Los niños caminaron recelosos y desconfiados hasta el Santuario, maniobrando con excelencia su peso y el de todo aquello que cargaban sin llegar a tropezar por aquel camino traicionero y emparedado, que era el paisaje natural que rodeaba al Santuario.
Maravillando a Shion por los reflejos natos y el entrenamiento que al parecer tenían. Sobretodo el rubio, él, era el que mejor sabía moverse y comandaba a los otros dos de manera natural y fluía. Un líder nato. Le causaba curiosidad la manera en que hablaba. Con un acento extraño, arrastrado. . . Como el gruñido de un lobo, lobezno en su caso.
Una vez llegaron al Santuario, subieron directamente a Las Doce Casas, donde los niños se apretaron contra si con incertidumbre y miedo ante los desconocido. En su interior, el ariano agradecía que Aioros los mantuviera tranquilos, al responder sus preguntas interminables y sostener a sus hermanas, dejando solo el equipaje en las manos de los pequeños.
Pero la tranquilidad fue rota por la presencia de una escuadra de guardias a las puertas de la Sala del Patriarca, que los saludo y miró a los niños con curiosidad, las muchas miradas incomodaron mucho al rubio que no dudo en enseñar los dientes en amenaza, Aioros trato de calmar la situación y el rubio exigió de vuelta su hermana y los niños siguieron el ejemplo de su líder y le exigieron a Aioros que les devolviera a sus hermanas. Los niños habían endurecido su mirada y se aferraban a sus pequeñas cargas con recelo. Listos para responder ante la más mínima amenaza. Aioros no forzó la situación y les dio espacio.
De nuevo el latigazo del pasado... Aioros había tenido la misma mirada, el mismo gruñido y recelo ante cualquier amenaza que pudiera estar cerca de su hermano. Solo que en ellos, esa mirada, era más ligera, inocente. . . Mejor reformulaba eso. . . Más pasiva, porque si bien eran inocentes, había una malicia en ellos que no terminaba de precisar.
-¿Que les parece si se presentan? Yo soy Shion y soy el Patriarca del Santuario y ex Santo de Oro de Aries- dijo sentándose en el trono notando que olía a detergente y cloro. Mucho. Shion arrugó la nariz.
Los niños se miraron entre si. A Shion le encogía el corazón que fueran tan desconfiados de su entorno, le recordaban a Angelo o cómo se auto nombró Deathmask, solo que a diferencia de estos tres, Angelo estaba solo y sin nada ni nadie a lo que aferrarse. . . Y a quién decidió aferrarse no era la persona indicada. Finalmente el rubio dio un paso al frente con seriedad, protegiendo tras de sí a sus amigos-Yo soy Jason Grace, tengo siete años y vengo de San Francisco, Estados Unidos. Según las estrellas, yo fui seleccionado para portar la Armadura de Capricornio o eso dijo Lupa y mi abuelo Tlatóc-Ante el nombre Shion no pudo si no sorprenderse. Aquel Dios era un principal del Panteón Azteca. Y Lupa... ¿Se refería a la loba inmortal Lupa?
-Yo soy Piper McLean, tengo siete años y vengo de Oklahoma, Estados Unidos. Soy la aspirante a la armadura de Piscis por designio de las estrellas y porque mi abuela Xochiquétzal me agarro por le cogote y me ordeno venir para acá- dijo la niña con un puchero.
-Aish, a ti nomás te agarro por el cogote, a mi mi tátara abuelo Xipo Tepec me agarro por una pierna y me puso contra la candela del horno de la bóveda celeste boca abajo y me dijo "Leónidas, naciste bajo el pulso del Mitclán, tu nacimiento vino con el correr en tus venas de elfo, las aguas del ancho río Apanohuacalhuia, eres un cangrejo de la bóveda del mundo" Y sin misericordia me lanzo al horno para que me cocinara todo el día, luego, luego la bisabuela Chantico me sacó, me alimento y me entregó a Hazel y me mandó en dirección al Monte Diablo, diciendo que me tenía que reunir con los otros marcados por la estrellas-refunfuño el de cabello rizos pucheroso.
-Lo dije por minimizar, pero primero llego mi tátara tátara abuela Matlalcehuitl y me despertó con su canto y me hizo pasar el bochorno de mi vida al pasearme desnuda por la reserva, ya luego la bisabuela Chantico me dio una túnica y llevo al corazón del volcán del Saint Helens al otro lado de mi casita, en donde el diablo se dejo las pantaletas, por supuesto primero me dio el desayuno, porqué mi abue Chantico es un amor, y ya en el corazón del volcán llega mi abuela y me pone boca abajo contra la lava y se puso a quejarse de que tenía que darme al Santuario y que todo era culpa del pito dulce de mi papi por meterse con Afrodita, ya luego, muy luego, mi abuela Xochiquétzal me explico que las estrellas habían brillado con furia en mi nacimiento, que la últimas constelación del invierno me alumbro y protegió y que el deber, y que el sacrificio y bla bla bla- Piper hizo una mueca con furia y fastidio, sacando la lengua.-Y luego metió a Reyna en mis brazos y me dijo que era mi responsabilidad a partir de ahora y que tenía que llegar en menos de seis días al Monte Diablo para reunirme con los otros pendejos marcados por la estrellas- Jason se rio y apacho a su hermana que se había vuelto a dormir.
-Eso me recuerda a mi bisabuela Chantico despertándome con un desayuno. . . Que fue interrumpido por mi abuelo al bañarme en sangre de lobo y jaguar y sacarme de mi acogedora cama parea llevarme a la bahía de Barkley y meterme de cabeza al agua y decirme que tenía un deber que cumplir, luego el abuelo Tláloc me lanzó al ojo de un huracán y empezó a decirme que si el deber, que si el orgullo, que no la cagase como mi tátara abuelo Tezcatlipoca y bla bla bla, ya sabes historia antigua-dijo fastidiado y molesto, con una mueca en los labios que asemejaba un puchero.
Los tres niños suspiraron con pesar, Aioros los miraba completamente asombrado y Shion admitía estar sumamente sorprendido. . . De que pudieran decir esos nombres sin morderse la lengua o titubear. Y la gran soltura y fluidez con la que hablaban griego.
Analizando la charla, la información donde decía que eran primos cobro veracidad, al ser los tres o seis para ser exactos, legados de la Diosa Chantico y otros más del Panteón Mexica. Pero lo que más hizo sonar las alarmas era el nombre de la Diosa Afrodita. Niños legados de dioses mexicas, no uno si no varios y además de los dioses del panteón Griego. . . ¿Qué tan poderosos. . No, qué tan peligrosos podían ser esos niños? ¿Si no fueran elegidos por las estrellas. . . Hubieran sido una amenaza? ¿O se convertirían en guerreros, en Jaguares y mantendrían la paz por otros doscientos años? Incógnitas que no tendrían respuesta, pero que no dejaban de darle vueltas en su cabeza. Sentía una jaqueca de perros. Esta nueva generación de Santos de Oro tenía el sello del desastre impreso en letras gigantes.
-Pequeño, no te has presentado-dijo suavemente Aioros al de cabellos rizados que hizo un sonido de sorpresa.
-¡Uy! ¡Lo siento!-se disculpo con una sonrisa avergonzada, o su mejor versión, porque a sus ojos bien entrenados por las travesuras de Kanon, Milo y Aioria, estaba llena de malicia y travesura- Soy Leónidas Valdez, tengo siete años y vengo de Tulum, México, como ya dije mis ancestros divinos me mandaron para acá al ser seleccionado por las estrellas, para portar la armadura de Cáncer-
Shion asintió, los repaso, eran un trio unido y apegado a sus hermanas. Un cosmos brillante y enorme que se desbordaba con el simple respirar. Legados de dioses y dioses importantes. . . Eso último le causaba resquemor. Shion no sabía cómo funcionaba la genética entre los semidioses, ¿Qué sucedía cuando habían demasiados dioses en el linaje familiar? ¿Cómo afectaba eso a su desarrollo?
Tantas incógnitas y pocas respuestas.
Suspirando el Patriarca decidió guardar sus pensamientos y sonreír-Bien, a partir de hoy estarán a cargo de Aioros de Sagitario-señalo al joven, quien sonrío de forma cálida. Los niños lo miraron curiosos, antes de que la chica se acercara y le pasara su hermana.
Jason hizo un sonido inatendible. La niña lo miro retadora, teniendo un duelo de miradas. Leo los observo nervioso, no acostumbrado a que sus amigos pelearan entre si. Jason bajo los hombros en derrota y se acerco a Aioros para pasarle a su hermana. Leo ensancho su sonrisa, pero no era una sonrisa de felicidad o diversión. Era tensa, molesta, fastidiada incluso. Miro a Aioros con sus llameantes ojos castaños. Midiéndolo y al mismo tiempo retándolo.
Aioros con las dos bebés a cuestas le envió una sonrisa llena de dientes y colmillos.
En circunstancias normales, sería amenazante y atemorizante para un niño ver unos caninos tan largos y filosos, al latino le pareció encantador. Riéndose, Leo encaramó a su hermana a la espalda de Aioros.
A Shion la imagen le parecía adorable y hermosa. A Aioros siempre le gustaron los niños y verlo recuperar lo que en antaño le fue arrebatado, le llenaba de ternura.
-Bueno Gran Patriarca, nos retiramos-dice Aioros con una sonrisa suave con las tres bebés apachurradas en su cuerpo. Los niños se despidieron con la mano y se fueron.
Shion se permitió sonreír.
Un paso a la vez.
Por el futuro.
.
En otra parte Hefestos discutía ferozmente con Ares.
-¡Esto es una tontería!-gruñía el dios de la forja aventándole un martillo
-¡Tontería sería no estar listos, mi querido amigo!-
-¡Jodete!-
.
Les gusto?
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Viva la vida!
RandomAioros a recibido la tarea de entrenar una nueva generación de Santos de Oro, quienes tienen sangre divina corriendo por sus venas. Mientras una nueva amenza surgue en el horizonte, un peligro tan antiguo como poderoso que tiene el poder de destruir...