Pruebas de confianza

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Su corazón latía rápido, sentía sus mejillas extenderse en una sonrisa nerviosa. Apenas iban a dar las siete y media cuando escuchó el motor de la moto de Chuuya acercarse a la agencia. Era ese tipo de cosas las que lo deprimían un poco; Chuuya siempre era puntual, mientras que él seguía siendo un revoltijo de papeles. Se apresuró lo más que pudo para terminar su trabajo al mismo tiempo que Chuuya se detenía frente a la agencia. Casi sin leer empezó a llenar los informes con la información que recordaba, escribiendo de vez en cuando detalles que en otras circunstancias hubiera profundizado. No importaba, se dijo, al final de cuentas Dazai hacía lo mismo. 

Lo logró. Dejaba el último papel dentro de la papelera cuando le llegó un mensaje.

  Estoy abajo. Te espero.

No, no quería hacerlo esperar, por lo que recogió sus cosas rápidamente antes de salir disparado hacia la puerta.

-Nos vemos- les dijo a todos y hubiera seguido su camino de no ser que Kunikida le tomó del cuello de la camisa.

-¿Adónde crees que vas, niño? Te olvidas que me debes horas extras.

-Pero si ya trabaje una hora extra- se quejó- Ademas que ya termine y... y me están esperando.

-Pues no debiste decirle que salías a esta hora cuando tenías trabajo que hacer.

-Pero...

-Y además, ¿con permiso de quien vas a salir?

-Pero...

-No me interrumpas. No sales de esta oficina hasta decirme a qué hora regresar a la residencia, a dónde van a ir y si llevas la protección necesaria, y si...

Estuvo apunto de derretirse y quedarse tirado en el suelo mientras Kunikida le sacaba nuevas exigencias para dejarlo salir. Hubiera miento colgado del cuello como un gato de no ser que Dazai se interpuso.

-Déjalo ir Kunikida, ya no tiene salvación.

-¿Tú no estabas en contra de esa relación?- preguntó Kunikida eufórico.

-Sí, pero Atsushi realmente quiere ir, no tengo el corazón para negarle algo. Además que yo también ya iba a ir a una cita cuando llegó el enano. Mejor espero que primero se vayan ellos y luego bajo yo- explicó encogiéndose de hombros.

El rubio soltó a Atsushi para enfrascarse con Dazai.

-¿Irte? ¡Pero si no has hecho nada en todo el día! No, tú no te vas de aquí.

Atsushi aprovechó esa pelea para salir como un bólido de la agencia.

Efectivamente abajo estaba Chuuya, lo esperaba mientras contestaba algunos mensajes en su teléfono, la luz azul le llenaba de un color particular el rostro, sin embargo fue cuando levantó la vista para verle que su rostros se iluminó en todos los ámbitos posibles.

-Hola- lo saludo haciéndole temblar. Sus ojos azules le miraban por completo, haciéndole sentir extrañamente único. Era como si ante sus ojos solo él existiera.

-Hola, ¿nos vamos? Que en cualquier momento puede salir Kunikida-san y meterme a arrastras.

El pelirrojo se rió y le dio un casco antes de subirse a la moto.

Shy timeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora