Deja su amor, lento y suave.

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Día 6: Chaqueta de Porco/Cabello de Pieck.

Pieck tiró las piernas a un lado de la cama, sus pies tocaron el piso, el frío golpeó su cuerpo de repente. Prendió la lámpara de kerosene, encontró entre las mantas la chaqueta verde de Porco, la tomó rápidamente y se la puso sobre su cuerpo frío.

El aroma a él inundó su nariz de repente, ella sonrió, olió la tela dejando que su olor se impregnara en su piel y en su nariz.

-¿A dónde vas? -escuchó.

Porco abrazo su cintura con un brazo y la jalo para atrás.

-Oye, sé está haciendo tarde, déjame -protestó.
-Tarde, Pieck apenas son las cinco de la mañana -dijo.

Pieck terminó sentada en medio de la cama con dos fuertes brazos alrededor de su cuerpo, Porco empezó a dejar besos por su espalda, pero se extrañó cuando sus labios no chocaron directamente con la piel.

-Es mi ropa, ¿qué haces con mi ropa, Piku? -preguntó.

Arrastró a Pieck con él nuevamente a la cama para que se acostara, ella puso las manos sobre las de Porco en su estómago y lo miró sobre el hombro.

-Quería bajar a preparar el desayuno, Pock. Suéltame.

Tomó las manos de Porco de su abdomen en un intento de hacer que la soltara, pero él apretó su agarre sobre ella.

-¿A las cinco de la mañana? Es en serio, Pieck... Estamos de descanso quédate -pidió apoyando la frente contra su hombro.
-Tenemos que aprovechar el día...
-Tengo otras formas de aprovechar el día -gruñó él.

Pieck abrió los ojos amenazando con salirse de sus órbitas, sus mejillas se sonrojaron y sintió el calor de inmediato invadir como una ola.

-Durmiendo, Pieck... Mujer ¿siempre te levantas a esta hora? -preguntó él.

Pieck rodó los ojos cuando escuchó la voz de Porco, su vergüenza se redujo, aún intentaba liberarse de su agarre para empezar el día. Pero una de dos, o él era fuerte o ella simplemente no estaba usando toda su voluntad, porque muy dentro de ella, también quería quedarse en la cama unos minutos más.

-Sí. Siempre me levanto a esta hora... Vamos déjame ir -pidió.
-Es sábado, mujer. Descansa un poco más, hoy no tenemos que encargarnos de entrenar a los chicos, es día libre... Solo quédate un poco más, un poco más.

Porco hizo un puchero en los labios, abrió los ojos, suplicando con la mirada. Pieck sintió su corazón acelerarse, luego que la flojera la invadía de repente.

A quién quería engañar, afuera de sus brazos y su chaqueta hacía frío, la luz del sol aún no salía por el horizonte y era sábado, su día libre y de hecho ni siquiera estaban en el cuartel. No tenían que ocultarse el día de hoy. Solo estaba él.

-Por favor, Pieck...
-Está bien, pareces un niño -protestó ella-. Puedes dejar de apretarme tanto, me quedaré -aseguró.

Su cuerpo dejó de pelear con los brazos de él. De hecho se dejó caer en la cama, descansando la cabeza contra la almohada y acariciando los nudillos de Porco con la yema de sus dedos.

-Prometelo, di que no me dejaras en cuestión de segundo durmiendo aquí solo -murmuró.

Sintió a Porco deslizar la tela de su ropa por su hombro, dejando al descubierto piel, apartó su cabello azabache y dejó un beso contra la curva de su cuello.

-No me iré, suéltame estás sofocandome.

Porco liberó la presión de ella, Pieck tomó un gran suspiro y sonrió. Si le hubieras informado a Pieck Finger que estaría en la cama con Porco, peleando porque no se levantará ella no te creería.

Pieck se movió en la cama para quedar cara a cara con él a lo que Porco la sujetó de su muñeca, como si temiera que ella se largará de inmediato.

-Dije que no me iría, solo quiero poder hacer esto.

Pieck se acostó frente a él, sus ojos miraron por un segundo sus labios, aún se encontraban hinchados e incluso tenía una marca de mordida en el labio inferior. Lo que hizo que sus mejillas tomarán un color rosado, recordando todo lo que había pasado en la noche y porque el cuarto de él era un desastre. Ropa por todo lado y las sábanas hechas un lío.

Luego movió la cabeza para apoyarla en el pecho desnudo de Porco, el latir del corazón de él chocando directamente contra la oreja de ella, ella sonrió. Su corazón estaba acelerado, justo como el de ella. Porco abrazó sus hombros con un brazo mientras que la mano contraria busco las manos de Pieck, ella lo tomó e hicieron un enredo con sus manos sobre el abdomen de Porco.

-Tú corazón late como loco, Pock.
-Por ti. Sabes que es por ti.

Pieck sonrió ampliamente.

-Lo sé, el mío también.

Porco esbozo una sonrisa, sus dedos subieron por su chaqueta verde hasta que llegaron al cabello negro de Pieck, enredado desordenado. Tomó las puntas y empezó a jugar con él, quedando embelesado por su color oscuro, las ondas de su cabello y el brillo que tenía.

Lo que llamó primero su atención fue esa cabellera azabache, desordenada y oscura. Sus ojos grises y su hermosa nariz. Ella simplemente era perfecta ante sus ojos. Una diosa. Nunca creyó que siquiera tuviera la oportunidad de estar con ella, de besar sus labios rosados, de tenerla acostada en su pecho cediendo a sus caricias, acariciar su cabello.

Cosas tan sencillas, pero que para él lo eran todo.

Pieck se dejó llevar por las caricias reconfortantes de Porco, y gradualmente, el cansancio y la comodidad la envolvieron, llevándola a un sueño profundo. Ambos quedaron enredados el uno en el otro en un tranquilo y pacifico sueño.

Cuando despertaron, el reloj marcaba las diez de la mañana, y Pieck, sintiendo la suavidad de la cama y el calor de Porco a su lado, decidió despertarlo. Inclinándose sobre él, le dio un tierno beso en los labios, lo suficientemente suave como para no interrumpir su sueño, pero lo bastante convincente como para despertarlo.

-Buenos días, Pock. ¿Listo para aprovechar el día libre? -dijo Pieck con una sonrisa mientras observaba cómo Porco abría lentamente los ojos.
-Buenos días, Piku -respondió Porco con una sonrisa perezosa, aún adormilado.

PokkoPiku Week 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora