6. Complicidad

179 19 5
                                    

Aren y Mai continuaban su camino por la carretera, envueltos en la serenidad de la noche. De repente, el sonido del teléfono de Aren rompió la tranquilidad del momento. Se detuvieron en un mirador que ofrecía una vista impresionante del mar bajo el cielo estrellado.

Aren sacó su teléfono y contestó. Era Maki, y su tono era de evidente molestia. "¿Dónde estás, Aren?" preguntó con una voz que no admitía evasivas.

Aren, mirando brevemente a Mai antes de responder, dijo con calma, "Estuve por ahí, necesitaba un descanso."

"¿Con Mai, supongo?" la voz de Maki era una mezcla de sospecha y preocupación.

"Quizás," respondió Aren, sin querer revelar demasiado.

Maki suspiró pesadamente al otro lado de la línea. "Escucha, el torneo salió mal. Maldiciones y brujos atacaron la escuela. Todos están bien, logramos repelerlos, pero es importante que vuelvas a la escuela de Tokio."

Aren se tensó al escuchar la noticia. "¿Están todos bien?" preguntó, preocupado.

"Sí, pero necesitamos a todos los estudiantes de vuelta. Es una situación seria," insistió Maki.

Aren asintió, aunque Maki no pudiera verlo. "Entendido, volveremos lo antes posible."

Tras colgar, Aren miró a Mai. "Tenemos que volver a Tokio. Hubo un problema en la escuela durante el torneo."

Mai, parada en el mirador, expresó su frustración con una vehemencia que reflejaba su deseo de libertad. "No quiero volver. ¿Por qué siempre tenemos que ser los responsables?"

Aren, apoyado en su motocicleta, compartía en parte el sentimiento de Mai. "Te entiendo," dijo con su característica voz tranquila. "Pero, sabes... a veces, las cosas que no nos importan terminan afectando a los que sí nos importan."

Mai se giró hacia el mar, observando cómo las olas acariciaban suavemente la orilla bajo el cielo estrellado. La luna iluminaba el agua, creando un camino de luz plateada que se extendía hacia el horizonte. El murmullo constante de las olas y el aroma salado del mar llenaban el aire, ofreciendo un momento de serenidad y reflexión.

"Es hermoso aquí," suspiró Mai, su enojo disipándose un poco ante la magnífica vista. "Me hace sentir... libre."

Aren se acercó a ella, mirando el mismo paisaje. "Es un buen lugar para olvidarse de todo," admitió. "Pero incluso un idiota como yo sabe que hay momentos en los que tenemos que enfrentar lo que nos espera, especialmente si afecta a nuestros amigos."

Mai miró a Aren, sus ojos reflejando la luz de la luna. "¿Desde cuándo te importa eso?"

Aren sonrió ligeramente. "Tal vez más de lo que suelo admitir."

Tras unos momentos más disfrutando de la vista, Mai asintió, entendiendo que, a pesar de su deseo de escapar, había cosas que simplemente no podían ignorar. "Vamos entonces," dijo, con una última mirada al mar.

Ambos subieron a la motocicleta, dejando atrás la tranquilidad del mirador. Mientras se alejaban, el eco de las olas y la brisa marina los acompañaban, un recordatorio de la libertad que habían disfrutado y que, a pesar de las responsabilidades, siempre estaría esperándolos.

Aren, mientras conducía la motocicleta por la carretera iluminada por la luna, notó el silencio de Mai detrás de él. A diferencia del viaje de ida, donde se sentía una sensación de libertad y desconexión, ahora había una quietud reflexiva.

El cielo nocturno se extendía sobre ellos como un vasto lienzo oscuro, salpicado de estrellas que parpadeaban como pequeñas joyas. La luna, casi llena, colgaba en el cielo como un farol celestial, bañando el paisaje en una luz suave y etérea. Su brillo plateado se reflejaba en el asfalto, creando un sendero luminoso que se extendía delante de ellos.

El Infierno (Oc x Jujutsu Kaisen) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora