DE NUEVO EN PROBLEMAS

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ll I did was try my best

This the kind of thanks I get?

Unrelentlessly upset.

They say these are the golden years

But I wish I could disappear...

Brutal- Olivia Rodrigo


El aullido del lobo se escuchó cada vez más cerca, del otro lado otro aullido más respondió, la criatura miró hacia ambos lados sin detenerse, podía distinguirlos desde la distancia como figuras borrosas corriendo a gran velocidad. Estaba rodeado, sobre su cabeza el batir de unas alas también alcanzaban sus oídos y el bosque se termina al frente; llevaba horas ocultándose, tratando de escapar, pero la sangre en sus heridas dejaba un rastro con el que lo seguían; si no estuviese tan mal herido se detendría para pelear, pero no era el caso, apenas soportó la caída desde tan alto. Sobre su cabeza y desde muchas direcciones le disparaban con dagas psiónicas, rayos y blaze que reducían sus rutas de escape y posibles escondites, estaba agotado, la sangre en su interior ensordecía sus sentidos y le hacía actuar de manera errática, se encontraba reducido al estado de un animal herido sin la conciencia suficiente para responder a los ataques.

El alba estaba cerca de la línea de oriente, la densidad de las nubes en el cielo mantenía la oscuridad por más tiempo, aun así la seguridad que la oscuridad le pudiese otorgar se le acabaría tarde o temprano, pero una nueva esperanza lo alcanzó al vislumbrar la ciudad, en los límites del bosque comenzaba la vasta zona industrial, un lugar lleno de fábricas y almacenes que no descansaban de día ni de noche, pero también un lugar con muchos escondites y zonas donde causar distracciones. Antes de llegar al enrejado un blaze se interpuso en su camino, lo que le desorientó y provocó que chocara contra la baya en vez de escalarla; emitió un sonido gutural lleno de furia mientras seguía torpemente en dirección a las calderas arrojando todo lo que se encontrara a su paso, lanzando contra sus perseguidores lo que todavía pudiese cargar. Tres enormes canes saltaron la baya con gruñidos amenazadores bloqueando su camino, del gran lobo blanco bajo una chica con un arco apuntando justo entre sus ojos, del uno de los negros bajó otra chica más bajita con un tepoztli apuntando de forma amenazadora.

-Detente y tendremos consideración- dijo una voz femenina sobre su cabeza

-Has hecho suficientes destrozos, si quieres seguir vivo te quedaras quieto- advirtió la chica del tepoztli.

Otros dos chicos más le rodearon por la espalda, retrocedió un poco antes de intentar envestir a la chica con el arco, la bestia entró en combustión espontánea, pero eso no los detuvo, se le echaron encima atacando al mismo tiempo, cada enorme perro le sujetó de las patas traseras mientras los demás terminaron de inmovilizarlo. La chica voladora terminó por encerrarlo en una jaula de luz antes de tocar el suelo y una de las chicas le disparó con numerosos tranquilizantes; finalmente lo tenían, podían hacer una llamada y alguien más se encargaría de limpiar el desastre, en menos de tres horas debían estar en sus respectivas aulas escolares y ninguno quería quedarse más tiempo. Una vez que comprobar que estaba inmovilizado quedaron a su alrededor, los dos canes más grandes se pararon en sus patas traseras, el pecho de uno de los perros negro se abrió apareciendo un chico, entonces el pelaje cayó como un abrigo, el lobo blanco en cambio colocó sus patas delanteras en su hocico y al abrirlo se asomó la cabeza de un chico albino y el pelaje se convirtió en un abrigo de peluche.

-Malditas horas extras- se quejó uno de ellos mientras acariciaba al único perro que quedó- no se si siga valiendo la pena.

-Deja de quejarte y toma la jaula- dijo la chica voladora- a menos que quieras esperar a que vengan por él.

-No tengo tiempo -respondió- debo llegar a casa antes de las cinco treinta, tenemos escuela. Catherine, tu y Kurt pueden llevarlo.

-Yo también tengo clases -exclamó Kurt- que lo hagan Vincent o Konran.

-Olvídalo, tu entras a las ocho y siempre te saltas la primera clase, yo entro a las siete y tengo que presentar examen de unidad.

-Konran no está habilitado para cargar a la criatura -intervino la chica, los que deben irse se quedaran a disimular un poco este desastre antes del cambio de turno, de lo demás se podrá encargar el equipo de limpieza. Catherine, tu y Vincent se quedan con la criatura, hay que ocultarla en lo que llegan por ella.

-Oh no -reclamó la chica- Ni siquiera pienses en irte con ellos, vas a acompañarme a la oficina y explicar por qué tienen que mandar al equipo de limpieza. Yo hice el último reporte, Erzzelyn, comienza a tomar tu papel de líder más enserio y da la cara por todos.

Erzzelyn giró los ojos exhalando ruidosamente, ella ni siquiera quería el puesto de líder, Catherine y Konran eran los mejores perfilados para ese papel, sin embargo, tras el incidente Laqka y, creyendo que dándole mayores responsabilidades alinearía su comportamiento y carácter, su supervisor y el Jefe de vinculación decidieron colocarla en el lugar, ella aceptó para evitar el castigo que recibiría de no hacerlo. Aquel nombramiento injusto no solo empeoró su actitud, también el de Catherine, quien se había esforzado para ser la líder y odiaba ver que Erzzelyn, en su disgusto e indiferencia dejaba que Konran diera las órdenes y tomara casi todas las decisiones.

En las oficinas las chicas se miraban con odio entre ellas mientras escuchaban el sermón de su jefe de zona, el encargado de las brigadas de la ciudad y con quien debían reportarse directamente. El señor Mamani tenía 35 años, tenía muchos hijos y un matrimonio infeliz, al menos esa era la conclusión general entre brigadistas. Hablaba como sargento, gustaba de reprender con severidad y repartir castigos, era de esos hombres a los que la vida les trató con dureza y creía que a los chicos había que ponerles mano dura para forjarles el carácter y prepararlos para la vida, se hacía respetar a base de gritos y castigos, aunque fuera de las oficinas no había chico que le tuviera el menor respeto. Al finalizar las envió con un reporte de conducta con el jefe vinculación, un hombre que, a pesar de ser de la misma generación tenía una visión totalmente opuesta a la suya y que, además de respeto, también se ganaba su confianza.

Las chicas discutieron frente al jefe de vinculación, un hombre joven, amable con mucha paciencia que rondaba los treinta, su nombre era Matías era el superior del señor Mamani y se encargaba del control y los procesos administrativos de los jóvenes universitarios y preparatorianos que realizaban su servicio social y sus estancias dentro de las brigadas o en labores administrativas dentro de la institución. Matías era un hombre con las ideas frescas de las jóvenes generaciones y la fe en que los jóvenes podían educarse sin los arcaicos y duros sistemas con los que fueron educados los de su generación, les permitía a los chicos que le llamaran por su nombre y trataba de ganar su confianza. A diferencia del jefe de zona de las brigadistas, estaba convencido de que Erzzy maduraría si otros dependían de ella y que a Catherine se le bajarían los zumos con esta decisión, porque la chica tenía un ego muy grande y era demasiado altanera para tomar un cargo de mando. Habló con ellas con severidad, les dio un plazo para entregar el reporte y las envió de vuelta a casa.

 Habló con ellas con severidad, les dio un plazo para entregar el reporte y las envió de vuelta a casa

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ErzzelynDonde viven las historias. Descúbrelo ahora