La guerra: Infintración

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Whatever happened to
All of the heroes?
All the Shakespeare-os?
They watched their Rome burn.
Whatever happened to the heroes?
Whatever happened to the heroes?
No more heroes any more
No more heroes any more 

Lunes, 17 de Julio de 1978

Remus viajó solo al Callejón Diagon por primera vez a través de un transporte muggle. Bien; en realidad se apareció ya casi a la mitad del camino, pero tomó el metro dos paradas antes solamente para que pareciera más convincente. Moody le había prohibido usar la conexión flu de los Potter en caso de que lo rastrearan, y Remus estuvo de acuerdo con eso.

Entró a el callejón por la pared de ladrillos junto al Caldero Chorreante y se dirigió directamente al pub. Danny estaba dentro, esperándolo, sosteniendo un vaso de whisky de fuego. Sonrió tímidamente a Remus.

— Necesitaba algo de coraje holandés.

— Conozco la sensación. — Remus asintió con gravedad. Pidió lo mismo al barista jorobado.

Se alejaron del bar y encontraron un rincón tranquilo. Remus lanzó un muffliato por si acaso. Tuvieron un intercambio cortés, bastante breve: Marlene había comenzado a practicar en St Mungo's y lo estaba disfrutando, Danny no estaba haciendo gran cosa.

— Tengo algunos ahorros, obviamente; No estoy exactamente mal — suspiró — Los Cannons pagan bastante bien, y podría haberme retirado si hubiese querido. Simplemente no esperaba que fuera tan pronto.

Remus no sabía qué decir, porque la idea de tener un trabajo todavía le parecía demasiado lejana. El hombre mayor seguía mirando las cicatrices de Remus también. — Lo siento — dijo, cuando fue sorprendido mirándolo — yo sólo... ya sabes. Nunca había visto...

— Lo sé. — Remus respondió, tratando de relajarse un poco. Se tragó lo último de su whisky y sacó su cajilla. — Está bien. ¿Tú tienes...?

— Solo una o dos. — Danny respondió. — Supongo que obtendré más. Ah, y la mordida, obviamente. — Sus ojos se movieron alrededor mientras decía esto, en caso de que alguien estuviera escuchando.

— Por supuesto. — Remus asintió, encendió su cigarrillo e inhaló desesperadamente. — ¿Sabes quién lo hizo?

— ¿Acaso importa?

— Podría importar. — Remus se encogió de hombros — Creo que es importante para ellos, de todos modos. Creo que el que te convierte... tiene una conexión contigo, después. Puede que reconozcas su olor. O puede que esa persona reconozca el tuyo.

Danny arrugó la nariz con disgusto.

— ¿Cómo aprendiste todo esto?

— Un poco por experiencia. Otro poco de libros. ¿Has leído algo?

— No. — Danny miró hacia otro lado — Nunca he sido de los que leen. En San Mungo me dijeron que no me molestara, de todos modos, no es como si hubiera una cura.

— No — Remus frunció el ceño, de alguna manera molesto por ese tipo de razonamiento — No, no hay cura, pero... bueno, todavía hay cosas que aprender. No es solo una enfermedad, es quien somos.

— No es quien soy. — Danny dijo, ferozmente, su puño apretado sobre la mesa.

Remus también miró hacia otro lado, avergonzado. Danny no estaba preparado para esto, se dio cuenta. Todavía estaba en negación. Danny levantó un brazo, indicándole a Tom en la barra que le diera otra copa. Remus se preguntó cuántas había tenido ya. Parecía de mala educación preguntar; Danny era mayor que él, llevaba más tiempo en la Orden.

All The Young Dudes (Libro 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora