Dos

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Cuando iba a llamar a las cuidadoras, observé una cabellera rubia escondida detrás de las escaleras que dirigían a la cocina.

Pequeña golosa....

Me acerco con sigilo, cuidando que no me note. Ya estando lo suficientemente cerca de ella, me aclaro la garganta, haciendo que de un respingo y se gire hacia mí.

—¿No cree que es indebido comer a escondidas, princesa Lucía?— la niña ríe sonoramente, sabiéndose derrotada.

—¡Me atrapaste!— dice entre risas y baja el bowl que sostenía, para luego estirar sus pequeños bracitos hacia mí.

La cargo en un gran abrazo, llevándola a mi pecho de forma protectora. La iba a extrañar. La iba a extrañar mucho. Demasiado, diría yo.

—¿Por qué no estás con los demás niños?— hace una mueca graciosa, por lo que me río.

—Ellos no son divertidos, solo quieren hablar de sus vidas antes del Horfanato y yo no quiero— la aprieto más fuerte contra mí, sin llegar a dañarla —Cuando se enteraron de que iba a tener nuevos padres, comenzaron a alejarse.

Tenso la mandíbula al escuchar sus palabras. ¿Cómo es posible que desde tan chiquitos sean así de crueles? ¿Tan malo fue su pasado?

—No te merecen, mi princesa.

—No me importa— me aparto un poco para mirarla a los ojos —Pronto tendré nuevos amigos y sé que ellos serán diferentes— empieza a hablar con entusiasmo —Podré ir a la escuela como una niña normal, jugaré como una niña normal, tendré una familia como una niña normal, comeré como una niña normal y sé que eso me hará feliz.

No sé en qué momento, pero estaba sonriendo por lo que había dicho. Merecía ser una niña normal; ella era una niña normal.

—Así es, princesa— acaricio su suave cabellera con mi mano derecha —Por fin saldrás de este lugar y visitarás el mundo real.

—¡Sí!

De pronto, todo rastro de felicidad en mí fue reemplazado por la angustia. El miedo de saber lo que le espera cuando cruce esas puertas.

—Lucy, debes saber algo— dejó de sonreír para prestarme atención —El exterior no es como piensas, no hay unicornios ni osos que te abrazan.

—Eso lo sé, no soy boba— dice riéndose.

—Lo que quiero decir es....— respiro profundamente, debía de estar preparada para cualquier situación que pudiera ponerla en un aprieto. Necesitaba advertirle de los peligros urbanos que acechaban las calles de las ciudades y pueblos; decirle que no todo era color de rosa, que habían colores neutros y muy oscuros. Necesitaba....

—Sé lo que quieres decir— la miro, algo sorprendido —Las cosas no son como las pintan en los programas de televisión. Son mucho más peligrosas. Más escandalosas o más ocultas.

>>>El mundo real está contaminado por humanos de mente hueca, de pensamientos vacíos y de palabras hirientes. Nunca llegas a conocer a una persona completamente, por eso no sabrás en quién confiar o a quién entregarle tu vida. Sin embargo....— toma una bocanada de aire —¡Eso le añade muchísima emoción!— quedo perplejo ante su revelación —La duda constante sobre alguien cercano o lejano, con el tiempo, se convierte en un misterio: con muchas pistas que pueden hacerte avanzar o caer en un abismo de desesperación.

>>>Ese es el menor de mis problemas. El reto es sobrevivir hasta llegar a la cima. Por ahora, nadie lo ha conseguido, pero....¿Y si yo soy esa persona? ¿Y si existe la posibilidad de que al final del tunel, tenga lo que quiero? Prefiero arriesgarme y perderlo todo a quedarme y no tener nada. El chiste de la vida es disfrutarla cada día, como si fuera tu último aliento— sonrío al reconocer mis propias palabras —Eso me lo enseñaste tú el día que te conocí. ¿Lo recuerdas?

Uno, Dos, Tres...® ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora