1. El regreso

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En el aula de la escuela de Jujutsu de Tokio, la atmósfera era tranquila, casi melancólica. Maki Zenin, Toge Inumaki y Panda estaban allí, cada uno en su propio mundo. La luz del sol se filtraba a través de las persianas, dando un tono dorado a la habitación.

Panda, con su habitual expresión relajada, fue el primero en romper el silencio. "Es aburrido sin Aren y Yuta por aquí," comentó, echando una ojeada a los asientos vacíos que normalmente ocuparían sus compañeros.

Maki, con su cabello verde atado en una coleta alta, cerró el libro que estaba leyendo y suspiró. "Bueno, Yuta está en África entrenando. Supongo que está ganando mucha experiencia," dijo, tratando de sonar positiva, pero había una sombra de preocupación en su voz.

Inumaki, usualmente de pocas palabras, asintió en acuerdo. "Onigiri," murmuró, lo que en su lenguaje codificado podría significar cualquier cosa desde su acuerdo hasta un deseo de cambio.

"¿Y qué hay de Aren? Nunca asiste a clases. ¿Qué creen que esté haciendo?" preguntó Panda, inclinando su cabeza de un lado a otro.

Maki frunció el ceño. "Probablemente vagando por Japón en su motocicleta. Ese chico parece vivir en su propio mundo," comentó. "Aunque debo admitir que me pregunto qué historias tendrá para contar."

"Curry," dijo Inumaki con una pequeña sonrisa, sugiriendo que, a su manera, también le intrigaba lo que Aren podría estar haciendo.

"¿Creen que alguna vez se tome en serio sus responsabilidades como hechicero de Jujutsu?" preguntó Panda, mirando hacia la puerta como si esperara que Aren apareciera en cualquier momento.

Maki se encogió de hombros. "Quién sabe. Aren es un misterio. Pero una cosa es segura, cuando está, nunca es aburrido," concluyó, una sonrisa apareciendo en su rostro a pesar de sus palabras.

Los tres continuaron hablando sobre lo que sus compañeros ausentes podrían estar haciendo, llenando el aula con especulaciones y recuerdos de aventuras pasadas, manteniendo viva la presencia de Aren y Yuta, incluso en su ausencia.

Cuando la conversación entre Panda, Maki e Inumaki empezaba a perder fuerza, la puerta del aula se abrió abruptamente. Satoru Gojo entró con su habitual aire de confianza y una gran sonrisa. "¡Buenos días, futuros maestros de Jujutsu!" exclamó con entusiasmo. "¡Felicidades por avanzar al segundo año! ¿No es emocionante?"

Panda y Inumaki respondieron con sonrisas, pero Maki simplemente rodó los ojos. Aunque reconocía el talento de Gojo, su actitud despreocupada y su constante jovialidad le resultaban más molestas que inspiradoras.

"Gracias, Gojo," dijo Maki secamente, sin ocultar su falta de entusiasmo.

Gojo, aparentemente sin inmutarse por la actitud de Maki, se paseó por el aula con su característica energía. "Este año se van a enfrentar a retos aún mayores. Más maldiciones, más técnicas... y más diversión," anunció, apoyándose con una mano en el escritorio del profesor.

"Por cierto," continuó Gojo, mirando a los estudiantes, "¿alguien ha visto a Aren últimamente? Ese chico parece tener un talento especial para desaparecer cuando más se le necesita."

Los estudiantes intercambiaron miradas. "No, no lo hemos visto," respondió Maki con indiferencia. "Seguro está en alguna parte haciendo lo que le da la gana, como siempre."

Gojo rió. "Ese chico sí que sabe cómo vivir la vida a su manera. Bueno, esperemos que esté usando algo de ese tiempo libre para perfeccionar sus técnicas de Jujutsu."

En un edificio abandonado, envuelto en sombras y silencio, la escena era como sacada de una pesadilla. El suelo estaba cubierto con múltiples maldiciones derrotadas, sus formas retorcidas y oscuras dispersas en un desorden caótico. En medio de esta devastación se alzaba una figura imponente: Aren Yazuko, victorioso.

El Infierno (Oc x Jujutsu Kaisen) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora