Capítulo 3

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Oliver.

Estaba a punto de besarla. Iba a mandar todo al carajo. Olive me importa, más de lo que ella imagina.
Jamás me arrepentiré de tenerla como amiga y si pudiera la tendría toda para mi. Amo a esa chica, amo todo lo que tenga que ver con ella, y jamás haría algo para lastimarla. Pero ella no sabía eso, y jamás lo sabría. No podría soportar el hecho de que ambos perdieramos nuestra amistad.

—Vuelves temprano a casa, pensé que irías a tu cita con Melanie. — Me volví. Mi madre estaba de pie enfrente de mi. No la habia oído acercarse por lo que me sobresalté un poco.
— Estuve con Olive, estar con ella fue mejor que seguir cenando con Melanie — Cerre los centímetros que nos separaban y le di un beso en la mejilla.
— Odio a esa chica, aún no se cómo es que sales con ella, hijo— la agarre del brazo y ambos nos dirigimos hacia el comedor.
— No te preocupes más, he terminado con ella hace rato, Melanie y yo no éramos compatibles.
Cuando llegamos al comedor ví a mi padre, que estaba sentado leyendo algunos documentos, cuando se dió cuenta de nuestra presencia levanto la mirada, sus ojos se enfocaron en mi.
— Oliver. Llegas temprano a casa, es casi un milagro.

— Hola, papá—  lo salude mientras tomaba asiento— Olive, tuvo alguno problemas y tuve que ir por ella por eso llegué temprano, acabo de dejarla en casa.
— ¿Que sucedió?— Pregunto mi madre preocupada mientras dejaba el postre en la mesa.
— Un imbécil la dejo tirada en medio de la carretera afuera de la ciudad— respondi enojado mientras recordaba como había encontrado a Olive.

Estaba echa bolita en una esquina de la gasolinera intentando calentarse mientras lloraba, siempre olvidaba su suéter, por suerte cargo uno extra en mi auto para ella.

— Ese lenguaje, Oliver.— Me reprendió mi madre.
— Lo siento, es que... ella no se merece eso, no merece que cualquiera juegue con sus sentimientos.
— Para ser solo su amigo te preocupas mucho por ella— dijo mi padre.
— Es normal, es mi amiga y no quiero que sufra— Me defendí.
— ¿No será por otra cosa?— interrogó mi madre.
— Oliver, hijo— mi padre dejo los documentos que tenía a un lado y enfoco toda su atención en mi. — Se que te importa Olive, más de lo que te imaginas. Pero si en verdad la quieres dicelo. No te puedes ocultar para siempre bajo la máscara de "mejor amigo".

Mi padre tenía razón, ya no podía seguir negando que me gustaba, Olive. Había intentado salir con varias chicas para poder borrar esos sentimientos, pero siempre mi mente volvía a ella y a esos ojos color cafe que no me cansaba de ver.
Había conocido a muchas chicas hermosas, pero Olive... Olive era preciosa, no podía encontrar una palabra que definiera su belleza.
Su cabello color marrón oscuro que le llegaba por debajo de los hombros, piel morena clara, con pómulos altos y labios
finos que hacían que su sonrisa fuera hermosa.

— Tierra llamando a Oliver— mi madre agitaba la mano enfrente de mi.
— Lo siento, estaba pensando. ¿que sucede?
— Preguntaba si querías postre— dijo.
— No, gracias mamá. Estoy lleno, comí demasiado— le respondí mientras ponía mi mano en mi estómago.

Había comido demasiado pollo con Olive, lo admito, ambos teníamos una obsesión por el pollo frito. Aunque había ido a cenar con Melanie, no alcance a probar la comida. Dejé el restaurante inmediatamente cuando Olive me llamo. Y aunque ella no me hubiera llamado, me hubiera ido de todas formas, el alboroto que armó Melanie en el restaurante me habían quitado las ganas de quedarme un minuto más con ella.

— Ire a mi habitación—me levanté de la mesa y me despedí de mis padres.

Tenía que pensar muchas cosas, quería al fin poder declar mis sentimientos, que Olive no tuviera que salir con más idiotas, que yo la trataría como ella merece.
Pero había una parte de mi que me decía que si quería seguir a su lado, sería mejor no decir nada. Me había ganado una reputación, y era que no duraba con ninguna chica un mes, siempre terminaba con ellas después de dos semanas. Si quería tener una oportunidad con Olive tenía que demostrarle que iría enserio con ella. Y lo haría.

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