Mi luz.

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Día 7: Primer Beso.

¿Cómo llegaron a este momento?

Ni Porco ni Pieck lo saben.

Tal vez fue porque ella se fue por segunda vez a la isla y él no estuvo ahí para despedirse.

Tal vez fue porque cuando ella llegó de la isla él no estuvo ahí para recibirla.

O porque Porco perdió a Marcel y no lo supo por cuatro años y ahora está evitando cualquier tipo de emoción.

Fuera la excusa que fuera. Porco no estaba ahí para Pieck. Pero no fuera porque no quiera, si no era porque ya había perdido a Marcel, no quería encariñarse con alguien más y posteriormente terminar perdiendo.

Aún más si se trataba de una portadora de un titán a la cual le quedaban seis años de vida, la única amiga que le queda, de lo último que lo mantiene humano y con emociones. Pieck es su amiga desde que tenían como seis años o menos, vivían cerca y eso ayudó a que se conocieran desde mucho antes que los otros candidatos a guerreros, se unieron los tres juntos. Perder a uno obviamente afectó la relación entre ellos.

Pieck se sentía culpable.
Porco se sentía enojado.

Sin embargo, Pieck estaría mintiendo si dijera que no lo extrañaba, que no anhelaba volver a escuchar su voz, a ver sus ojos, estar cerca de él sin que se sintiera incómodo.

Porco también la extrañaba, pero decidía evitar por el momento sus sentimientos con respecto a ella. Tenía suficiente lidiando con la muerte de su hermano, el luto de sus padres o el suyo propio para enredar aún más su corazón.

Ha pasado una semana desde que Pieck llegó y la cual tuvo unos días libres con su papá y los cuales no se vieron con Porco. Por lo cual cuando llegó al cuartel, se sorprendió de ver a Porco sentado en su cama, esperándola llegar.

Tenía los codos apoyados sobre las rodillas, la mirada perdida en algún lugar donde ella no podía alcanzarlo. Hasta que cerró la puerta y llamó su atención.

—Hola, Pock —lo saludó con normalidad.

Para intentar aliviar la tensión que se sentía en el ambiente y en su pecho.
Ella camino al escritorio de la habitación con la muleta ayudándole a caminar, como un recuerdo de lo que era y su misión. Suspiró con desgana.

—No sabía que volvías hoy —dijo él.

Pero había algo diferente en su voz, tal vez hoy se escuchaba un poco más como él mismo. No el Porco enojado que ha existido por mucho tiempo en él que lo ha alejado de ella e incluso de sus padres.

—No sabía que tú visitabas mi habitación cuando no estaba, eso suena turbio no crees —ella se burló esbozando una sonrisa.

Porco se rió sin aliento pero esa sonrisa nunca llegó a sus ojos.

—Yo... Solo quería decir que lo siento.

Las palabras salieron estrelladas de su voz, como si le costará toda su voluntad decir estás cosas.

—¿De qué? —preguntó ella.

Porco rodó los ojos, ella se sentó a su lado y dejó de lado la muleta.

—Sabes de que... Por no estar ahí para tu despedida o tu bienvenida... Por mi actitud —murmuró.

Pieck sonrió de lado y asintió con la cabeza. Su corazón se aceleró y sintió mariposas en su estómago.

—Estas... En un proceso, no tienes que disculparte conmigo... Yo te entiendo, lo sabes —dijo ella.
—Eso no es excusa para haber dejado de lado... Lo siento. Estaba enojado y molesto...
—Es normal estar enojado....
—No, Pieck. Estaba enojado contigo —admitió.

Pieck enfocó sus ojos en él y él parpadeó un par de veces mientras la observaba con atención, casi como si estuviera reteniendo las lágrimas que se acumulaban en sus ojos.

Ella no comprendió.
¿Por qué él estaba enojado con ella?

—¿Por qué? —preguntó en un hilo de voz.
—Porque creía que tú sabías que Marcel murió, porque creía que tú me lo ocultaste... 

Ella asintió con la cabeza. Si bien ella no fue a la isla junto con Marcel, ella fue enviada a otras misiones junto a Zekke hasta que finalmente fue enviada a la isla junto con ellos, pero no fue hasta que se encontraron con Reiner y Bertoldt que se enteraron de Marcel y Annie. Técnicamente ella se enteró un mes antes que Porco. Nada más.

—Pero entonces entendí que no era así y luego pensé que... Porque perdimos a Marcel tú y yo no podríamos funcionar de la misma manera...  —explicó.

Se le escapó una lágrima a Porco. Pieck sintió que le estorbaban las manos, quería abrazarlo, pero no tenía valor, quería secar sus lágrimas, pero simplemente su cuerpo no se podía mover.

—Pero, la verdad es que... No quiero alejarme de ti, se que me vas a recordar a mi hermano, pero sin ti, lo último de humanidad que tengo se desvanecerá, sin ti me volveré aún peor. Pieck, sí no sientes lo mismo por mí... Está bien, lo prometo.

Él se limpió las lágrimas, volteo su cuerpo un poco a ella y sus ojos verdes se encontraron con los suyos, ella también se limpió las lágrimas pero se concentró en él.

—Marcel supo esto incluso antes de que yo siquiera lo entendiera —sonrió levemente—. Él antes de irse me dijo que cuando estuviera listo te dijera lo que siento. No lo comprendí. Pero ahora lo sé.

Porco tomó una mano de Pieck entre las suyas, empezó a jugar con sus dedos mientras que la chica sintió que su corazón se saldría de su pecho, que él escuchaba sus latidos a esas distancia y sus mejillas tomaron un color rosado.

—Te quedan seis años, a mí me quedan trece.

Pieck asintió con la cabeza. Las lágrimas se firmaron en sus mejillas de nuevo. Marcel hizo todo lo que pudo para evitar que él estuviera involucrado en todo esto y aún así no lo evitó del todo.

—No quiero perder más el tiempo que  no tenemos de sobra, no quiero que pase algo y no sepas lo que yo siento por ti. Eres la chica más hermosa que he visto, ¿puedo besarte? —murmuró.

Pieck asintió con la cabeza.

Porco entonces, tomó la mandíbula de Pieck, acarició por un momento su pómulo con el pulgar mirando esos ojos grises tristones, ella cerró los ojos y abrió los labios, Porco tomó su labio superior entre los suyos y también se dejó llevar por sus labios.

Labios inexpertos se movían contra los de ella, movimientos torpes, hasta que Pieck acomodo su nariz junto a la suya y suavemente sus labios se abrazaron.

Los labios delgados de Porco contra los suaves de Pieck, él sabía a menta y ella sabía a pasta de dientes. Fue como si el tiempo se detuviera, como si en ese momento no existiera nada más que él, que sus manos calidad contra su cuerpo frío, o sus dedos jugando con su cabello negro nada.

Pero fue él el primero en separarse.
Ella solo apoyó la frente contra el puente de su nariz.

—Podemos salir adelante de esto, juntos. Porco —aseguró ella.
—Gracias, Piku...

Porco dejó un beso contra su frente y luego la volvió a besar.

No importaba nada más que ella en ese momento. O él.

PokkoPiku Week 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora