Dazai sabía que no quería saber, pero la curiosidad le ganó. Y al ver que Atsushi no había llegado a la residencia una pizca de curiosidad le incineró el alma. ¡Tenía que descubrir ese misterio! No importaba qué consecuencias le traerían. No importaba si Atsushi se molestaba con él, luego le pediría perdón, pero primero debía enterarse antes de pedírselo de todo corazón. Por lo que decidió acampar en la oficina. Tenía varías teoría respecto a la pareja de Atsushi, y sabía que eran pareja porque desde hacia poco tiempo que su subordinado había empezado a recibir regalos y a llegar sumamente tarde a la residencia. No podía saber mucho, solo lo esencial, por ejemplo: estaba seguro que Atsushi había cazado un pez gordo, una persona con dinero de sobra, alguien capaz de dejarle su ropa y regalarle camisas caras de vez en cuando. La otra cuestión que sabía era que se trataba de otro hombre, y eso lo supo cuando le vio llegar con un traje que Atsushi jamás sería capaz de comprar, y a la vez que no podría conservar, ese traje se lo habían prestado y le quedaba un poco pequeño, no demasiado pero si lo suficiente como para que las mangas de la camisa le quedaran un poco arriba de las muñecas. Entonces, podía concluir que se trataba de un hombre, joven (por el tipo de ropa) y con mucho dinero. Su curiosidad era justificable. Jamás creyó que Atsushi fuera tan listo en esa cuestión.
Así que decidió quedarse toda la noche en la agencia hasta que Atsushi llegará, porque bien sabía que no se pasaría por la residencia esa mañana. Su olfato era demasiado bueno como alcanzar a oler desde la distancia el shampoo de los moteles que solían visitar. Esperó contendiendo la respiración ante cada sonido que captaba de la calle. En un principio exaltado y con el corazón latiéndole por el morbo del chisme, luego adormilado y finalmente cayó dormido. En un sueño desagradable que le advertía que mejor se fuera a casa. Mas, ¿cuándo un sueño le había detenido en uno de sus objetivos? Y más si consideraba la magnitud de aquel chisme.
Todo iba bien hasta las seis de la mañana escuchó un motor de motocicleta. Se despertó exaltado y repugnado, conocía de sobra el rugir de ese motor. Lo repudiaba, lo tenia tan metido en la memoria justamente para huir en cuanto lo escuchar y al oírlo se preguntó qué demonios hacía en enano pelirrojo por esos rumbos.
Esperó acostado en el sillón hasta que el motor pasara y se alejara, pero para su sorpresa, no lo hizo. Las luces de la moto iluminaron las ventanas de la agencia y luego se detuvo. Eso le llamó la atención, ¿qué quería Chuuya de la agencia? ¿Acaso lo habían mandado para robar información cuando nadie estaba en servicio? Y pensó que sería divertido que de repente se encontraran frente a frente, cada uno ocultando un verdadero propósito, si tan solo Atsushi hubiera llegado sería más divertido aquella dinámica entre los dos y el enano. Sin embargo, por más que espero oír sus pasos subiendo por la escalera, estuvo diez minutos sin percibir nada. En la calle se escuchaba un murmullo, ligero y suave, tan pequeño que no pudo captar ni una sola palabra. Espero unos diez minutos hasta que el motor volvió a encenderse y se fue. Después escuchó los pasos por la escalera. Y en ese momento perdido toda la sangre del cuerpo.
No podía ser.
Se levantó de un salto con el corazón como loco. Negando lo que ya sabía. Cuando la puerta se abrió y las luces se prendieron no se sorprendió al ver a Atsushi. Es más, lo que sintió fue un profundo asco y unas tremendas ganas de vomitar. ¡¿Qué le habían hecho a su pequeño?!
Atsushi pegó un brinco al verlo, y le saludo como si no hubiera estado haciendo algo repulsivo. ¡Sabía que no quería saber! Lo miró de arriba abajo, percatándose una vez más que esa ropa era prestada, o regalada o lo que sea, y quiso quitársela y prenderla en fuego para purificar la pobre alma del niño.
Lo jura, por un momento se sintió al borde del desmayo. Debió verse tan mal que Atsushi corrió a sostenerlo, pero la cercanía fue peor. ¡Realmente iba a morir! ¡Atsushi olía a los productos de baño del enano pelirrojo! Y no solo eso, a través del aroma del shampoo y el jabón percibió el inconfundible aroma a cigarro. ¡Además de todo Atsushi estuvo fumando! Perdió la conciencia o eso sintió, antes de ver en el cuello de su subordinado un par de hematomas que casi le provocaron convulsiones.

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Shy time
أدب الهواةAtsushi tiene una cita con uno de los ejecutivos de la mafia, pero debido a cierto agente se ven descubiertos.