El corazón quiere lo que quiere | Satzu

[ 08]

Sana preparó la cena -una deliciosa salsa boloñesa de lentejas hecha con los productos de su compra-, lo que significa que me toca a mí lavar los platos. Mientras enjuago platos, ollas y sartenes, ella se sube a la encimera y cruza las piernas, golpeándose suavemente los talones contra las puertas de los armarios. Es una postura tan familiar, ella sentada a mi derecha mientras yo limpio después de que ella haya cocinado, me invade una oleada de nostalgia. Paso la mano por el chorro de agua caliente, intentando aplastar esa sensación.

Cuando me doy la vuelta, con los platos en la mano para colocarlos en el lavavajillas, Sana dice: "Estaba pensando que quizá podríamos ir de excursión algún día". Su sonrisa es seca. "La fiebre del aislamiento me está descontrolando".

"Por supuesto". Riendo, añado: "¿Fiebre del aislamiento? Sólo ha transcurrido un día entero, cariño. Quizá debamos encontrar algunas estrategias para sobrellevar las próximas semanas".

Me estremezco interiormente y espero que no se haya dado cuenta del apelativo que se me ha escapado. Estar con ella otra vez me hace sentir como si nada hubiera cambiado.

"Si te sientes cómoda saliendo a la calle, no tienes por qué quedarte encerrada aquí. Sólo ten cuidado cuando salgas. Y siempre puedes llevar a Buckie si quieres algo para mantener a la gente alejada". La mayoría de la gente se aparta para evitar a mi perro gigante, lo cual siempre es divertido.

Sana se sujeta al borde del mostrador y se inclina hacia delante, golpeándome burlonamente en el trasero. "He encontrado una estrategia para sobrellevarlo. Vamos a hacer senderismo".

" De acuerdo. Cierro la puerta del lavavajillas y me lavo las manos. "¿Cuándo y dónde?"

"¿Cuándo? LO ANTES POSIBLE. ¿Dónde?" Su voz baja hasta convertirse en un susurro.
"Switzer Falls".

El estómago me da un vuelco. Nuestra segunda cita fue aquella excursión con vómito a las cataratas Switzer. Luego se convirtió en uno de nuestros sitios habituales. Intento bromear.

"¿No has vomitado sobre nadie últimamente y sientes la necesidad de cambiar eso?".

"En realidad, creo que vomité un poco sobre esa doctora en el avión, así que estaré bien por unos meses más".

"Probablemente se siente honrada de haber sido la receptora de un vómito que ha ganado un premio Emmy".

Sana sonríe. "Puede que sí. Debería haberle cobrado por el placer". Su sonrisa se suaviza pero no desaparece. "¿Te parece bien Switzer?"

Sí, me parece bien el lugar. Pero no tanto los recuerdos que sé que va a desenterrar. Pero ya llevo un tiempo viviendo con recuerdos, así que
¿qué hay de malo en desenterrarlos de vez en cuando? Especialmente si a ella le ayuda. "Claro.
¿Vamos el fin de semana?"

"Perfecto."

"Sí, genial". Levanto el paño de cocina. "Voy a..." Hacer algo, cualquier cosa menos estar aquí. "Comprobar que las puertas estén bien cerradas."

Sana me sujeta del brazo cuando paso junto a ella. "Tzuyu ..."

No opongo resistencia cuando me hace parar y tira de mi brazo para que gire hacia ella. Sana separa las piernas para dejarme espacio y, cuando me coloco entre ellas, las cierra hasta que sus rodillas descansan ligeramente sobre mis caderas. No ejerce una presión fuerte ni me aprisiona, pero me deja muy claro que me quiere justo donde estoy. Y yo también me quiero donde estoy.

Me observa atentamente, como si intentara descifrar lo que estoy pensando. " Lo que dije en el avión iba en serio. Te extrañé mucho, Tzu".

Las manos de Sana recorren mis brazos, pasan por mis hombros, suben por mi cuello hasta que me toma de la mandíbula. Sus pulgares me acarician la piel con suavidad y reprimo un escalofrío. "¿Recuerdas nuestro primer beso?", me pregunta suavemente. "Pienso en ello todo el tiempo. En cómo me trajiste a casa, me limpiaste las heridas, me prestaste ropa y un cepillo de dientes nuevo. En lo tímida que estabas, dudando si yo quería besarte o no, mientras que yo quería besarte desde el día en que nos conocimos y yo creí que ya lo sabías"