Cap 3- El infierno

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Lo único que resonaba en ese lugar era como las máquinas tragaperras se tragaban las monedas y cómo giraban las ruedas.

Los gritos desgarradores de los adictos al juego retumbaban en mis oídos mientras dejaba que aquel desconocido que se presentó como "Choi San" me guiará por aquel enorme casino.

-¿Para ti esto es diversión? - Le pregunté mientras le perseguía por aquellos pasillos estrechos llenos de personas que parecían monstruos. Casi podia jurar que veía el dinero llover.

San se encogió de hombros, restándole importancia a lo que había dicho.

-No sé, pero este sitio es el infierno sin duda. - Dijo girándose un momento para mirarme fijamente.

Me llevó hasta una mesa vacía donde dentro de poco se jugaría al... póker? Porque ese sujeto quería hacerme jugar al póker?

De repente, el pelinegro dejó que su pecho se apoyara en la mesa para quedar justo al lado de la oreja del crupier, susurrando palabras que yo no comprendía.

Minutos después, San se levantó, sonriendo de una manera que daba un poco de miedo.

Parecía otra persona, no la que había conocido bajo el aguacero en aquel banco.

-Toma asiento, bonito, el juego está apunto de empezar. - Dijo sentándose en la silla que quedaba justo enfrente de la que me había señalado.

Le hice caso y me senté, aun mirando a todos lados desconfiado.

-¿Se les antoja algo de beber?- Preguntó un camarero del lugar, sujetando la bandeja en alto.

-Una margarita, por favor. - Dije lentamente, mientras miraba embobado como el crupier barajaba las cartas que parecían de muy buena calidad. Las movía con mucha facilidad.

-Para mí será un mojito. - Musitó San, sacando un cigarrillo de su bolsillo, el cual fue encendido por el mismo poco después.

El que se encontraba en medio de la mesa tosió, en señal de que le prestemos atención, pero de una manera respetuosa.

-Como única regla os diré que quiero un juego sin peleas. Todo tipo de trampas están permitidas a no ser que sean descubiertas. - Dijo lentamente el crupier, dejando las cartas ya barajadas sobre la mesa.- Como el señor a citado, les dire las reglas y que tiene de diferente este póker con el normal.

Fruncí el ceño y clavé mi mirada en el pelinegro con una mecha azulada. ¿A qué se refería el desconocido con "señor"?

-Si te lo preguntas, mi padre fue el fundador de este lugar. Y, bueno, lo acabé heredando yo. Así que se me da el placer de jugar a lo que quiera y como yo quiera, según sea lo que yo cité, me harán caso como pequeñas marionetas. - Dijo con una sonrisa burlona.

Ahora entiendo todo, este chico me trajo para usarme y satisfacer sus deseos, no los míos.

-Usarán fichas para apostar, en este caso están las grises, las cuales su valor son de veinte, las naranjas son veinticinco, las azules cincuenta y las negras cien. - Empezó a decir. - Haremos un total de tres partidas. Quien acabe con más fichas jugadas gana. Y quien gana, decidirá si quiere recibir el dinero que sumen todas esas fichas o cualquier otra cosa del mismo valor.

-Creeme que no te gustaría tener una deuda conmigo. - Le siguió San, que cuando le di una mirada asesina se calló. - Solo te avisaba.

-En cuanto a las reglas principales del póker, no cambian. - Hizo una pausa- ¿Listos para que empiece el juego?

-Yo nunca accedí a jugar a esto- Dije asustado, pensando en cosas malas que podrían hacerme si me rehusaba a jugar.

El pelinegro se levantó repentinamente para situarse a mi lado, quedando su boca muy cerca de mi oído, haciendo que me estremezca.

-Tu vida es una mierda, Jung Wooyoung. Tu novia te engaña con tu vecino, sin embargo, tu siempre estas a su lado como si de un perrito se tratara. Tu jefe te menosprecia. Tanto puedes hacer y tan poco te creen. Nunca te da trabajo para hacer y casi te descienden por una tontería. - Le miro con rabia, él en cambio me miró con esa típica sonrisa suya. - Ahora dime tú porque no puedes permitirte un poco de diversión.

Levanté mi mano bruscamente y le pegué una bofetada.

-Esta bien, voy a jugar. Pero vuelves a decir algo así y te rompo la cara. - No le tome importancia al cómo sabía tanta información mía,  estaba cegado por la rabia. 

El crupier se levantó apresuradamente de su sitio, pero, antes de que gritara a seguridad para que me sacaran a rastras de allí, San levantó la mano, haciendo que detuviera su acción inmediatamente.

-¿Acaso me dirás que es mentira?

-No he admitido ni he negado nada, simplemente te digo que no te metas donde no te llaman. - Dije mirándole fijamente.

-Y tú, reparte ya las cartas que yo nunca he decidido retirarme. - Continué poco después, mirando con fuego reflejado en mi ojos al que tenía la baraja en las manos.

-Fascinante... - Escuche murmurar a San, mientras se relamía los labios junto con la lujuria reflejada en su mirada. 

¿Porque parecía que quisiera devorarme? 

-Esta bien, bonito. Que empiece el juego entonces. - Dijo sonriendo de forma pícara mientras tomaba una calada de su cigarro. 

Outlaw- WoosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora