando se había olvidado el paraguas en casa pero si había algo que odiase más era perder el autobús y como el destino se divertía a su costa hoy le había tocado todo el pack.

Sus opciones era limitadas, caminar hasta casa o esperar casi dos horas a que el siguiente bus pasara, ninguna la terminaba de convencer pero si no deseaba morir de hipotermia en las próximas horas lo mejor sería quedarse en la parada y esperar.

Miro su teléfono en cuento se sentó, el nombre de la persona que menos deseaba ver ahora se encontraba en todas las bandejas de notificaciones, resopló con enfado antes de borrarlas todas y meter su teléfono de nuevo en el bolsillo.

Si, odiaba la lluvia pero había algo en el sonido que hacía al chocar contra el suelo que lo volvía adictivo para sus oídos, podría escucharlo durante horas.

—¿Necesitas que te lleve?—Estaba tan absorta en sus pensamientos que no se percató del coche tan familiar que había parado delante suya.

¿Qué hacía ese imbécil ahí? No tenía ni idea pero tampoco quería saberlo.

—Prefería sacarme los ojos.—Sonrió con sarcasmo antes de desviar la mirada hacia otro lado, cualquier cosa sería mejor que verle a la car.—Vete.

—Venga, no seas complicada.—Bajo el volumen de la música y se inclinó con facilidad desde el interior para abrir la puerta del copiloto.—Odias la lluvia, sube.

—Te odio más a ti.—Hablo por lo bajo para que no la escuchara, todavía evitando su mirada agarró su mochila y se puso de pie con la intención de andar hasta su casa.

—No te hablaré, lo prometo.

Paró en seco y le miró esperando ver algo de mentira o burla en sus ojos pero para su sorpresa parecía sincero, con duda se adentro al coche en silencio. La promesa duró más de lo que Naoko pensó.

—Me llevas ignorando dos semanas ¿se puede saber por qué?— La fémina le miró con incredulidad y se preguntó como alguien podía ser tan imbécil mientras seguía en absoluto silencio.— No sabía que eras celosa, Nao-chan.

Definitivamente era el chico más idiota que jamás había conocido y aún así estaba colada por él, por eso mismo era tan difícil no mirarle o hablarle, más cuando él llevaba esas dos semanas prácticamente acosándola.

—No somos nada, Gojo.—Masculla secamente antes de seguir mirando por la ventanilla.— ¿Por qué estaría celosa?

—Porque estás loca por mi.—Canturreo con entusiasmo a la vez que daba pequeños golpecito al volante al ritmo de su voz.

—Que te crees tú eso.—Contradijo esta vez encarándole con una mueca marcada de mal humor, en cuanto sus ojos divisaron la sonrisa burlesca que se extendía por la cara del pelo azulado se maldijo por haberle prestado atención.—Mi casa no es por aquí.

¿Que estaba haciendo?

—Lo sé, no vamos a tu casa.—Su voz sonaba tranquila cosa que la hizo enfadar.

—Lo que sea que tengas en mente no va a funcionar.—Aseguró sin ni siquiera dedicarle una mirada al conductor.

Se mantuvo en silencio, algo que sin duda era raro en Gojo. Sus ojos te mantuvieron todo el trayecto en el paisaje que se apreciaba a través de las ventanillas, la lluvia no cesaba, no lograba imaginar a donde iban.

—Te echo de menos, Naoko.—Rompió el silencio, la velocidad del coche disminuyó, le miró de reojo temiendo que se le escapase una sonrisa.—Solo quiero hablar y en mi coche no te puedes escapar.

—Podría tirarme en marcha.—Recalcó rápidamente, evitando hablar sobre la reciente confesión del chico, este rápidamente lo noto.

—Lo sé, por eso me gustas.—Respondió distraídamente mientras aparcaba en el parking de lo que parecía ser un restaurante.—Venga vamos a cenar.

—Parece caro.—Sus ojos de nuevo se posaron en la fachada del edificio, el color dorado en los detalles le daba un toque elegante. Miro su ropa y tragó saliva.

—Tengo algo para ti.—Gojo se inclinó hacia los asientos traseros antes de extenderle a la fémina una caja compañada de una bolsa, con duda la acepto.

Se deshizo de la tapa de la caja con máximo cuidado, parpadeando un par de veces antes de subir la mirada hacia el peli blanco que la miraba sonriente, casi con ansias, esperando una reacia positiva por parte de la chica, pero toda la escena que se había imaginado esta mañana al comprar el vestido se estaba desmoronado. Naoko solo niega con la cabeza repetidas veces, sin apartar la vista del vestido azul noches que se encuentra entre sus manos.

—¿Me estás intentado comprar?

—Estoy intentando que vengas a cenar conmigo.—Confesó todavía manteniendo la sonrisa en su rostro, momentáneamente su vista baja hasta el regalo que se encontraban en el regazo de la chica.—Naoko, no seas difícil.—Insistió en voz baja, la sonrisa desapareció al ver la mueca triste de la fémina.

—Eres insoportable.—Reclamó en voz alta, se cruzó de brazo como muestra de que no iba a ceder, al menos no sin una disculpa por parte de Satoru.—Siempre me estás mareando, unos días te gusto y otros días te gustan todas.—Se negó a continuar, solo deseaba irse de ahí, alejarse de él y ser capaz de pensar con claridad.—Estoy cansada de esto, de nosotros.

El silencio inundó el coche, durante unos largo minutos el ruido de sus respiraciones era el único sonido que se lograba percibir.

—Únicamente me gustas tú.—Sin previo aviso las palabras de Gojo le golpearon justo en el corazón, miró al chico del que había estado enamorada desde la secundaria.—Tienes mi corazón desde el día en que me pegaste un puñetazo.

—Demuéstralo.—Respondió con confianza, sin miedo a demostrar que estaba dispuesta de dejar ese juego en el que estaba desde hacía ya un año.—Ya no somos niños.

Se inclinó sobre ella, dejando apenas unos centímetros de distancia entre sus rostros y con una sonrisa coqueta besó la comisura de sus labios.

—Ponte ese vestido y te daré la mejor noche de tu vida.

jujutsu kaisen || one shootsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora