II.III

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Desde el impenetrable muro observaron como el bosquecillo se llenaba rápidamente de madrerrosa, un rosal de grandes rosetones rojos que despedían un somnífero tan potente que podía matar a quien lo respirase o, en el mejor de los casos, dejarlo en coma en cuestión de minutos, las brujas terminaron de trazar los sigilos de contención con sus baritas cuando los brazos de la enredadera alcanzaron las rejas de hierro. Se esparció con rapidez como las madreselvas que escalaban muros y cubrían los árboles durante las lluvias de verano. La fragancia de una de sus rosas era irresistible, apenas llegarles el olor titubearon un poco, sin embargo, el chico junto a ellas alzó su mano activando todos los hechizos para que no se escapara el olor. El hechizo de las rosas era conocido por aquel celebre cuento humano sobre una princesa durmiente, un cuento que embellecía los estragos de una maldición antiguamente utilizada para resguardar prisioneros de sangre real e incluso acabar con reinos enteros. "Es curioso como algunas cosas nunca cambian" se dijo, en tiempos modernos las monarquías parecían extintas y, al mismo tiempo, en el castillo había una princesa que debía ser oculta y resguardada. "Una nueva prisionera" dijo su voz interna y ella se sacudió el pensamiento, "No, ella no es una prisionera" se corrigió y resopló.

Una de las brujas se palmeó la cara ahuyentando el sueño, luego abofeteó a su compañera para espantarle también el sueño que alcanzó a colarse; se trataba de un par de chicas un grado menor de su escuela, una conocida de tiempo atrás, algo casi cercano a una amistad, la otra no les agradaba tanto ni a ella ni a Konran, aunque le tenían un cierto grado de respeto. Con un suspiro más de angustia que de alivio dio por cerrado un pendiente de su larga lista, las brujas la miraron con sentimientos encontrados, una le miraba con ojos acusadores, la otra le miraba con inquietud, se sostuvieron de la mano quedándose quietas por un momento, estaban exhaustas, fue una semana muy pesada para todos y la noche no pintaba mucho mejor tampoco.

- ¿Creen que hicimos lo correcto? -preguntó la bruja de cabello azul.

-Hicimos lo necesario de acuerdo a su deseo -respondió Konran, luego suavizó su voz - Todo va a estar bien, lo solucionaremos antes de que el tiempo se termine.

-Eso espero o esto será culpa suya -advirtió la otra bruja- y esta vez queremos noticias.

Erzzy no les respondió, no sentía culpa por aquello a lo que se referían, fue una misión que no les asignaron ni a ella ni a la brigada y era un asunto que nada tenía que ver con ella, sin embargo, las chicas se lo pidieron; estaban tan asustadas y abatidas que no supo negarse, aquello eran palabras mayúsculas, se metieron en asuntos demoniacos, la mayor de su aquelarre infantil terminó poseída y todo se fue al carajo muy rápido. Aquella bruja era un año mayor que Erzzy y se conocían más de lo que hubiesen admitido, se odiaban una a la otra, Konran también la detestaba, pero no se metían con ella; cuando el demonio la poseyó ni siquiera ella se dio cuenta, se dejó engatusar por su nuevo poder y escuchó los murmullos. Thalia Layqa consumió la magia de al menos tres criaturas adultas y el alma de 11 chicas de 13 a 16 años en menos de dos meses.

La APCC buscó por todos lados al culpable de aquellos y otros crímenes sin saber que se trataba de una chica de 17 años, cuando las chicas llegaron a Erzzy con aquellos ojos acuosos ella reunió a su brigada para enfrentarla. Thalia se escondía en la colina Inquisitoria con su última víctima aún viva, sus amigas intentaron razonar con ella una última vez, pudieron perder la vida en aquel enfrentamiento de no ser por Erzzy y su equipo. Antes de que llegaran las autoridades todo había terminado, Izumi, el mentor de la 1er. brigada costera se llevó a las chicas a su ciudad y dejó a sus chicos bajo el mando de Catherine para ayudar a limpiar el desorden. Erzzy mantuvo en secreto el destino de Thalia, no solo poque fue clasificado como confidencial -la ley le importaba un carajo- sino porque le destrozaría el corazón a las chicas, pues en realidad la bruja Layqa ya había sido asimilada por el demonio y ya no era posible un exorcismo; Thalia no existía más, su cuerpo se convirtió en una prisión para el demonio, lo correcto -legalmente hablando- hubiese sido entregarla a la APCC pero, por piedad a las chicas no lo hizo, sabía que ellas no lo hubiesen permitido por lo que hizo algo peor, la selló en las catacumbas bajo el nido del cuervo, un lugar al que nada ni nadie podría llegar.

ErzzelynDonde viven las historias. Descúbrelo ahora